Culto

Jaime Vadell y la muerte de su esposa: “Volví a actuar por razones de sobrevivencia”

El actor estuvo en el programa Desde la Redacción, de La Tercera, junto a la actriz Elena Muñoz, quien lo dirige en la obra Aquí me bajo yo, actualmente en cartelera. Fue precisamente el montaje al que Vadell volvió casi de inmediato tras la muerte de su esposa Susana Bomchil, pérdida que define como "un impacto de fuera del área".

Jaime Vadell y la muerte de su esposa: “Volví a actuar por razones de sobrevivencia” FOTO: Pedro Rodríguez

El pasado viernes 9 de mayo, Jaime Vadell (89) pensó en subirse igual al escenario. Durante esa jornada había fallecido su esposa por medio siglo, la diseñadora teatral, escenógrafa y también actriz Susana Bomchil Ross, el amor de su vida, pero el intérprete insistió en aquel viejo adagio de que la función debía continuar.

“Quería igual hacer la obra el viernes”, reafirma Elena Muñoz, la actriz que dirige y escribe Aquí me bajo yo, la obra precisamente que Vadell quería llevar a cabo pese a sus circunstancias privadas y que desde la semana pasada protagoniza junto a Rodrigo y Milena Bastidas en el Teatro Mori Parque Arauco, luego de una exitosa temporada en el Teatro Municipal de Las Condes.

Finalmente, Vadell canceló la obra ese viernes, pero apareció sobre las tablas 24 horas después, el sábad0 10, el mismo día que habían acontecido los servicios fúnebres de Susana Bomchill. En el escenario, Bastidas destacó el compromiso del actor y calificó su presencia como un acto de amor y memoria en homenaje a su fallecida pareja.

“Lo hice para sobrepasar la situación de uno mismo, es una especie de movida más bien de supervivencia. De supervivencia, sí. Una movida egoísta, finalmente. Como todas las movidas”, admite Vadell, sentado en el estudio del espacio Desde la redacción, de La Tercera, junto a Elena Muñoz.

-Pero fue un homenaje que tuvo muy buenos resultados para todo el equipo, ¿no?

Jaime Vadell: Sí, sí, fue un homenaje que hizo Rodrigo. Sí, me pilló medio chueco, pero me retuve. Claro, (fue) difícil.

-¿Qué lo impulsó a presentarse el mismo día del funeral de su esposa? ¿Es algo que sintió en el momento o lo reflexionó?

JV: Sí, sí, lo pensé. Yo suspendí el viernes, al principio lo quería hacer. Pero (lo del sábado) fue así por razones de sobrevivencia. Bueno, si a ti te pasa y tienes que venir a hacer el programa, vienes a hacer el programa, ¿o no? Posiblemente uno tiene que cumplir con la pega, porque si no lo echan, además.

-¿Cómo fue ese último día con Susana? ¿Cómo fueron esas últimas instancias que pudo estar con ella?

Fue muy sorpresivo, porque fue una cosa de casi cuestión de minutos… pérdida de conciencia y pérdida de la vida. ¿Diez minutos de todo eso? Fue un impacto, digamos, de fuera del área. Un gol fuera del área, eso.

Elena Muñoz también comparte lo que fue para el resto del equipo y del elenco que Vadell haya decidido sobreponerse por un momento a la adversidad: “Fue muy emocionante, porque además la Susana era una persona de teatro. Sí, claro. Entonces, era todo un círculo que se hacía. Era un homenaje a ella y a Jaime. En el mes del teatro, además”.

Una obra especial

El montaje habla por lo demás del curso del tiempo, de la vejez, de las decisiones que se toman en el epílogo de la existencia y de la eutanasia: es la historia de un abuelo (Vadell) que estuvo a punto de morir, de su nieta y cuidadora (Milena Bastidas) y de su hijo que llega desde Alemania para visitarlo (Rodrigo Bastidas). En este reencuentro en la antigua casa familiar, los personajes comparten los recuerdos que los unieron y también aquellos que los llevaron a alejarse, junto con temas como la familia, los vínculos y las determinaciones difíciles que tarde o temprano se deben enfrentar.

