La querida barra de pan de los franceses, la baguette, podría estar a punto de perder algo de su esencia, ya que los políticos que evalúan los riesgos a la salud de los aditivos pretenden proponer una ley que obligará a panaderos y fabricantes de comida procesada en general a reducir su contenido en sal.

Tras meses de investigación y audiencias, un comité parlamentario llegó a la conclusión de que los acuerdos voluntarios para reducir los altos niveles de sal no han sido respetados y ha llegado el momento de imponer normas más saludables a través de legislación.

El comité tiene previsto presentar sus propuestas en septiembre, pero el miércoles se conoció el borrador de mano de destacados participantes en las deliberaciones.

"Es un verdadero problema de salud pública", dijo Loic Prud'homme, uno de los 20 miembros del comité parlamentario que analiza el asunto. Michele Crouzet, otra integrante, afirmó que la ingesta diaria de sal en Francia, en torno a los 10-12 gramos, sigue siendo el doble del límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

Los niveles excesivos de sal están relacionados con problemas cardiovasculares, la segunda mayor causa de muerte en Francia entre los problemas al corazón.

Crouzet dijo que el comité podría proponer un impuesto a la sal similar al que ya está vigente en Francia con el contenido de azúcar en las bebidas gaseosas. Sin embargo, algunos dicen que la tasa ha sido ineficaz porque los fabricantes están optando por otros tipos de edulcorantes.

"Lo que podemos decir ahora es que los acuerdos voluntarios no funcionan y ha llegado el momento de pasar a las restricciones vinculantes", comentó Prud'homme a Reuters.

En el caso de la baguette, y del pan en general, los acuerdos voluntarios alcanzados en 2002 pretendían limitar los niveles de sal a 18 gramos por kilo de harina en cinco años, dijo. No obstante, unos 16 años después, el objetivo no ha sido alcanzado aún.