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Traducciones: ¿ciencia, arte o mucho más?

Recientemente, a raíz del traductor de Google, The New York Times publicó un extenso artículo preguntándose si una traducción era un ejercicio más cercano al arte o a resolver un problema matemático.

Parte de la dificultad de traducir es que distintos idiomas no solo usan palabras distintas para expresar los mismos conceptos, sino que tienen conceptos y estructuras distintas. Por lo tanto, buscar una equivalencia cien por ciento exacta es muchas veces imposible.

Por otro lado -y esto es tal vez más fascinante-, los idiomas tienen también una personalidad diferente que refleja mucho la idiosincrasia y cultura de sus usuarios. Comparemos el inglés y el castellano.

El dinero y la actividad comercial siempre han sido una parte integral de la cultura anglosajona. En esta cultura se habla de dinero sin tapujos y se le atribuye a este un valor importante. Las sociedades hispanoparlantes siempre han considerado un poco de mal gusto hablar de dinero abiertamente. En buen chileno, los norteamericanos no tienen ningún rollo con la plata. Y se nota.

Por ejemplo, para decir informalmente “no te creo”, en inglés se usa el modismo “I don’t buy that”. O sea, literalmente, “no te lo compro”. Si alguien quiere saber qué está pensando otra persona se usa la expresión “a penny for your thoughts”. Para conminar a alguien a revertir una mala decisión se le dice “cut your losses”, una metáfora de clara inspiración comercial. Para expresar una opinión negativa con relación a una idea se dice “not for my money”. Y “put your money where your mouth is” es una forma enfática de decirle a alguien que se deje de palabrerías y se comprometa con una posición. La expresión “a run for the money” se refiere a ofrecer una competencia dura. Y para pedirle a alguien que aporte su opinión se le dice que ofrezca sus “two cents”. Por último, notemos la expresión “money talks, bullshit doesn’t”, que es bastante elocuente. En síntesis, hay numerosos modismos ingleses que ocupan el dinero o el comercio como una metáfora para referirse a situaciones cotidianas.

En el ámbito financiero es frecuente usar términos ingleses (swap, market maker, forward, spot, yield, squeeze, etcétera) sin ni siquiera intentar traducirlos. Sin embargo, hay un verbo, to default, que curiosamente en castellano no existe: hay que hablar de “caer en cesación de pagos” o “entrar en mora” o simplemente “no pagar”. Esto llama la atención dado que España es uno de los países que más veces no ha servido su deuda externa. De hecho, tiene el récord mundial: 13 “defaults” soberanos entre los años 1500 y 1900, con Felipe II ostentando un mini-récord vergonzoso, cuatro “defaults” entre el 1557 y el 1596.

Pasando a otro tema, los hispanoparlantes son bastante más aficionados a acostarse tarde que los anglos: de hecho, en España es habitual cenar a las diez, en tanto que en California ya a las seis de la tarde hay gente comiendo en los restaurantes. No es raro entonces que el verbo trasnochar no exista en inglés. De hecho, en un idioma tan extraordinariamente preciso y sucinto como el inglés, esta práctica tan común para nosotros hay que expresarla con una larga combinación de palabras tales como “stay up all night” o “did not go to bed last night”. El verbo no existe pues la costumbre no existe.

Los estadounidenses siempre miran al futuro como una gran oportunidad. El latino mira al pasado y lo añora. Es natural entonces que las ceremonias de graduación en las universidades estadounidenses se llamen “commencement” (de comenzar o empezar). En castellano no existe una palabra equivalente. Cuando recuerdo mi graduación de la educación secundaria fue cantando la canción del adiós y lamentando lo que dejábamos atrás. El refrán “todo tiempo pasado fue mejor” si bien es muy fácil traducir al inglés, en inglés simplemente no existe. Este concepto le es ajeno al anglosajón. Sospecho que esto está también ligado a la actitud frente al riesgo. “Nothing ventured, nothing gained” no tiene un dicho equivalente en castellano. De hecho, hay un refrán que expresa casi lo contrario: “Más vale un pájaro en la mano que cien volando”.

Tampoco es sorprendente que en una cultura como la nuestra, que es autoritaria, socialmente muy estratificada, y donde las apariencias importan mucho, las discusiones frecuentemente partan o terminen con personas gritando que les “han faltado al respeto”. Un norteamericano jamás diría eso, si bien existe la palabra “disrespect”. Lo más probable es que dijera “it is not fair” (no es justo), lo que calza mejor con una sociedad más democrática donde el concepto de justicia (fundado en la igualdad) es más prevalente.

Por último, el sustantivo “pillería” es difícil traducirlo al inglés. La mejor aproximación es “dirty trick”, literalmente, un truco sucio. Pero, de nuevo, necesitamos dos palabras pues el término exacto no existe. ¿Por qué será? Mejor no pensar.

Volviendo a la pregunta inicial: ¿es traducir un arte o una ciencia? Esa es (ocupando la metáfora que creó un programa de televisión norteamericano) la pregunta del millón de dólares: la verdad es que es mucho más, es buscar una equivalencia entre dos filosofías de vida en general diferentes. O sea, una tarea imposible.

*El autor es académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (arturo.cifuentes@fen.uchile.cl - aocusa@gmail.com).

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