Sharon Stone publica sus memorias y entrega detalles del engaño que sufrió en la escena más recordada de Bajos Instintos

Sharon Stone en Bajos Instintos, 1992. ©TriStar/courtesy Everett Collection.

La actriz, de 63 años, lanza su libro The beauty of living twice (La belleza de vivir dos veces), a través de editorial Knopf. Entre otras cosas relata su infancia en Pensilvania, y su carrera como actriz de Hollywood. Junto con relevar prácticas abusivas de los cineastas, dedica un apartado a la película de 1992 que la hizo famosa.


Fue la sex symbol de la industria del cine durante los 90 y protagonizó algunas de las más taquilleras películas de ese decenio. Aunque con la quietud que hoy le entregan sus 63 años, Sharon Stone acaba de lanzar su libro de memorias titulado The beauty of living twice (La belleza de vivir dos veces), vía editorial Knopf. En el escrito, no se guardó nada y tocó varios puntos sobre su vida pública, pero también sobre la esfera privada.

El libro arranca con la actriz hablando sobre sus orígenes en Meadville, Pensilvania. De ese período, rescata una historia dramática. A los ocho años, su abuela la obligó a ver a su abuelo abusar de su hermana de cinco años. Tiempo después, el anciano falleció, y para ella fue una mezcla de sensaciones. “Es algo muy extraño cuando eres un niño y la primera experiencia que tienes de la muerte es alegría y alivio. Y vacío “.

Stone confiesa que, desde ahí, sentía ira por la figura de su abuelo, pero que aprovechó esa rabia para meterse en el rol de la asesina en serie Catherine Tramell, su personaje de Bajos instintos. “Saber que estaba tan enojada que me hubiera encantado apuñalar [a mi abuelo] hasta la muerte”, señala, y agrega que haberlo hecho “fue increíblemente liberador”.

Lo del abuelo no fue el único episodio difícil durante sus primeros años. Stone cuenta que a los 17 años cruzó las fronteras estatales para realizarse un aborto secreto, y años más tarde sufrió tres abortos espontáneos, cada uno después de cinco meses de embarazo.

“Para tener química”

En línea con lo vivido con el movimiento #MeToo en 2017, que develó prácticas abusivas contra las mujeres en la industria del cine, en su libro Sharon Stone revela esas mismas actitudes de parte de algunos cineastas. Por ejemplo, asegura que un productor le sugirió que debía acostarse con un compañero de reparto para después, al minuto de filmar, “tener más química”.

“¿Qué te crees, que porque me acueste con él será mejor actor? Nadie es tan bueno en la cama. Pensé que debían contratar a un compañero con más talento, que pudiera llevar una escena y acordarse de su texto. También pensé que podían irse a la mierda y dejarme en paz”, recuerda la actriz en su libro.

Asimismo, cuenta que hubo un cineasta que se negó a trabajar con ella porque se negó a sentarse en su regazo.

“Gracias a Dios, ahora no es así -dice la actriz-. Todo el sistema está cambiando. La carga financiera es real y el club de viejos ya no cubre esto. Hay más mujeres al timón, y no están en el bolsillo de los hombres, obligadas a seguir el juego o ser enlatadas “.

Una cachetada para los bajos instintos

Acaso la escena más famosa con que se le asocia es la de Bajos instintos (1992), la película que la lanzó al estrellato. Cuenta que le costó muchísimo conseguir el papel, porque hasta entonces, no era una actriz reconocida.

“Hasta entonces yo era ‘nadie’ en Hollywood y luché mucho para conseguir el papel que ya le habían ofrecido a otras 12 actrices antes. Recién ahí el director Paul Verhoeven y Michael Douglas, decidieron probar conmigo”, escribe.

“Durante años, me habían golpeado haciendo un montón de películas de mierda y yo ya tenía 32 años. Fue mi película número 18”, recuerda.

El momento que aparece en el inconsciente colectivo es cuando cruza una de sus piernas delante de un interrogatorio policial dejando ver su ausencia de ropa interior. En sus memorias, por supuesto, aborda el tema, entregando por primera vez más detalles en torno a lo que durante años se ha considerado “un engaño” por parte del equipo de producción hacia Stone.

“‘No podemos ver nada, solo necesito que te quites las bragas, ya que el blanco refleja la luz, así que sé que tienes bragas ‘”, cuenta que le dijeron, y que además le aseguraron que sus partes íntimas no se verían en la película. Pero no fue así. Y peor aún, solo se dio cuenta una vez que vio la proyección de filme en una sala llena de agentes y abogados.

“Así fue como vi mi vagina-shot por primera vez. Eramos mis partes íntimas y yo, ahí arriba”, dijo.

Por supuesto, al descubrir el engaño, se acercó a la cabina de proyección y le dio una furiosa cachetada al director. Luego, se fue de la sala y llamó a su abogado, quien le dijo que podía obtener una orden judicial para calificarla como X. “Era 1992, no ahora, cuando vemos penes erectos en Netflix”, aclara.

De todos modos, señala que aceptó hacer la escena porque “era correcta para la película y para el personaje y porque, después de todo, ya estaba hecha”.

Para Stone, escribir este libro fue una especie de viaje, de encuentro y perdón con su pasado. “He aprendido a perdonar lo imperdonable. Mi esperanza es que al compartir mi viaje, tú también aprendas lo mismo”, escribió en Twitter.

The beauty of living twice ya está disponible, en inglés, en Amazon como preventa.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.