Carla Vargas, autora de Vacío Temporal: “No paro de escribir, porque siento que si paro voy a perder la práctica”

Oriunda de Rancagua, acaba de lanzar su debut a través de Los Libros de la Mujer Rota. Es la historia de una chica cuyo punto de partida fue la misma vida de la escritora, pero que luego derivó en otra cosa. En charla con Culto, desmenuza la novela y habla de sus planes futuros.


Tal como la protagonista de Vacío Temporal, Carla Vargas (Rancagua, 1994) se encuentra en la casa de sus padres, en Machalí, aunque en su caso es para pasar ahí la cuarentena producto del coronavirus. Desde su pieza recibe la videollamada de Culto. La idea es hablar de su libro.

En Vacío Temporal, la novela debut que acaba de publicar vía Los Libros de la Mujer Rota, se cuenta en primera persona la historia de una chica -que no conocemos nunca su nombre-, que viaja desde Santiago, donde subsiste en base a trabajos precarios, hasta Machalí. Ahí, en la intimidad y calor del terruño, la protagonista busca alejarse de una vida llena de alcohol, drogas, carrete y sexo que la hace cuestionarse, pues se ve a sí misma más dañada que beneficiada.

Carla explica que la idea de la novela comienza desde la autoficción. "Hay harto de mí en la protagonista, o sea, el libro parte por algo que yo quería hacer. Yo siempre he tenido, no sé si siempre (sonríe), una relación de conflicto con el alcohol, las drogas y el carrete, entonces nació de mí una intención de alejarme de eso, de hacer una especie de retiro".

Sin embargo, la autoficción es solo el punto de inicio, porque Vargas cuenta que si bien quería hacer ese retiro, aunque al final nunca lo hizo. Entonces, la idea inicial poco a poco se fue transformando. “De repente estaba escribiendo un texto y no me estaba gustando mucho, lo encontraba fome, latero, no sé”, cuenta Carla. Y ese punto, en que encontraba que la cosa no funcionaba, fue cuando comenzó a abordar la idea inicial desde una lógica de hacer ficción.

"Ahí separé lo que era mi vida y empecé a trabajar la novela en el mundo de la novela, y en el mundo de esa protagonista, que no solo recoge vivencias reales mías, también de amigas. Puras mujeres. Al final, lo que pasa en la novela es la novela".

Carla se fue a habitar el mundo de Vacío Temporal cerca de un año y medio, desde agosto de 2018 hasta el verano de 2020. Comenzó a trabajar en la novela a partir de dos talleres literarios que tomó con Claudia Apablaza. Ahí empezó todo.

"Le conté a Claudia la idea que tenía de la trama del libro, le gustó la idea y también le gustó mucho un texto que leí en su taller, ahí me dijo que publicáramos, y empecé a hacerlo más en serio".

-¿Qué fue lo más complicado a la hora de construir el relato?

- Son relatos separados que funcionan en su totalidad, pero de repente estaba como muy desarmado. Eso me decía la Claudia a veces, que estaban todos los capítulos cerrados muy bien, eran redondos, y había algunos que no, que les faltaba. Eso hubo que arreglarlo. También de repente era muy densa, la Claudia me decía que tenía que bajarle un poco esa densidad, poner una pausa al lector, un descanso.

-En esa construcción es imposible no pensar en el final, que es abierto y deja cosas sin resolver. ¿Siempre lo pensaste así o fue algo que se dio en el camino?

-Siempre pensé que terminara casi igual que como empezó. Nunca quise que fuera una novela con un discurso moral, o de autoayuda. Tiene un final abierto, porque al final es como un aprendizaje, voy a escapar de algo, pero tal vez eso de lo que estoy escapando no es el problema.

-En cuanto a tu formación como lectora y escritora, ¿qué autores y otras novelas tomaste como referentes para ir esculpiendo Vacío Temporal?

-Yo creo que son las que leía mientras escribía la novela, que son Tokio blues, de Haruki Murakami; El benefactor, de Susan Sontag; Azul casi transparente, de Ryū Murakami; Biografía del hambre, de Amélie Nothomb; Mapas terminales, de Lucila Grossman; Todos piensan que soy un fakir, de Claudia Apablaza. Me inspiraban mucho.

-¿Lees desde siempre?

