Los Fantasmas de Pinochet: la novela gráfica de Francisco Ortega y Félix Vega que lleva a juicio al ex general

El guionista y el ilustrador reinventan al personaje en lenguaje cómic, con referencias a Darth Vader, Macbeth y Ciudadano Kane. A partir de la detención en Londres, la novela explora en sus demonios y lo enfrenta a las víctimas en un juicio supernatural. Desde la perspectiva del personaje, los autores proponen un relato cargado de tensión y una poderosa narrativa visual, por la que atraviesan Salvador Allende, Carlos Prats, Víctor Jara y Rodrigo Rojas, junto a criaturas de pesadilla.


Se lo dijo Federico Willoughby, ex vocero de la Junta Militar. Durante la investigación para la novela gráfica con Félix Vega, Francisco Ortega conversó con el ex asesor de Pinochet. Entre los datos que le contó, uno le llamó especialmente la atención: “Me habló de la paranoia de Pinochet con los gringos. Pinochet juraba que el atentado en su contra fue organizado por ellos; él decía que en el Frente no tenían idea de usar armas, no sabían disparar cohetes. Estuvo de acuerdo en acusar al Frente del atentado, pero estaba convencido de que habían sido los gringos. Cuando Willoughby me lo cuenta, me dice este era uno de los fantasmas de Pinochet”, recuerda el escritor.

De ahí nació el título para la novela gráfica que ahora publican con el sello Planeta, Los fantasmas de Pinochet. Luego de tres años de trabajo, el proyecto llega a librerías en una cuidada edición de más de 100 páginas, que propone un relato cargado de tensión y una poderosa y alucinante narrativa visual.

Estructurada en torno a algunos hitos en la biografía del ex general, la novela crea a un Pinochet ficticio, un personaje oscuro, complejo y dramático, más cercano a Darth Vader o una figura del universo del horror que al personaje histórico. Narrada desde el punto de vista de Pinochet, explora en sus demonios y fantasmas, en sus miedos y pesadillas, a partir de su detención en Londres.

Con un audaz juego cromático y una composición visual de gran fuerza expresiva, la novela propone un viaje imaginario que transita del presente al pasado y más allá: comienza en Virginia Waters y en breves flashbacks visita su infancia, su relación con Lucía Hiriart, el Golpe, el atentado de 1986, para luego retornar a Chile, donde muere sin ser juzgado. Pero entonces se abre un nuevo acto: el personaje ingresa a otra dimensión y los espíritus de la víctimas de la dictadura vuelven para enfrentarlo en un juicio sobrenatural.

En el relato aparecen personajes reales como Salvador Allende, los militares de la Junta, el general Carlos Prats, Rodrigo Rojas y Víctor Jara, entre otros, junto a demonios y seres mitológicos.

“Queríamos transformar a Pinochet en un personaje de ficción, en una figura de la mitología oscura de Chile. En ese sentido, más que en la historia dura de Pinochet, nos basamos en Ciudadano Kane, Macbeth y Julio César de Shakespeare, y Canción de Navidad de Dickens”, cuenta Francisco Ortega. Aun así, la bibliografía la integran un centenar de títulos, desde La historia oculta del régimen militar hasta La familia: la historia privada de los Pinochet.

El proyecto nació en 2017, en un café de calle Lastarria, donde Félix Vega se reunió con Ortega y el dibujante Guillermo Martínez. El autor de Juan Buscamares les contó que quería trabajar con una figura del terror chileno. ¿Quién? ¿La Quintrala? “No, del que nadie se atreve: quiero contar la historia de Pinochet”, respondió Vega.

Para el hijo de Oskar Vega (dibujante de Mampato), era una tarea necesaria, “porque van cambiando las percepciones con el tiempo y para la gente joven Pinochet está junto a Allende y Arturo Prat, ellos no los separan, son personajes históricos. Sentí que era necesario y que había que hacerlo no desde el reportaje sino desde la ficción. Yo andaba buscando un partner, un guionista que pudiera acompañarme en esta locura que iba a durar mucho tiempo e iba a ser pantanosa, trabajar con el horror”.

El escritor de El cáliz secreto y guionista de Mocha Dick era sensible al tema: “Alguna vez propuse hacer un cómic sobre los niños del Golpe a Norma, pero no prosperó. Después, con Miguel Asensio y Angela Poblete, lo propuse como serie de TV a Chilevisión, pero no ganó fondos del CNTV, y nunca se concretó”.

Tras la investigación, los autores seleccionaron los hechos reales que querían incorporar. La primera versión daba para una novela de 300 páginas, cuenta Ortega. “Lo condensamos y trabajamos el montaje como una película, moviendo escenas. Eso nos permitió construir un camino del personaje. Empieza con un Pinochet en su ocaso, el crepúsculo de su vida, comienza recordar, va a su infancia y vamos jugando con el lector, mostramos cómo se va formando su personalidad. Pero toda la empatía se va en el tercer acto, cuando hablan las víctimas”, relata el escritor.

Las víctimas

“Si Pinochet murió sin ser juzgado, nosotros decidimos llevarlo a juicio en una novela gráfica de terror”, dice Félix Vega.

En la escena del juicio, las víctimas del régimen reviven, no con la apariencia que tenían en vida sino con el estado y las huellas del maltrato en que murieron: allí están desde Orlando Letelier, Bernardo Leighton y Marta Ugarte, la profesora lanzada al mar, hasta Michel Nash, un joven conscripto de Valparaíso. Una decisión controversial que el dibujante trabajó cuidadosamente. “Hacemos algo muy fuerte que es mostrar a las víctimas con las secuelas físicas de su tortura, de su martirio. El tratamiento remite un poco a lo religioso, pero la idea era empoderar a las víctimas y enfrentar a su victimario. Ese fue el intento, porque creo que de esa manera no vamos a deleitar pornográficamente a quienes podrían estar de acuerdo con ese dolor”, dice Vega.

Con un personaje que aún genera divisiones en la sociedad, es altamente probable que la novela encuentre críticas y reacciones contrarias. Algo de lo cual los autores son conscientes. “Ls Pinochet lovers seguramente van levantar polvareda porque transformamos a Pinochet en personaje de cómic, pero a la izquierda probablemente haya ideas que no le gusten, como que hubo infiltrados del Frente que trabajaban para Manuel Contreras; esa es una de las teoría que hubo y que nos parece probable”, dice el guionista.

Igualmente, el retrato de las víctimas también podría herir sensibilidades, si bien los autores dicen que su intención fue honrar su memoria. “Es nuestra manera de hacer justicia”, afirma Ortega.

“Lo tomamos como un acto reparatorio, dentro del formato en el que trabajamos”, complementa Félix Vega. “Para nosotros fue duro trabajar en este proyecto, fue doloroso; lo más difícil para mí fue dibujar la página de Victor Jara, mi papá trabajó con él y cuando la dibujé me di cuenta que estaba llorando. Así de fuerte, hay una empatía hacia las víctimas y por eso la dedicatoria al final del libro”.

El relato utiliza frecuentemente las elipsis y la narración cierra con las banderas del estallido social. “Es el símbolo del fin de Pinochet; la nueva Constitución va a terminar con las últimas huellas de su legado”, subraya Ortega.

El libro llega ahora a librerías chilenas y ya fue contratado en España.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.