Yasmín Bau, mánager de Cecilia: "Me han llegado comentarios donde inventan que soy pareja de ella"

FOTO: MARIO TELLEZ

Con sólo diez años, Yasmín Bau entonaba "Baño de mar de medianoche" cada vez que sonaba en la radio. De la Nueva Ola, Cecilia, la incomparable, era su artista favorita, tanto que en los 90 asistió a cada concierto que la cantante realizó. Su sueño era conocerla, y una amiga en común lo hizo realidad. Desde entonces, Bau dejó su vida de fanática y pasó a ser la amiga, la mánager, la conviviente y el principal pilar de Cecilia, la artista de 74 años que hoy batalla por su salud en el Hospital de San Antonio.


Las paredes del living comedor del departamento de Yasmín Bau (43), ubicado en la Villa Frei, Ñuñoa, están repletas de fotos, cuadros y galardones de Cecilia Pantoja, la icónica cantante de la Nueva Ola. Las imágenes, que varían en tamaño y época, son mucho más que decoración: son parte fundamental del lugar donde ambas conviven.

En los retratos aparece la artista en sus inicios, cuando se presentaba en televisión con su clásico pelo corto negro y con tenidas que incluían pantalones apretados que escandalizaban a las audiencias. Cecilia es la mujer que ganó el certamen internacional del Festival de Viña del Mar en 1965. La misma que tuvo una disputa judicial por la publicación de su biografía no autorizada La vida en llamas, publicada por Juan Cristóbal Peña en 2002, y quien desde siempre supo que no quería tener hijos. Cecilia, la incomparable, la que en 2016 casi muere debido a un edema pulmonar y que hoy se encuentra hospitalizada por segunda vez en el año a raíz de una neumonía.

Cecilia, de 74 años, está internada en el hospital de San Antonio y a su lado está Yasmín, su representante, su amiga y con quien vive hace 18 años. "Nos vimos y enganchamos inmediatamente", dice Bau. Antes de entrar en la industria musical, estudió Fotografía, trabajó en medios y en paralelo hacía retratos. Eso hasta que empezó a trabajar con la cantante y las fotos pasaron a ser parte de un relato más íntimo y delicado entre las dos. "Estoy haciendo un libro con todas esas imágenes. Son muchas y todas del mundo más privado de la Ceci, de lo que no se conoce de ella. Estoy produciendo y luego buscaré editorial", cuenta.

Yasmín tiene voz dulce y su mirada es compasiva. Eso, hasta que debe responder alguna pregunta sobre la vida íntima o familiar de su representada: "La gente siempre especula mucho sobre la Ceci. Una de las últimas cosas que han dicho es que está sola, que está abandonada y eso no es así. Ella no sólo me tiene a mí, también tiene a mi familia que la quiere y cuida. Sola no está y es bueno que eso se sepa". Son esas personas, de hecho, quienes hacen turnos en San Antonio para cuidar a la cantante, para visitarla y llevar las conversaciones con los doctores. De ellos, Cecilia es una más.

Los rumores no son un hecho aislado. Desde siempre, Cecilia ha generado enigmas: sobre su supuesto alcoholismo, sobre su sexualidad, sobre su vida familiar. Por lo mismo, cuando su vínculo con la cantante se estrechó, Yasmín tomó una decisión: no hacer eco de su amistad con ella, así como no hablar públicamente asuntos que no tuvieran que ver con la carrera de la artista.

-¿Por qué la cuidas tanto?

-Porque la quiero, porque somos familia.

-¿Y cómo la conociste?

-Porque yo era fanática de ella desde muy niña.

Cecilia, la Janis Joplin

Yasmín supo por primera vez de Cecilia cuando tenía diez años. Un día en su casa de San Bernardo su madre puso un cassette de la Nueva Ola para cantar mientras planchaba. Entonces sonó "Baño de mar de medianoche" y Yasmín la escuchó de principio a fin. "Inmediatamente me llamó la atención su voz y le pregunté a mi mamá el nombre de la cantante", recuerda. Dos años después, le puso cara a la cantante cuando apareció en el Festival de la una, el programa de TVN conducido por Enrique Maluenda. "Mira, ella es la que te llamó la atención por su voz", le dijo su mamá.

"La encontré muy chora. La onda de la Cecilia me pareció espectacular cuando yo era niña. Andaba con pantalones apretados, sus pasos de baile tenían ene onda y usaba el pelo corto. Era muy desafiante. Encontré que era la raja, que era súper chora en relación a otras cantantes que mi mamá me mostraba y que preferían salir con vestiditos largos. En cambio, Cecilia era cool", recuerda Yasmín.

El disco Cecilia, la incomparable (1965) fue un loop en la adolescencia de Yasmín. Desde entonces, empezó a ir a sus conciertos para verla cantar y no dejó de seguirle la pista. Posteriormente egresó del Ictus, donde estudió Fotografía. "El rubro era muy machista y yo siempre he sido muy feminista. Cuando trabajé en medios siempre fui la única mujer, y eso era heavy para mí", cuenta. Por eso renunció a su trabajo y se dedicó a los retratos y desnudos particulares. Eso hasta 1999, cuando por motivos de trabajo acompañó a sus padres durante tres meses a vivir en Perú.