-Mi papá lee mucho, siempre en la casa han habido libros. Siempre trató de inculcarme la lectura así como "tienes que leer, porque la gente que lee es la que está bien", y hasta séptimo básico no me gustaba leer, me cargaba. Nunca había encontrado algún libro que me gustara, pero cuando leí El diario de Ana Frank me gustó mucho, y desde ahí empecé a leer. Me compré Crepúsculo y me leí toda la saga, también Los juegos de hambre y cosas así. Y también libros que tenía mi papá, como cosas de Ray Bradbury, George Orwell, muy como literatura de papá (sonríe). Pero siempre estaba leyendo, en el colegio leía siempre, no solo los libros del colegio. Después me fui a la U y amplié más mi espectro literario y conocí más autores, como Roberto Bolaño, Amélie Nothomb, Susan Sontag, y ahí me metí en lo que realmente me gustaba, como mi estilo, porque antes era más como lo de mi papá.

Elegir un nombre

Sentada frente a la pantalla, con unos audífonos y vía Hangouts, Carla Vargas explica que el nombre de la novela tiene mucho que ver con la idea de apartarse de los vicios. "En principio, esta especie de retiro es una pausa en la vida normal que ella vive, donde esa normalidad es Santiago y el exceso de todo -cuenta Carla-. Luego, el vacío en los recuerdos que una tiene después de carretear y cosas así, como lagunas mentales. También está este vacío que ella siente, o no sé si un vacío, pero este malestar que puede ser comprendido como una especie de vacío. Y, bueno, toda esta búsqueda zen que ella tiene también. En el budismo zen se habla mucho del vacío".

La mención al budismo zen no es casual, es un concepto que Carla usa para medir el dolor. "Lo de zen es como un parámetro para decir si estoy bien o estoy mal. Cuando estoy bien digo estoy zen, cuando estoy mal, digo no estoy zen". Aunque aclara que no es budista, "solo me gusta mucho".

"Además, al comienzo, mucho de la novela transcurría en un supermercado. El Líder de Santa Rosa tenía mucho más protagonismo, entonces, había pensando en el siguiente título: Vacío temporal en el supermercado, pero luego, la novela tomó otra forma, y entonces, quedó Vacío Temporal", agrega Vargas.

Un momento notable de Vacío Temporal es cuando la protagonista sostiene un increíble diálogo con Emily Dickinson gracias a una imaginaria sesión de espiritismo. La idea se basa en algo que también sale en la misma novela, una sesión de espiritismo que el cineasta soviético Andréi Tarkovski en que se le apareció el fantasma del poeta Boris Pasternak. La protagonista quiere hacer una sesión en que se le aparezca Susan Sontag, aunque al final es la poeta de Amherst la que tiene el honor.

En la ficción del diálogo, la estadounidense crea su legendario poema 288 ("Soy nadie, ¿quién eres tu?") en base a la conversación con su interlocutora chilena venida del más allá.

"Leí ese poema de Emily Dickinson para una cuenta de Instagram que se llama Mar y Cerro, que hace videopoemas. Lo leí porque me gusta mucho, y ahí como que conecté con ese poema. Estaba metida con todo esto de la sesión de espiritismo, porque realmente vi esa noticia de Tarkosvski. Me encantó y dije que quería hacer lo mismo".

-¿Lees poesía?

-No tanto, yo creo que muy poco. Emily Dickinson y Sylvia Plath. No soy de leer poesía, no tengo esa cultura de la poesía.

En tercera persona

-¿Tienes pensado algún futuro proyecto?

-Sí, estoy escribiendo cuentos. En la misma línea que la novela, pero son distintas historias, y estoy trabajando harto en tercera persona porque dije 'ya, hice esta novela que está en primera persona y es súper intensa, tiene mucho carrete, y ahora quiero hacer algo distinto'. Trabajar la tercera persona, hacer cuentos. Tengo seis cuentos escritos. No paro de escribir en realidad, porque siento que si paro de escribir voy a perder la práctica, siento que es como cualquier trabajo.

-¿Y qué tal el formato cuento?, ¿te gusta?

-Sí, me gusta harto, mucho.

-Porque el cuento no es un formato simple...

-¡No, para nada! Cuando terminé la novela, la primera persona era todo lo que había escrito, porque cuando hacía cosas en tercera persona, me cargaba como quedaba. Sentía que no me salía nada, me salía pésimo. Ahora dije 'bueno, tengo que hacerlo', y me gustó mucho. Creo que me gustan mucho los cuentos que he hecho.

Vacío Temporal ya se encuentra disponible en librerías y en el sitio web de la editorial Los Libros de la Mujer Rota.

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