Una de las cosas que genera caminar por barrios como Williamsburg -epicentro de lo alternativo en Brooklyn- y ver hipsters leyendo a Tao Lin mientras se toman un caramel macchiato, es preguntarse: ¿en qué trabaja esta gente? De ahí que no sea extraño que una serie como 2 Broke Girls vaya por su segunda temporada. Ya sabemos: Max Black (Kat Dennings) y Caroline Channing (Beth Behrs) son dos chicas que viven en constante crisis (económica y emocional) y por eso no les queda otra que trabajar como meseras en un café frecuentado por barbones con pantalones pitillo. Y si la primera temporada funcionaba como preámbulo de esta amistad, en la segunda ya son amigas inseparables, y hasta entran a un reality show de cupcakes en el cuarto episodio -el mejor de este ciclo-. Y es cierto que, a ratos, la serie se queda demasiado pegada en la broma anti-hipster. Pero tampoco hay que pedirle más. Porque como dice la misma Black, “en Williamsburg la gente paga cualquier precio para que les den algo que nadie más sepa que existe”. Qué bueno, entonces, que exista alguien como el personaje de Dennings para que se lo restriegue en la cara.