Elena Muñoz sigue: “El punto de partida, la verdad, fue que yo quería hacer una obra en que actuara Jaime, Rodrigo y la Milena, por los lazos que hay entre los tres. Luego de eso, mi otro punto era el tema de la eutanasia. El tema de elegir tu propia muerte, que para mí es una obsesión. El derecho que tiene la gente a morir cuando quieren. Esos eran como mis dos puntos de partida”.

“Y ahí, lo primero que escribí fue el final de la obra. Y trata de eso, trata de la dignidad de una persona mayor respecto a dejar que tomen sus propias decisiones, no solamente respecto a la muerte, sino que no abordarlos como si se transformaran en niños, porque no se transforman en niños. Por ejemplo, muchas veces ocurre que los hijos quieren cambiar de casa a los papás cuando se quedan viudos, cuando están mayores, por una cuestión práctica. O sea, yo avalo eso si realmente hay una necesidad económica, pero si no, ¿qué importa que hayan piezas vacías? Es su lugar, fue su lugar donde criaron a su familia, a sus hijos, y no hay por qué despojarlos de eso. Entonces, ¿cómo ser lo suficientemente atinados para cuidarlos de tal manera que no sea faltarle el respeto?”.

-Jaime, ¿para usted qué tan importante es abordar esta clase de temas en este momento de su vida?

Sí, sí. Es complicado, es complicado. Porque finalmente es un final sabido, conocido, el que nos espera. Pero ¿hasta qué punto uno tiene el derecho de decidir sobre eso? Es interesante el tema.

“Yo estoy a favor de la eutanasia, básicamente. Pero también entiendo que puede ser peligroso desde el punto de vista de disponer de la vida de otro, incluso criminalmente, y echarle la culpa al viejo que se muere. Bueno, pero en todo caso es un tema importante, interesante, y que hay que abordarlo. Tampoco hay que tenerle tanto miedo. Yo creo que hay que ir abriendo todas esas discusiones, todas esas conversaciones, igual que el aborto, igual que muchas otras cosas, que siempre han estado cubiertas por el manto de la religión y de todo ese tipo de cuestiones que pesan mucho”.

-Jaime, usted ha protagonizado obras que han sido un éxito en taquilla, como Viejos de mierda o No me deje hablando solo. ¿Siente que hoy en el país se respeta a los actores cuando están en el punto de madurez que usted representa? Por ejemplo, Héctor Noguera fue elegido recién por Cadem como el mejor actor de la historia de Chile. ¿Es un espaldarazo a la trayectoria extensa de algunos actores?

Sí, puede ser. Sí, aquí siempre se valora, bueno, más se valora incluso cuando uno está muerto. Ese ya es el máximo valor nacional. Ahí se le hacen homenaje, incluso se hacen bustos.

Elena Muñoz: ¿Quieres que te hagamos un busto?

Jaime Vadell: En la salida de algún teatro, de teatro de barrios. No, bueno, por último, por cansancio puede ser. En serio. Ganárselo al público por cansancio, porque ya lo ha visto, y visto, y visto, y por último, ya, a este lo conozco, es muy bueno, y se le rinden todo tipo de homenajes.

-Pero en ese sentido, y es una pregunta para ambos, ¿el teatro es un espacio más generoso para la vejez?