Los únicos motivos por los que visitó el país durante esos 90 días eran los recitales de Cecilia. Cada vez que tocaba, Yasmín compraba un pasaje para estar en galería. Incluso, para la celebración de los 40 años de carrera de la artista, ella viajó con sus padres para asistir al evento. "Era realmente muy fanática", afirma. Las idas y venidas se acabaron pronto, cuando una amiga de infancia, Claudia Sánchez, le pidió a Yasmín que se devolviera a Santiago porque le tenía una sorpresa.

"Estaba ansiosa, no sabía qué quería decirme la Claudia. Cuando la vi, me contó: Cecilia vivía en el tercer piso de su edificio y nos quería presentar. Yo no lo podía creer. La Claudia ya se la había topado en las escaleras y le comentó que una amiga de ella, que era yo, era fanática de sus canciones. Le habló mucho de mí para que se interesara y para que quisiera conocerme", cuenta la fotógrafa.

Antes de tocar la puerta de la cantante, Yasmín recopiló fotos y discos para que se los autografiara. "Se me revolvió la guata esa vez, me puse muy nerviosa y tiritaba entera. Le decía: 'Me encanta su música y la onda que usted tiene'", recuerda hoy riéndose. Claudia las invitó a ambas a pasar a su casa. "Conversamos un montón, nos llevamos muy bien", dice Yasmín.

La relación se cultivó rápidamente. Yasmín empezó a ir seguido a ver a Claudia, y Cecilia bajaba recurrentemente del tercer al segundo piso a tomar café, té y a contarles de a poco su historia, su vida de pequeña, las penurias que vivió en Tomé, lugar donde creció, la verdadera historia sobre por qué estuvo presa en 1989 y detalles sobre su familia. "Fue conocer otro lado de Cecilia, más profundo, más sensible", dice Bau.

-¿Te encontraste con lo mismo que te imaginabas?

-Es que cuando tomábamos café era como si nos conociéramos de toda la vida. Siempre había tema y nos reíamos mucho. Nunca hice una diferencia entre la fanática y la artista.

-Pero en esa época sobre la vida de Cecilia se especulaba mucho. ¿No tenías prejuicios?

-Nunca. Es que se decían muchas cosas de ella que no eran ciertas. Ella siempre ha sido muy piola, ni siquiera carretea. En esa época me di cuenta, porque nos invitaba a sus conciertos, que tocaba y se iba para la casa. Y así desde siempre: hace un viaje, y se va para la casa. Jamás se queda, jamás ha bebido alcohol.

-¿Qué es lo que más te cautivó de ella?

-Que es muy sencilla. Ella pudo ser muy diva, pero fue todo lo contrario: acogedora y cercana. Por lo mismo, hasta el día de hoy la admiro un montón. Todavía me acuerdo que cuando la conocí se me revolvió la guata, fue como conocer a la Janis Joplin. No pensé que seríamos tan amigas.

-¿La Janis Joplin?

-La Janis Joplin, te juro.

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FOTO: MARIO TELLEZ[/caption]

Levantando a una punky

Cuando se conocieron, Cecilia vivía con su antigua mánager y sus hijas. Ni Claudia ni Yasmín se relacionaron con ellas, pese a que el vínculo con la cantante se hizo cada vez más estrecho.

El cumpleaños 26 de Yasmín se celebró en la casa de Claudia con una batucada sorpresa. "La Ceci no estaba invitada, porque no salía mucho, pero se dio cuenta que había ruido y bajó con la guitarra para cantar. Al poco rato, por el boche que metimos, llegaron los pacos", recuerda. Todos se asustaron y sólo se escuchó una voz, la de Cecilia. "Yo me hago cargo", dijo. Bajó. Les dijo a los carabineros que una de sus sobrinas estaba de cumpleaños. La quedaron mirando. La reconocieron. No hubo parte, ni advertencia. Los 26 de Yas, como le dice Cecilia, continuaron hasta la madrugada.

"La Ceci se fue transformando en nuestra salvadora. Me fui a vivir con la Claudia y ahí sí que nos hicimos muy cercanas las tres. Me acuerdo que nos ayudaba hasta en lo cotidiano. Con la Claudia teníamos un gato que un día, al llegar a la casa, nos recibió con una paloma viva. No tuvimos como salvarla y entre el aleteo y el crimen del gato empezamos a gritar y a correr por la casa.

Terminamos encerradas en una pieza por el susto, cuando por la ventana vimos a la Ceci llegar al edificio. Le gritamos que nos ayudara. Le tiramos las llaves y ella entró al departamento, agarró una bolsa, le pegó una patada al gato, tomó la paloma, la metió a la bolsa y la botó al basurero", relata Yasmín.

-Una heroína. ¿Cómo le agradecieron ese acto de valentía?

