Mi colegio mi refugio

Jóvenes participando del programa Panadería Terapéutica Fase VII: Una Forma de Disminuir la Deserción Escolar, de la Fundación Humaniza.

El 60% de los establecimientos educacionales ya han retornado a sus actividades de manera presencial o semi presencial, según las cifras entregadas por el Mineduc las que se espera vayan en aumento.

En el trascurso de las clases on line comenzaron a florecer distintas problemáticas psicosociales que afectaron al alumnado y profesorado las cuales fueron el cimiento en la decisión del retorno presencial a clases.

Como Directora de la Fundación Humaniza con casi una década trabajando en la implementación de talleres prácticos (orientados a la retención escolar y entrega de un oficio) en colegios vulnerables de la Corporación de Educación de Colina puedo dar fe que la problemática a la que se enfrentó es el doble o el triple de dificultoso.

Cuando sus características son la hiperactividad, problemas serios de conducta, ausencia reiterada a clases, provenientes de hogares disfuncionales (con algún progenitor internado en un centro de reclusión) y alta probabilidad de caer en el consumo de drogas; las clases por zoom fueron determinantes en la entrega de compañía y contención emocional tanto a los alumnos y como a sus familias.

Cuando el año 2019 como Fundación Humaniza nos ganamos el proyecto del FNDR 6% Seguridad Ciudadana del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago: Panadería Terapéutica Fase VII: Una Forma de Disminuir la Deserción Escolar, justamente ese era el desafío principal evitar la deserción. En el escenario actual, ahora que podemos ejecutarlo puedo afirmar que la posibilidad de deserción escolar se esfumó gracias a la pandemia.

Hoy, tenemos un alumnado ansioso de asistir a clases, reencontrarse con sus compañeros, estar en su colegio, disfrutar de su infraestructura y sentirse parte de un grupo. Como nunca antes he sido testigo presencial de su maduración. No solo quiere volver a clases presenciales, sino que asiste con regularidad y puntualidad, piensa en su futuro lo que se refleja, por ejemplo, en el alto índice de inscripción a la PSU. Se trata de jóvenes que a costa de la soledad y problemática del confinamiento aprendieron valores como el respeto, empatía, tolerancia, manejo de la frustración y, especialmente, respeto a sus pares y autocuidado.

El desafío para el 2022 en materia educativa es justamente ahondar en sus emociones, canalizarlas y entregarles herramientas para que no olviden lo aprendido y sigan este camino: ser personas que aporten a la sociedad y su conjunto.

* Directora Fundación Humaniza

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