EM: Yo creo que depende un poco, porque depende si se escriben obras. O sean hay obras con personajes que los tiene que interpretar gente mayor. Pero no sé si no existiera el Rodrigo (Bastidas), estarían estos espacios para Jaime, y que estuvieron para Tomás también, y bueno, para el Coco Legrand. Sí, porque como hoy en día hay como una oda a la gente joven en todo, y yo creo que es súper importante, porque a todos nos va a tocar, o nos ha tocado relacionarnos con padres que van envejeciendo. O sea, no es un tema que le quede ajeno a nadie, y ya sea a la espera, o vivenciarlo, o porque lo perdiste. Y yo creo que hay otro tema que tiene que ver con el amor de la familia, y que es como ver que siempre se pueden reconstruir vínculos, aunque el padre esté mayor y el hijo esté mayor. Nosotros también hablamos de eso, que existe la posibilidad de reconstruir vínculos, de reconciliarse, y eso también es una parte de la obra.

-Además, es importante poner estos temas en primer plano, tomando en cuenta que -según el último censo- Chile se está volviendo un país cada vez más viejo.

Elena Muñoz: Claro, porque la gente mayor tiene que estar en primer plano, y tiene mucho más experiencia que uno. Entonces, por ejemplo, para nosotros trabajar con Jaime y ensayar con Jaime y todo, significa que hay una experiencia detrás, una experiencia que nos sirve a todo el montaje. Porque, claramente, él sabe más que uno, como actor, y en la vida también. Entonces, independiente de que sean más lentos para el computador, en lo más esencial, son más sabios que uno.

-Jaime, ¿qué desafíos tiene para usted actuar hoy, en el sentido de subirse a un escenario, memorizar un guión…?

Todos esos problemas, todos juntos. Sí, es cierto, todos juntos esos problemas. Sí, porque, bueno, la memoria se va poniendo... Yo todavía no la pierdo, pero está más frágil. Y bueno, y el físico, también me canso. Yo no me cansaba antes. Y ahora salgo de la función cansado. Ahí salgo con ganas de… es que uno sale de la función muy acelerado, porque en el fondo es vivir en una cosa rara, a gente ausente de todo el resto. Está uno blindado ahí en el escenario. Desde luego lo respeta todo el mundo. Nadie le habla, nadie le trae el problema de que se echa a perder la llave del baño. Ahí uno está libre absolutamente. Eso es muy agradable. porque no hay reclamos a esa hora.

Lukas Cruzat

-Dijo que salía con ganas de algo tras bajarse del escenario...

De tomarse un trago. De ir a comer. Si puedo, lo hago. No siempre se puede, porque, qué sé yo, todo el mundo tiene responsabilidades diversas. Entonces tiene que irse, qué sé yo. Así que desaparece la gente. Pero si puedo, lo hago, claro. Me entretiene, me relaja.

Elena Muñoz: Volviendo al tema anterior de respetar y de ovacionarlo, ocurre aquí que cuando Jaime saluda al final, la gente se para y lo aplauden, y lo aplauden porque lo hacemos saludar primero solo, porque así el resto recibe también ovación. Pero la ovación es para él. Te fijas y es para él.

-¿Por qué esta clase de montajes que hablan de la vejez han sido tan exitosos?

JV: Porque todo el mundo tiene abuelos y tiene padres y tiene madres y tiene novias y tiene pololas y tiene viejos y viejas, y eso es fatal, como dice la Elena, es fatal. Se empieza a cumplirse un año y se ve que implacablemente va a llegar el momento de la vejez, y la vejez se ve como un fenómeno misterioso, en general.

“A uno de viejo primero lo tratan como que fuera sordo, no soy sordo. Le empiezan a gritar… ¡no soy sordo señora, soy viejo! Y ahí se enojan. Entonces lo tratan como un inválido, también uno va a pagar por ejemplo el estacionamiento y lo ayudan… ‘no, yo me lo puedo hacer solo, yo lo hago más lento, pero lo hago’, y eso también hay que aprender, que se puede hacer de todo pero más lento, lo que no deja de ser bueno”.

Aquí me bajo yo, se presenta desde el 8 de mayo, de jueves a sábado, a las 20:00 horas, en Teatro Mori Parque Arauco, con entradas que se pueden adquirir en Ticketmaster.


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