-No pudimos, porque nos retó. Nos dijo exageradas. Es que Cecilia siempre ha sido muy punky. Ella hasta el día de hoy, a pesar de sus rollos de salud, sigue siendo bastante ruda. Ella es punky de pensamiento y de onda desde siempre.

La historia del gato fue en 2000. El mismo año en que la mánager de Cecilia dejó de trabajar con ella, cuenta Yasmín, y en que la artista cayó del tercer piso de su departamento por el balcón. La prensa lo calificó como intento de suicidio, aunque en 2015 la artista le dio otra versión a La Tercera: "Se me fue el cuerpo nomás, pero juro que no fue intento de suicidio. Jamás he querido eso. Sólo recuerdo que desperté con los paramédicos que me estaban reanimando".

"Nunca le pregunté mucho qué pasó, así como también desconozco la historia de por qué se separó de esa mánager", dice Yasmín, quien durante la recuperación de Cecilia tomó una decisión que cambió la vida de ambas. "Le dije que nos fuéramos a vivir juntas, por lo menos hasta que ella encontrara mánager y ella aceptó", afirma. Al poco tiempo se les sumó Claudia, quien luego tuvo a su único hijo, Simón. El chico, hoy de 15 años, y llama "Nona" a Cecilia.

También Yasmín empezó a acompañarla a todos sus eventos ayudándola a moverse después del accidente. "Era temporal, se supone, pero terminé siendo su mánager para toda la vida", señala.

-La verdadera heroína eres tú, ¿o no?

-No, eso hacen los amigos. Y no soy solo yo, conmigo está la Claudia, mi familia y mucha gente ayudando a la Ceci.

-¿Qué te decía tu familia en ese tiempo?

-Al principio fue difícil, porque no tenía tiempo para verlos y empecé a viajar mucho. Pero de a poco la Ceci se fue incorporando también a mi círculo y a ser una más de nosotros. He estado con ella en todas. Cuando se le murieron los hermanos, cuando han inventado cosas sobre ella en la prensa.

-¿Cecilia es como una mamá para ti?

-Es demasiado ruda para ser una mamá, pero mi mamá la quiere como si fuera una prima para ella. Es familia para mí, y por eso la protejo tanto. Por eso nunca he querido hablar con la prensa. Esta será la última vez, porque los espacios propios de la Ceci son muy pocos.

Una voz que se duerme

"No me muero ni cagando", fue lo primero que Cecilia le dijo a los doctores y a Yasmín después de que el 26 de julio de 2016 se le agravara una insuficiencia pulmonar crónica que la tuvo al borde de la muerte. "Fue porfiada, yo quería llevarla al doctor antes pero no quiso", recuerda Yasmín. Esa vez no volvieron al edificio de Villa Frei en donde ambas viven hoy junto a Claudia y Simón. Partieron a la casa de los padres de Yasmín para que Cecilia no tuviera que subir las escaleras del edificio. Allí, en La Cisterna, estuvieron ocho meses.

Desde entonces, tienen una rutina: Yasmín lleva a Cecilia dos veces a la semana a una kinesióloga y a ensayo musical; y una vez a una fonoaudióloga. Después de eso han venido nuevas pulmonías y problemas respiratorios que mantienen internada a la artista cada cierto tiempo. Este año, ese "cada cierto tiempo" se ha repetido dos veces en los últimos dos meses.

-¿Qué quieres para ella?

-¿Qué quiero? Mira, más que el deseo de que no se siga enfermando, porque es imposible, quiero que le den el premio a la música. Ella le ha entregado su cuerpo y alma a Chile. Tiene 74 años y sigue cantando, tratando de mejorar siempre. Cecilia no quiere que le pase nada para no hacer sufrir a la gente.

-¿Sientes que te has postergado por ella?

-No. Yo sigo haciendo mi vida. Este no ha sido un proceso solitario. Ella tiene un equipo de médicos que trabajan mucho con ella, amigos que la cuidan mucho, que la quieren. Soy la cara visible, pero hay mucha gente que nos ayuda y que hace que esto no sea tan desgastante.

Yasmín Bau no tiene hijos. Al igual que Cecilia, dice, no los tuvo por opción personal.

Producto de su insuficiencia pulmonar, a la artista la acompañan una fonoaudióloga y una kinesióloga antes de subir al escenario. Por eso hace dos semanas, anunció, rendida, que es probable que se retire pronto de los escenarios. "Es parte de envejecer, no es nada malo", reflexiona Yasmín.

-Para ti esto es ver envejecer a una ídola. Otros, creen que estás viendo envejecer a una pareja. ¿Qué dices tú?

-No es real. Me han llegado comentarios donde inventan que soy pareja de la Cecilia y son innecesarios. Alrededor de ella hay muchos mitos y muchas historias que surgen y que no son reales. A estas alturas ya me da un poco lo mismo. La Ceci siempre dice algo que es muy sabio: mientras más mitos surjan sobre ella, más vigente estará su carrera. Prefiero quedarme con eso.

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