De Tolstoi, Abba y Marlon Brando: una guía rápida para observar a Napoleón Bonaparte en la cultura

Napoleon Bonaparte. Portarit of Napoleon Bonaparte 1769-1821 at the battle. Detail of a painting by Joseph Chabord 1786-1848. Museo Napoleonico, Rome Italy

Se cumplen 200 años desde que el corso falleciera en su exilio en la isla de Santa Elena. En Culto, revisamos cómo la cultura ha revivido al legendario militar francés que indirectamente, influyó en la independencia de Chile. Con novelas, series, películas e incluso canciones.


Si se mira el mapamundi, se observará que la isla de Santa Elena es casi un punto minúsculo más allá del ancho mar. En ese sitio, prácticamente aislado del mundo, y en calidad de prisionero, falleció Napoleón Bonaparte, un 5 de mayo de 1821.

Oriundo de Córcega, hablaba un francés con un marcado acento italiano, y su carrera militar fue tan meteórica como majestuosa. De ser un general de artillería que salvó un intento de golpe contra el Directorio, en 1795 -solo con un improvisado ejército que armó casi a la carrera- llegó a (auto)coronarse emperador de la franceses y conducir los destinos de prácticamente toda Europa. Su influencia fue tal, que su expedición en España (pensada originalmente para ir a castigar a Portugal por no respetar el bloqueo continental contra Inglaterra) terminó repercutiendo en la prisión del rey Fernando VII y la posterior independencia de las colonias americanas.

Como sea, su figura ha inspirado una serie de manifestaciones y objetos culturales que pasamos a detallar.

Guerra y Paz, de León Tolstoi: echando mano al archivo

Publicada en 1869, es considerada una de las obras cumbres del autor ruso. Con un estilo “gran novela”, muy extensa, propia del siglo XIX (dependiendo de la edición, se le puede encontrar entre las 600 y 900 páginas). Además, en otro rasgo característico de la narrativa de la época, posee un narrador omnisciente.

Guerra y paz se sitúa en 1812, año en que el emperador de los franceses invadió Rusia, con un resultado estrepitoso y que de alguna manera fue el principio del fin de su apogeo. Para trabajarla, Tolstoi conversó con personas que habían vivido la invasión francesa, además de libros, cartas, diarios y biografías del corso. Aunque también echó mano a su propia experiencia, pues sirvió en el ejército imperial ruso durante la guerra de Crimea (1853-1856), lo cual le ayudó con los detalles.

Sinfonía nº3 Eroica, de Ludwig van Beethoven: el recuerdo de un ídolo caído

Lo que pasó con esta sinfonía, la tercera de su trayectoria, es acaso una muestra del carácter tempestuoso del compositor alemán. Comenzó a componerla en 1802, inspirado en una sincera admiración hacia lo que -para él- representaba hasta entonces el corso (por esos días, con el cargo de Primer Cónsul): alguien partidario de una república y de los ideales de igualdad, fraternidad y libertad. Algo poco común en esos tiempos donde la norma eran las monarquías autócratas y ciudades gobernadas por clérigos. Sin ir más lejos, Bonn, la ciudad natal de Beethoven, se encontraba bajo el sayo del obispo elector de Colonia.

Beethoven, quien hacia 1804 residía en Viena, fue de los que aplaudió el triunfo de Napoleón sobre los austriacos a fines del XVIII, y que permitió establecer la efímera república Cisalpina en Italia, dotada de una Constitución y una bandera, similar a la francesa, salvo que en vez del azul se usó el verde. Sí, la actual bandera peninsular.

Pero la admiración se transformó en repudio en 1804, cuando el corso se proclamó emperador. El músico se sintió decepcionado de ver cómo un referente de alguna forma renegaba de sus ideales republicanos y se transformaba en monarca. La sinfonía en su honor, que se llamaba Eroica, tuvo un cambio en su título, pues le agregó una frase. Así quedó: Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre. Se estrenó públicamente en 1806, y tres años después, como una ironía del destino, Beethoven dirigió una interpretación de la sinfonía ante el propio Bonaparte, quien la aplaudió.

