Erosión costera: la gran amenaza de Reñaca y las playas de Chile

Reñaca.

Distintos tipos de trabajos en las playas del balneario ha alertado a autoridades y vecinos. Alteraciones en la morfodinámica y la ecología son algunas consecuencias.


“Una serie de trabajos y traslados de arena apreciamos esta mañana durante un recorrido por la playa de Reñaca, en especial en el Sector 1, cerca de estero, donde se estaría construyendo algún tipo de cancha para deportes, según información preliminar que pudimos recoger en el lugar”, explica Carolina Martínez, directora del Observatorio de la Costa y académica del Instituto de Geografía de la Universidad Católica.

La intervención de la playa causa preocupación, ya que se trata de una de las playas que nuestras investigaciones señalan como afectadas por procesos de erosión, con una tasa de retroceso de -0,37 metros por año para el caso específico de Reñaca.

Martínez señala que “hasta hace unos años está conocida playa turística del litoral central estaba en una condición de estabilidad, pero ahora está con una erosión detonada, lo que hace necesario protegerla”.

La playa de Reñaca se ha visto afectada por fenómenos como las marejadas, con el mar saliendo hasta el nivel de la calle, por lo que esta clase de intervenciones no son recomendables. Estudios establecen que la arena de la playa se abastece principalmente a través del estero de Reñaca, pero también por la cuenca del estero Marga Marga.

“Sacar arena o poner arena que no pertenece a este ecosistema, como hemos podido ver, provoca alteraciones en la morfodinámica y la ecología de la playa. Debido a sus niveles de erosión esta playa debería contar con protección, pero vemos un escaso manejo de las playas erosionadas en Chile. Tanto las comunidades como los municipios a nivel local deben tener mejores prácticas para la protección de estos ecosistemas, sobre todo considerando que esta situación afecta al 86% de playas en Chile”, añade Martínez.

Actualmente se discute en el Congreso una Ley de Costas, impulsada por nuestro Observatorio, que propone la gestión integrada de áreas costeras, para conciliar lo diversos usos que se dan en estas zonas considerando los impactos de fenómenos como el cambio climático y el aumento del nivel del mar. Sin la protección necesaria muchos ecosistemas corren el riesgo de desaparecer, incluidas una decena de playas en nuestras costas.

Playas chilenas: más de un siglo y medio de abandono

Mientras las plantaciones forestales en el sur parecen arder sin fin, en la zona central los veraneantes asisten con estupor a la tantas veces anunciada desaparición de muchos balnearios. Según nuestros últimos estudios, la gran mayoría de las playas entre Arica y Puerto Montt presentan erosión, agravada por marejadas que en los últimos seis años han sido intensas y persistentes, pero también por la urbanización desenfrenada que afecta a humedales costeros, campos dunares y cuencas hidrográficas.

Reñaca es un ejemplo de estos impactos. “De acuerdo a información que pudimos recoger, la Capitanía de Puerto de Valparaíso autorizó esta cancha al concesionario sin siquiera fiscalizar la obra ni manejar criterios técnicos para su aprobación. Por otro lado, el municipio tampoco tenía antecedentes sobre esta construcción. ¿Con qué criterios se están entregando -y fiscalizando- las concesiones marítimas en Chile?”, revela la académica.

Considerando que los países que han conseguido adaptarse mejor al cambio climático cuentan con modelos de gobernanza costera exitosos, incluyendo leyes de costas donde el dominio público es reconocido para playas, humedales y campos dunares, cabe preguntarse por qué en Chile esto no ocurre. El problema radica en que nuestro ordenamiento jurídico no reconoce el dominio público de la zona costera, como sí ocurre en la mayor parte de los países de la OCDE.

Imagen del estero Marga Marga.

Para delimitar aquello que se puede o no se puede intervenir, en nuestro país todavía se utilizan los conceptos recogidos por Andrés Bello en el Código Civil de 1855. “Un ejemplo es la definición de “playa del mar”, que el ilustre intelectual venezolano consagró en el artículo 594 del mismo Código, establecida como “la extensión de tierra que las olas bañan y desocupan alternativamente hasta donde llegan en las más altas mareas”, establece.

Si bien es indudable el valor poético del precepto, no corresponde a lo que la ciencia ni el sentido común entienden por playa ni por costa, de modo que urge su reforma. Pero además de entender lo que realmente es una playa, se requiere un manejo integrado de la costa: actualmente las concesiones marítimas y de acuicultura son entregadas por la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas, dependiente del Ministerio de Defensa, que no tiene competencias en ordenamiento territorial de la zona costera.

¿Cómo alcanzar estándares de desarrollo sostenible comparables a los países de la OCDE teniendo una legislación centenaria? Durante 170 años la costa no ha sido objeto de atención, pero hoy ante su evidente deterioro, el Estado de Chile debe considerar la zona costera como un tema de interés nacional en su agenda pública. Solo llenando de forma urgente esta vergonzosa brecha normativa, podremos preservar la vida, nuestras playas y los ecosistemas que las sostienen.

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