La dibujante chilena detrás del otro cortometraje nominado al Oscar

Marcia Rojas es animadora asistente y parte del reducido equipo detrás de Affairs of the art, la cinta británica que compite en la misma categoría que Bestia. "La animación chilena tiene un potencial artístico y monetario súper grande", dice desde Cardiff la alguna vez diseñadora de La Tercera.


A seis años del triunfo de Historia de un oso en los premios Oscar, la animación chilena vuelve a competir en los máximos galardones de Hollywood gracias a la nominación de Bestia, la celebrada cinta de Hugo Covarrubias que en marzo buscará la segunda estatuilla para una producción nacional en la categoría de Mejor Cortometraje Animado.

Pero el equipo de Bestia no es el único talento local que postula este año a los Oscar. A miles de kilómetros de distancia, desde su casa en Cardiff, la diseñadora chilena Marcia Rojas (44) también celebra el reciente anuncio de la Academia, que entre los nominados de esa misma categoría seleccionó su último trabajo, Affairs of the art. Un cortometraje británico pero “en parte chileno”, según recalcó la directora galesa Joanna Quinn en sus redes sociales.

Parte del equipo de Beryl Productions: Marcia Rojas, Joanna Quinn, Mia Rose Goddard y James Nutting.

Nacida en Coronel y criada en Quilpué, Rojas llegó a vivir a Gales en 2005 y desde entonces ha trabajado para diversos proyectos de Beryl Productions International Ltd., la compañía creada por Quinn junto al productor Les Mills. Entre ellos, la cinta Dreams and desires (2006), que ganó el Gran Premio en el Festival de Animación de Zagreb, y ahora como animadora asistente en Affairs of the art, el segundo filme con el que Quinn y su equipo postulan al Oscar.

“El ambiente en el mundo de la animación tiende a ser de gente relajada, donde el trabajo en equipo es indispensable. Puedes estar haciendo una labor muy humilde pero igual va a ser necesaria para el equipo”, explica Rojas, quien entre 2009 y 2010 fue parte del área de diseño de La Tercera.

Su entrada en la industria audiovisual británica fue producto de una afortunada coincidencia. Luego de una pasantía en 2001 en el extinto estudio porteño Valpoanimación, donde dio sus primeros pasos en el oficio colaborando en campañas comerciales, se trasladó a la capital galesa junto a su marido en 2005. En una clase en el instituto donde su suegra tomaba clases de español conoció a otro alumno, Les Mills, el socio de Quinn y quien la invitó a probarse en la productora.

Hoy integra el estrecho y aceitado equipo detrás de las creaciones de la productora con sede en Cardiff, que desde los años 80 desarrolla elogiados contenidos usando la tradicional técnica del 2D dibujado a mano sobre el papel; el viejo y querido arte del lápiz y la goma de borrar, con mesas de dibujo alumbradas por lámparas de escritorio.

“Los bosquejos los hace James Nutting, la animación principal está a cargo de Joanna y luego me los pasa a mí para que yo termine los dibujos que van entre medio. Es una cadena de trabajo bien riguroso y todo esto dibujado en papel”, detalla la diseñadora.

Con esa técnica dieron forma a Beryl, la protagonista de Affairs of the art y heroína de otros cortos anteriores realizados por la firma, como Girls night out (1987), Body beautiful (1990) y la mencionada Dreams & desires. En esta nueva entrega Beryl aparece como una mujer mayor a cargo de una familia disfuncional y obsesionada con cumplir su sueño de juventud de convertirse en una dibujante reconocida.

“Este tipo de personajes en general no se muestra mucho, nunca tienes una mujer cincuentona o sesentona como protagonista. Poder seguirle la vida es divertido y entrega un montón de posibilidades que aún no han sido exploradas”, comenta sobre el filme, cuya temática mundana y adulta, además de sus saltos temporales, le valieron también una nominación a los premios BAFTA.

Lo mismo su factura análoga, casi una rareza o una excentricidad en tiempos en que el mundo de la animación es dominado por lo digital. En ese sentido, para la dibujante, “la animación tradicional con lápiz y papel tiene una vitalidad que yo creo que no se refleja en los métodos digitales. Borrones, arruguitas... No hay un Control + Z en el papel y lápiz”.

Por la la misma razón, y pese a sus evidentes diferencias, Rojas ve ciertos paralelos entre su último trabajo para Beryl y el stop motion de Bestia. Dos producciones animadas de temática más adulta y compleja, confeccionadas al margen de las tecnologías digitales que hoy se imponen en el rubro. Algo similar a lo que proponía Historia de un oso y también Los huesos (2021), el premiado corto de Joaquín Cociña y Cristóbal León.

“La animación chilena se ve que tiene un potencial artístico y monetario súper grande, porque detrás de todo esto hay mucha oportunidad de inversión y de desarrollo”, dice la diseñadora, tras observar a la distancia el desarrollo de la animación criolla.

“En Chile hay mucho talento y muchas historias que se pueden contar, y en las compañías que producen contenido hay un montón de hambre por nuevas historias y por contenidos que sean diferentes”, agrega Rojas, quien actualmente trabaja en dos proyectos para otras compañías británicas: una adaptación de la novela infantil Kensuke’s kingdom y una película animada llamada My father’s dragon, realizada por el estudio irlandés Cartoon Saloon y coproducida por Netflix.

Sigue leyendo en Culto:

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.