Camila José Donoso, directora de Antitropical: “Me gustaría que se pueda hablar de la migración desde otro lugar”
Codirectora de Naomi Campbel (2013), la realizadora presenta una película que captura la ola migratoria de los 2010 desde los ojos de una colombiana recién llegada a Santiago. Seleccionado en el 32° Festival Internacional de Cine de Valdivia, es el primer largometraje chileno con una mujer afrodescendiente como protagonista. “Protejo mucho a mis personajes. No me gusta ser morbosa ni hacer pornomiseria”, define en diálogo con Culto.
Santiago, año 2011. Susy (Glandy Payam Pérez), una mujer dominicana, ejerce como anfitriona de Deisi (Ingrid Mancilla), una inmigrante colombiana que viaja a Chile en busca de una oportunidad. La va a buscar al aeropuerto, le ayuda a instalarse en la casa en la que vivirán y, sobre todo, le detalla las dinámicas del café con piernas en el que trabaja y al que ella se une. Eso incluye lo obvio –atender a los hombres que acuden–, pero también lo inesperado –ser una suerte de psicóloga de sus clientes–.
Con esa historia ambientada en pleno centro de la capital, la directora Camila José Donoso (Santiago, 1988) arma una película que ofrece apuntes sobre la complicidad entre mujeres, sobre la soledad del hombre chileno y sobre el conflicto cultural que se generó con la ola migratoria de los 2010.
Antitropical, como se llama el cuarto largometraje de su trayectoria, es el fruto de una investigación que comenzó en la misma época en la que está ambientada la historia. Llegó a ese mundo mediante Naomi Campbel (2013), la película que codirigió con Nicolás Videla y que giró en torno a una mujer trans que trabaja como tarotista y prueba suerte en televisión.
En conversación con Culto, recuerda el origen del proyecto: “Conocí a una chica que se hacía llamar Deisi Viviana y a otra chica que hoy vive en anonimato. Estas dos mujeres básicamente fueron mi entrada al café. A través de ellas estuve como cinco años grabando sonidos dentro de los cafés con piernas”.
Tras filmar una película en un club trans de Ciudad de México (Casa Roshell) y dirigir a su propia abuela en una inclasificable historia de que saltaba entre géneros y texturas (Nona. Si me mojan, yo los quemo), por fin pudo reunir las piezas para filmar Antitropical. Allí aplicó todo el aprendizaje de una investigación de años, lo que incluyó poner en tensión sus propios prejuicios.
“Yo obviamente puedo tener muchas críticas a lo que es un café con piernas, como espacio muy masculino hecho para los hombres, para que los oficinistas, los abogados, los contadores, vayan a ver mujeres con poca ropa, pero después empecé yo misma a quitarme muchos estereotipos. Me empecé también a dar cuenta de una especie de depresión chilena que se empezaba a ver en estos clientes. Este es un lugar de prácticas sexuales, pero los chilenos lo que más querían más querían era afecto y que los escucharan. Eso me llamó mucho la atención”.
Seleccionado en el 32° Festival Internacional de Cine de Valdivia (13 al 19 de octubre), donde compite en la sección Selección Oficial Largometraje, es la primera ficción chileno con una mujer afrodescendiente como protagonista. Adelanta que tendrá su estreno comercial durante el primer semestre de 2026.
-¿Por qué decidió que la película no transcurriera en la actualidad?
Es que era muy difícil. Escribí este guión en la pandemia, basado en esa época. Después me ganó el Fondo Audiovisual después de la pandemia. O sea, el mundo ya había cambiado mucho. Y los cafés con piernas, con la inmigración venezolana, también cambian mucho. Ahora hay mafias y hay todo un mundo que me superó realmente cuando volví a ir a los cafés con piernas en 2022. Y me pareció más interesante ese primer encuentro, cuando recién llegan las primeras migrantes.
-¿Cómo encontró a las protagonistas?
Ingrid (Mancilla), que es Daisi Viviana, actúa en Naomi Campbel. Ella no tiene nada que ver con el mundo de los cafés con piernas, trabaja en otra cosa. La conocí cuando llegó a Chile, es como de las amigas que tengo que llegaron en esta primera oleada. También hice castings abiertos en los mismos cafés con piernas. Hay mucha autointerpretación, pero también hay mucha ficción, con chicas que pasaron por un proceso de coach actoral y preparación, porque no son actrices que estudiaron actuación. También son actrices, sólo que no tienen una formación tradicional. Y hay actores como Gastón Salgado y Claudio Rivero que tenían que acompañar en escena.
