Isabelle Huppert: "Nunca caí en la fantasía de solo estar en las películas de Hollywood"

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La estrella francesa más activa de los últimos años conversa con Culto sobre Frankie, película recién estrenada en Chile en que interpreta a una actriz a punto de revelar un gran secreto a sus amigos de siempre.


El paso de la actriz Isabelle Huppert (66 años) por el mapa cinematográfico del mundo ha sido como un huracán. Partió en 1971, cuando los maestros de la Nueva Ola francesa estaban desperdigados, luego escapó a Estados Unidos en 1980 con la película Las puertas del cielo, de Michael Cimino, retornó otra vez a Francia para transformarse en la preferida del cineasta Claude Chabrol (actuó en siete de sus películas) y encaró el nuevo siglo bajo la guía de nombres mayores: Michael Haneke, Raúl Ruiz, Hong Sang-soo. Lo ha probado todo, pero aún quiere más. Dice que le falta estar en Sudamérica y también se acuerda de que pronto empezará a actuar en la obra teatral The glass menagerie en Londres. Un bólido.

Los números, por si los datos mencionados aún no convencen, pueden resumir mejor su aplastante capacidad laboral: según el portal especializado en cine francés Allocine, Isabelle Huppert ha estado en 139 películas, superando, incluso, a la ya trabajólica Catherine Deneuve y muy arriba de Juliette Binoche o de Isabelle Adjani, quien partió en la misma época.

Con habilidad para el inglés desde sus años infantiles (su madre era profesora de esa lengua), Isabelle Huppert actúa a razón de tres o cuatro películas por año (aunque en el 2017 estuvo en seis), repartiendo su trabajo en varios puntos cardinales.

Bajo esas coordenadas, las posibilidades de que alguna de sus cintas lleguen a Chile son más que las de otras actrices galas y, sin ir más lejos, el año pasado se la vio en Greta, un thriller junto a la actriz estadounidense Chloë Grace Moretz, donde interpreta a una viuda con obsesiones peligrosas. Es decir, una potencial asesina.

Es el tipo de personajes por el que se ha hecho conocida, parientes de sus heroínas fatales en el cine de Chabrol o de sus mujeres disfuncionales en las obras de Haneke. El denominador común, en cualquier caso, suele ser la contención, el énfasis preciso, el gesto justo. Pocas lágrimas, escasas risas, pero bastantes sugerencias, la necesaria elegancia y varias sonrisas cómplices. Todo lo contrario a la escuela del método en Hollywood o la declamación shakespereana.

Gobernada por esa personalidad y su inconfundible figura menuda (un metro 57 centímetros y 52 kilos), Isabelle Huppert (o Izzy, para sus conocidos) ha ganado dos veces el premio a Mejor Actriz en el Festival de Cannes: en 1978 por Violette Nozière, de Claude Chabrol, y en el 2001 por La profesora de piano, de Michael Haneke.

Su última incursión transatlántica es en la película Frankie, del estadounidense Ira Sachs. En el filme, estrenado esta semana en Chile, Huppert interpreta Françoise (o Frankie) Crémont, una actriz de fama internacional que decide reunir a toda su familia y amigos durante un día en el pintoresco pueblo de Sintra, en la costa de Portugal.

Todos intuyen que les comunicará algo serio y nadie quiere cortar el tenso ambiente que se respira. Ella y su hijo hablan de herencias, de dinero y de falta de amor. A pesar de este aire dramático, el realizador se las arregla para darle un tono sereno a la historia.

"Ira Sachs tiene una gran habilidad para hacer que nada parezca forzado y que las actuaciones tengan la apariencia de la vida misma", dice la actriz al teléfono desde París. Los elogios a Sachs, uno de los más talentosos cineastas independientes de Estados Unidos, nunca le parecen pocos.

"Mi personaje, Frankie, debe lidiar con una experiencia dramática, y cuando haces ficción, tiendes a exagerar. Por el contrario, Ira (Sachs) busca un sentido de la verdad en sus imágenes y guiones", recalca sobre el realizador de Por siempre amigos (2016), cinta con Greg Kinnear (Little Miss Sunshine) y la actriz chilena Paulina García, que se dio en nuestro país hace dos años

En Frankie está otra vez Greg Kinnear, ahora como el novio de Ilene, interpretada por Marisa Tomei (En el dormitorio, Spider-Man). Ella es la mejor amiga de Frankie, con quien comparte secretos y mentiras, pero también verdades y creencias. Una de las mejores escenas de la película es precisamente con Tomei.

