Reseña de libros: de Alberto Fuguet a Gabriela Arriagada

Alberto Fuguet. Foto: David Gómez

Ciertos Chicos, la nueva novela del autor chileno, una historia de amor en la escena under del Chile de los 80; un ensayo en torno a los desafíos éticos y de inclusión de la inteligencia artificial, y un lúdico y divertido libro álbum en las lecturas de la semana.


Ciertos Chicos, de Alberto Fuguet (Tusquets)

Parecía una estrella de pop inglés. Con look new wave, el walkman con casetes de New Order y libros de Bukowski en la mochila, hijo de una familia de élite progre, Clemente se veía y se sentía extraño en el Chile de los 80. Venía de Birmingham, donde se exilió su padre. Y se encontró con un país en dictadura donde donde la represión era el estado natural de las cosas. “No solo se reprimía a los subversivos. Se reprimía pensar distinto, ser distinto, se reprimía sentir ciertas emociones y desear lo indeseable”. Es 1986, Clemente está en cuarto de periodismo en la Universidad de Chile. La escuela es un reducto dominado por el PC: “El odio de los estudiantes lana se dirigía a todos los que no militaban en la jota”. Clemente edita un fanzine de música, cine y libros y se mueve en el circuito under de Santiago: el cine Normandie, el Trolley, el Goethe, la librería Altamira. Allí se topa y conoce a Tomás Mena, un chico de San Miguel que egresó del Instituto Nacional y entró a Letras en la UC. Tomás también se siente distinto: quiere salir de su vida apagada de clase media y florecer.

A ocho años de Sudor, Fuguet vuelve a la ficción con esta historia que se lee como un reverso de Mala onda: una novela que explora en el Lado B de los 80, donde transitan Ramón Griffero, Vicente Ruiz y Pedro Lemebel cuando era Pedro Mardones, así como una galería de personajes inspirados en la movida contracultural de la época. “Estaba esperando la democracia, pero mi cuerpo necesita alegría”, dice uno de los personajes, y esa declaración define de algún modo el espíritu del universo narrativo. Lejos de Pinochet y la izquierda militante, Clemente y Tomás bordean un mundo que estética y moralmente son “la oposición a la oposición, una suerte de exilio interno, de resistencia estilizada”, dice el narrador. Clemente y Tomás buscan explorar, conectar y encuentran un refugio en la música pop: “Las canciones pop son como poemas, son los versos del futuro”, piensa Tomás. Desenfadada y a ratos desmesurada, Fuguet hace una sabrosa crónica de la escena de esos años, cargada de malicia, que a veces pierde de vista el romance central. Una historia de amor triste, un manifiesto pop y una vibrante novela generacional.

Los Sesgos del Algoritmo, de Gabriela Arriagada (La Pollera)

“Cuando se habla de ética en la inteligencia artificial se piensa en cómo hacer ‘algoritmos éticos’, en cómo lograr una ‘inteligencia artificial justa’, en los principios que deben guiar su desarrollo, en las responsabilidades que tienen quienes crean y usan estos sistemas”, escribe la filósofa Gabriela Arriagada, académica de la UC e investigadora del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA). No obstante, ella pone atención en un aspecto menos advertido: la inclusividad. Y ello tiene relación con su identidad de género no binaria y el diagnóstico que recibió como parte del espectro autista. No es una tarea fácil, desde luego. “Por una parte se requiere que el desarrollo de la IA integre objetivos de inclusividad en todo su ciclo de vida. Y esto, a su vez, demanda un compromiso de todo el ecosistema completo, de quienes diseñan, desarrollan , implementan, usan y, también, evalúan y legislan”, escribe en este ensayo que aborda las incertidumbres que abre el uso de la IA, así como de los sesgos y discriminaciones. En este sentido, postula, la responsabilidad humana es indispensable. “El desarrollo de la IA es una historia compartida. Somos cómplices en su desarrollo. La participación humana debe alinearse a nuestros valores y necesidades”, dice.

Detrás de un Flan se fue mi Caballo, de Nadia Romero, Patricia Strauch y Mauro Zoladz (FCE)

Un juego de versos puede convertirse en un insospechado cuento creativo: en una caja de sorpresas o en una aventura fantástica. En esta historia hay un pozo y al fondo de él hay una idea, dice uno de los personajes del libro. Diferentes personajes aparecen y se tropiezan con ese agujero que parece una sombra. “Un viento blanco se llevó mi barco/ tres, dos y uno, yo salto al charco”, dice el pirata y se hunde de cabeza. “Con mi caballo me fui hacia el mar,/ perdí su rastro en algún lugar”, cuenta el jinete. “Mi último hechizo fue un desatino:/ hundió en la sombra a mi felino”, se lamenta la bruja. Una estilizada jirafa se pregunta: “¿Acaso aquí cayeron mis manchas?/ Busqué a mis altas, busqué a mis anchas”. Y un chef de elegante mostacho exclama: “No cayó mi zapallo al puchero,/ se resbaló por ese agujero”. Y en ese foso cada uno encontrará algo distinto. Así, la bruja recupera lo que perdió la jirafa: ”Con lunares de pies a cabeza,/ soy una bruja pura belleza”. El chef encontró al compañero de cabalgatas del jinete: “Mi comensal es un buen potrillo,/ come bastante pero sencillo”. Y a su vez, el jinete decide montar una verdura: “Detrás de un flan se fue mi caballo,/ mejor me trepo a ese zapallo”. Humor, imaginación y creativas y juguetonas ilustraciones depara este divertido libro.

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