-¿Cómo cree que logró navegar por aguas que puedan resultar complicadas? Por un lado, filmar una película en un espacio pensado para la satisfacción masculina, y por el otro, abordar la migración.
Voy a sonar naif, pero me gustaría saber de verdad qué piensa la gente. Yo no quería revictimizar y quería generar una especie de goce. Como que la película fuera una sensación de: se puede gozar a pesar de toda esta cosa gris. Y también me parece necesario romper estereotipos. Creo que hay muchos estereotipos alrededor de una mujer que trabaja en un café con piernas y cómo son las dinámicas dentro de este espacio. Lo que sí me gustaría que pasara es que quizá se pudiera hablar desde otro lugar de la migración. No quiero decir de lo bueno, pero sí, hay cosas buenas, como intercambios culturales que son muy ricos y que creo que a la cultura chilena le ha hecho bien, por ejemplo, a ser más abiertos.
-¿Quisiera profundizar en ese punto?
Quizá tengo que masticarlo mejor. Pero para mí tiene que ver con que al final uno resiste a través de ser feliz, intentar ser feliz. Es como una cosa muy visceral y muy de las mujeres, como sostener familias, cuidados, en fin. Y a través de eso cómo también se sostienen ellas mismas. También me interesa algo con la representación de la mujer en general: sacarnos de ese lugar doloroso que yo siento que los directores hombres lo hacen todo el tiempo cuando representan a las mujeres, donde las mujeres siempre viven un drama terrible que las tiene empequeñecidas.
“Quería presentar este choque cultural con los chilenos, que son unos idiotas. Por ejemplo, les llevan de regalo un Scaldasonno, lo que es ridículo. También me quiero reír de ellos. Me quiero reír de ese chileno que va y va a buscar lo exótico y cree que está siendo escuchado, pero en realidad está siendo utilizado. Eso me parece muy interesante de las mujeres caribeñas. Ahora último ha pasado que las mujeres feministas critican a las caribeñas y dicen que son machistas por hacer estas prácticas, como que un hombre te pague todo. Y yo no soy tan prejuiciosa con mis personajes en ese sentido. Me parece más divertido. Creo que si un hombre hiciera una película de café con piernas, seguro sería la mujer enamorada de su cliente, por decirte cualquier trama”.
-¿Cuál es su mirada sobre las películas chilenas que se acercan a la migración? ¿Qué dice del cine local que no haya más filmes sobre el tema?
La verdad, creo que hay muy poco. Y, sin ánimo de ser aguafiestas, creo que la representación que hay es muy revictimizante. Pienso en Ulises, sobre un inmigrante peruano. Perro bomba también me parece un poco revictimizante. Creo que falta mucho por hacer. Mi crítica en general al cine es la falta de representación de otros mundos que no sean blancos. Si piensas en el cine indígena o el cine afro, siempre está en un nicho. A mí me interesa salir de los nichos y poder interrumpir el mundo de la ficción. En ese sentido, creo que hay mucho trabajo por hacer, muchas películas por hacer. El cine chileno a mí siempre se me ha hecho todavía muy nuevo, que faltan muchas películas.
Y enfatiza: “Tengo una patita siempre en México, y me parece muy fuerte cómo el cine mexicano muestra la migración en general. Hay películas muy galardonadas con un punto de vista morboso. Creo que el morbo es algo que ha reinado mucho en estos temas, la pornomiseria”.
-¿A qué atribuye esa tendencia en el cine chileno?
Es un tema de clase y de raza. Si los que hacen cine viven en un lugar, se juntan en un mismo lugar... Todavía es muy acotado las personas que hacen cine en Chile. Hoy hay una especie de querer estar solo en los festivales de cine, entonces hago cosas para estar en los lugares y hay poca búsqueda autónoma de un cine que muestre una subjetividad propia, que no siga un canon, que no siga una fórmula narrativa. Es muy válido que los colegas sean estratégicos y pongen elementos para llegar a cierto lugar. Yo intento tener más libertad. Quizás hay que tener un poco de rebeldía con la misma industria.
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