"Es un muy bello pasaje. Es cuando yo le pido a ella que no llore, pero por otro lado es la única vez que yo misma suelto algunas lágrimas en la película. Un muy bonito detalle", reflexiona la actriz de Gracias por el chocolate (2000). Pero, ¿cómo evitar caer en los sentimentalismos si hay enfermedades, separaciones o desencuentros en la historia?

"Desde un principio el director y yo estábamos en la misma sintonía. Es más, escribió el guion pensando en mí. De alguna manera, sabía que no corría ningún riesgo conmigo al respecto. No al menos de sentimentalizar un personaje. Por eso, a la hora de rodar, ni siquiera hablamos al respecto. Todo fue automático", responde Huppert, quien suele contestar con precisión y detalles, pero sin exagerar nada, casi como si fuera la mímesis de sus personajes.

También se detiene en la dicotomía entre la avasalladora belleza de la localidad de Sintra y las pequeñas miserias de los personajes. "Es uno de los juegos que propone la película. Pero, por otra parte, hay un lado bastante pragmático en las relaciones entre todos: se habla mucho de dinero, algo que nos toca a todos en la vida. La misma relación entre Frankie y su hijo Paul (Jérémie Renier) no es en absoluto idealizada y quizás ella debe reconocer que no fue la mejor madre. Nos damos cuenta de que Paul tiene problemas financieros y que eso provoca un quiebre o un vacío con su madre".

La Academia de Cine de Francia, Cimino y Ruiz

Pero no todo lo que pasa en el cine entusiasma a Isabelle Huppert. Probablemente, los escándalos extrafílmicos la aburren. Un ejemplo: la renuncia en masa de los directivos de la Academia de Cine de Francia no le quita el sueño. Aunque los motivos hayan sido la petición de cambios en sus estatutos y mayor representación de la mujer entre sus integrantes.

"Está bien. Es necesario cambiar las cosas de vez en cuando. De seguro serán para mejor", dice. Cuando se le consulta por las motivaciones tras el cambio, agrega: "Me parecen bien, pero no es algo que sea muy importante para mí en este momento. No es el tema central de mi vida".

Sí es efusiva, aunque siempre en su estilo, al referirse a La puerta del cielo (1980), aquel western maldito de Michael Cimino (El francotirador, 1978), donde compartió cartel con Kris Kristofferson y Christopher Walken. La película, que llevó a la quiebra a United Artists debido a su mala taquilla, fue recortada en forma criminal por los productores en su estreno. Con el paso de los años, se lanzó una versión completa de tres horas y 40 minutos que se transformaría en objeto de culto entre los cinéfilos.

"Yo tenía 26 años cuando hicimos aquella película maravillosa, recién comenzaba en el cine fuera de Francia. Para mí, todo tenía la categoría de excepcional, empezando por Michael Cimino. Después de muchos años volví a ver la película y caí en cuenta de que era una voz única, un auténtico genio, alguien muy libre en su propuesta. De hecho, pagó un precio muy alto por mantener esa libertad artística", recuerda.

¿De dónde viene ese apetito que a los 26 años la hizo estar filmando en Montana? ¿Es el mismo que la hizo viajar a Corea del Sur en 2012 para ponerse a las órdenes de Hong Sang-soo en In another country?

"Es algo natural en mí. Lo empecé haciendo desde que era muy joven. Y no solo me interesaban los cineastas estadounidenses: nunca caí en la fantasía de solo estar en las películas de Hollywood. Por el contrario, mi propósito de siempre fue estar en varios continentes y con cineastas de todos los países. De hecho, la única parte del mundo en que no he trabajado es en Sudamérica. Espero que algún día lo haga".

Probablemente no ha estado en esta parte del mundo, pero sí ha sido dirigida por Raúl Ruiz en Comedia de la inocencia (2000). Para ella, en cualquier caso, se trata de Raoul, en francés. "Ah, por supuesto, Raoul Ruiz. Olvidé nombrarlo cuando hablé de los directores extranjeros, porque en realidad era como uno de los nuestros. Comedia de la inocencia fue sorprendente. Tengo magníficos recuerdos de aquella filmación, sobre todo porque Ruiz era un hombre inteligente y al mismo tiempo divertido.

https://www.youtube.com/watch?v=Uqgp2wtiLEA

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