Desirée: Marlon Brando en la piel del emperador

Original de 1954, y dirigida por Henry Koster, Desirée es un filme que relata la historia de Bernardine Eugénie Désirée Clary, quien fuera reina consorte de Suecia y Noruega. Pero los avatares palaciegos la hicieron entrar en la historia del corso. Resulta que su hermana Julia, se casó en 1794 con José Bonaparte (sí, el famoso “Pepe Botella”); y Desirée se comprometió con el general corso al año siguiente. Sin embargo, el enlace se rompió, puesto que Bonaparte eligió como esposa a Josefina de Beauharnais.

En el rol de Desirée estuvo la actriz británica Jean Simmons (quien tuviese dos nominaciones al Oscar) y como Napoleón estuvo nada menos que un ascendente Marlon Brando, quien venía de hacer El salvaje, el año anterior, y Un tranvía llamado deseo, en 1951.

Marlon Brando, interpretando a Napoleón, en el film Desirée.

Waterloo, de Abba: una batalla con ritmo pop

Quizás Napoleón Bonaparte no se imaginó nunca que en el siglo XX, una banda pop de suecos haría referencia a su figura, claro que en base a su derrota final, la batalla de Waterloo, en Bélgica, en 1815. Por eso, la canción Waterloo, de Abba, toma la voz de una mujer, que se “rinde” ante su amor. “En Waterloo / Napoleón se rindió / Oh sí / Y he conocido mi destino de una manera bastante similar”, reza la letra. Incluso, se hace más evidente en el video, donde hay flashazos a un mini busto del corso.

El tema, lanzado en 1974, se compuso específicamente para participar en el Festival de la Canción de Eurovisión de 1974, el cual efectivamente ganaron. El pegajoso single, además, escaló directo al número 1 en Reino Unido y permaneció allí durante dos semanas.

El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas: el retorno del rey

Si hubo un período bien particular en la vida de Napoleón Bonaparte, fue el que se conoce como “Los Cien días”, en 1815, cuando el emperador escapó de su exilio en la isla de Elba, entre Italia y Francia, y volvió -con el apoyo popular- al poder. Es en ese período en el que se ambienta la novela El conde de Montecristo, cuyo protagonista Edmundo (Edmond) Dantès, quien posee una fortuna y está pronto a casarse con una bella mujer española, es acusado de ser agente bonapartista, en los días en que Luis XVIII ocupaba el trono tras la abdicación de Napoleón en el tratado de Fontainebleau.

La gracia es que el emperador aparece como un personaje más. Ocurre que Dantès, en un momento de la novela hace una parada en la isla de Elba, y se encuentra con Napoleón, quien le entrega una carta dirigida a un hombre en París del cual sólo le dice el nombre: Noirtier.

La novela fue publicada en 1844, solo 23 años después de la muerte del emperador.

Napoleón, la serie: un elenco de lujo

En 2002, se estrenó la serie de coproducción entre Francia y Alemana titulada simplemente Napoleón, de 4 episodios. Dirigida por Yves Simoneau y emitida por la cadena A&E en Estados Unidos, la producción cuenta con un elenco actoral que se quisiera cualquier director. En el rol de Napoleón, el actor francés Christian Clavier; en el de Josefina, la italiana Isabella Rossellini; en el de Joseph Fouché, ministro de seguridad del emperador está nada menos que Gérard Depardieu; y en el del canciller Charles Maurice de Tayllerand (un personaje enigmático que da para una serie por si solo), el mismísimo John Malkovich.

La serie abarca prácticamente toda la vida pública del emperador. Desde el improvisado ascenso de Napoleón como jefe de Estado mayor del Ejército francés con el fin de contener una revuelta realista contra el gobierno de directorio, hasta sus días finales, en Santa Elena. Está disponible en YouTube completa y en español.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.