Revista Que Pasa

La generación "Techo"

Un Techo para Chile se ha convertido en uno de los principales semilleros de líderes jóvenes. Sus ex dirigentes ocupan importantes cargos en el gobierno y el mundo privado. Entradores, opinantes y ambiciosos, hoy están decididos a imprimir su sello e influir de manera directa en la sociedad para hacer de Chile un país más justo.

En algún momento lo creyeron posible. Corría 2003, y todavía eran muy jóvenes, sin duda más vehementes y también algo más ingenuos. Habían logrado grandes cosas, muchas más de las que creyeron posibles: incluso la fundación Un Techo para Chile, en la cual todos participaban, ya comenzaba a multiplicarse por América Latina. Entonces esa idea, que había sido tema de conversación en tantas noches de tantos campamentos, empezó a tomar cuerpo. ¿Por qué no formar un partido político? Uno que remeciera los cimientos de la desigualdad en el país, que fuera eficiente, que les demostrara a las autoridades cómo había que hacer las cosas para lograr una sociedad justa.

Se juntaron varias veces a delinear cómo sería ese partido. Hasta tenían un plan: se enfocarían en ganar una alcaldía de una comuna vulnerable y desde allí comenzarían a influir. Fueron largas y acaloradas discusiones, pero la evidencia pudo más que el entusiasmo: no estaban de acuerdo en prácticamente nada. "Intentamos configurarnos, pero nos encontramos con tal diversidad de opiniones que fue imposible articular un discurso común", dice Francisco Irarrázaval, fundador de Un Techo para Chile y hoy  hombre clave del Ministerio de Vivienda.

Coincidían en que debían generar justicia social, pero no en las formas para lograrlo. Entonces los líderes comenzaron a mirar otras fórmulas para producir cambios en la sociedad. Muchos se dieron cuenta de que ser ex "Techo" facilitaba mucho las cosas para ganar becas y partieron a hacer posgrados a Harvard, el MIT y otras universidades top a nivel mundial. Luego, comenzó el retorno y varios crearon sus propias fundaciones. Otros ingresaron a puestos de jerarquía en grandes empresas o empezaron exitosos emprendimientos. La gran mayoría se lanzó a conquistar un lugar en el aparato público.

De esa forma, y no como un partido articulado, comenzó el verdadero impacto de la generación "Techo" en las esferas de poder de la sociedad chilena.

El semillero

Durante la última campaña presidencial hubo un enfrentamiento que demostró con nitidez el nivel de influencia que los otrora  líderes del "Techo" han comenzado a ejercer en la clase política. Los protagonistas fueron Francisco Irarrázaval y Sebastián Bowen. Irarrázaval, primer director social de la fundación -el mayor cargo al que se puede llegar en la institución- era uno de los hombres fuertes en la campaña de Sebastian Piñera. Bowen, quien ocupó el mismo cargo unos años después, fue el coordinador de la campaña de Eduardo Frei.

El duelo entre ambos fue la primera señal del masivo ingreso al aparato público por parte de ex miembros del "Techo". Actualmente hay más de 80 cargos ocupados por ex voluntarios en el gobierno. Vivienda es el ministerio que cuenta con más ex dirigentes: alrededor de 60, entre ellos Irarrázaval, Guillermo Rolando y Ana Alvear. Otro nicho es Mideplan, con figuras como Juan Covarrubias. Y en la Segpres también hay representantes, entre ellos el jefe de coordinación interministerial, Claudio Seebach. A ellos se suma José Manuel Edwards (RN), uno de los fundadores del "Techo", quien fue electo diputado en 2009.

Juan Pedro Pinochet, director ejecutivo de Un Techo para Chile, afirma que los dirigentes salidos de la fundación son líderes con una fuerte personalidad. "Ni mamones ni encapuchados. Son de carácter, resolutivos, ambiciosos, entradores. Porque quieren cambiar las cosas".

Ésa no es la única área donde han hecho sentir su influencia. Otros ex dirigentes, como Javier Zulueta (Gestión Social), Iván Chamorro (Celulosa Arauco), Cristián Abraham (Milled) y Gonzalo Arteaga (Elemental), participan en proyectos y empresas con una fuerte vinculación a temas de responsabilidad social. Varios hacen clases en universidades o dirigen centros de investigación, como Sebastián Gatica (Universidad Católica)  y José Joaquín Prieto (Universidad Alberto Hurtado). Y un gran número ha buscado plasmar su experiencia con sus propias fundaciones: hay más de 15 ONG creadas por ex líderes y repletas de ex voluntarios, entre ellas Enseña Chile, Ciudadano Inteligente, Proyecto Propio y Pegas con Sentido.

Más allá de los diversos caminos por los que han optado, todos tuvieron un líder en común: el ex capellán de Un Techo para Chile Felipe Berríos, a quien la mayoría reconoce como el mayor inspirador del actual desembarco de la generación "Techo" en las esferas de poder. "Era un tipo muy carismático, un guía que aglutinaba, con un liderazgo muy potente del sentido de misión y del contenido político de lo que hacíamos", dice Felipe Heusser, fundador de la ONG Ciudadano Inteligente. "Siempre nos incentivó a meternos en lo público, liderar partidos y empresas. Ahora se empiezan a ver los resultados", agrega.

Posgrado social

Desde sus orígenes, uno de los sellos del "Techo" fue la formación de sus integrantes. En cada uno de los trabajos a los que acudían había dos personas al mando: una encargada de la capacitación y otra que se dedicaba a las jornadas de reflexión, que se hacían sagradamente todas las noches. Para muchos de los dirigentes, ésta era el área en que se jugaba el impacto futuro de la institución: "El proceso de reflexión era tan importante como construir la casa durante el día", recuerda Claudio Seebach.

El primer encargado de esa área, entre 1997 y 1998, fue el hoy diputado de RN José Manuel Edwards. "El objetivo siempre fue lograr mayor conciencia social, para que una vez trabajando en sectores más profesionales se mantuviera la conexión", señala el parlamentario.

El modelo también implicaba otra cosa. Los primeros dirigentes -con  sueldos entre $ 150.000 y $ 800.000- hicieron un compromiso tácito: permanecer por pocos años  en sus funciones, para luego permitir el recambio. Y eso traía una pregunta constante: ¿qué venía después del "Techo"? La gran inquietud era cómo generar cambios en la sociedad una vez fuera de la institución.

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