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La mente detrás de La Tortuga Roja, la joya muda de Ghibli: “Nunca fue un blockbuster, no estaba destinado a serlo”

El neerlandés Michaël Dudok de Wit conversa con Culto sobre el elogiado largometraje que hizo con el estudio cofundado por Hayao Miyazaki, una fábula sobre un hombre que naufraga en una isla. Estrenado en 2016, hasta ahora nunca había pasado por salas nacionales. Es uno de los títulos estelares del Día del Cine, la instancia que las cadenas desarrollarán entre hoy y el miércoles.

La mente detrás de La Tortuga Roja, la joya muda de Ghibli: “Nunca fue un blockbuster, no estaba destinado a serlo”

Father and daughter (2000) comienza con un padre y una hija recorriendo los paisajes de Países Bajos. De pronto el paseo llega a su fin. Se separan al borde de una colina y él toma un bote que lo conduce a un paradero desconocido. A partir de ese momento el filme –carente de todo diálogo– narra las diferentes etapas de la niña, que deja de ser una muchacha y se transforma en una mujer, forma una familia y alcanza la vejez, siempre añorando el reencuentro con su papá.

Con esa película de ocho minutos, ganadora del Oscar y del Bafta, el neerlandés Michaël Dudok de Wit (Abcoude, 1953) se consolidó en la órbita mundial de la animación. Uno de sus espectadores más afamados y apasionados fue Hayao Miyazaki. Conmovido, el legendario realizador japonés habría declarado lo siguiente: “Si un día Studio Ghibli decide producir un animador externo al estudio, será él”.

El director de Wild Bunch, Vincent Maravel, ejerció como nexo entre Miyazaki y De Wit, y generó el contacto clave para la posterior gestación de La tortuga roja (2016), el primer trabajo del cineasta en formato largo y la primera producción de Ghibli con Europa.

Estrenada en mayo de 2016 en el Festival de Cannes, tuvo un gran recorrido internacional (impulsado por su nominación a Mejor película de animación en los Oscar). Sin embargo, nunca debutó en salas de Chile. Tampoco ha sido parte de la selección de ciclos de Ghibli que las cadenas han realizado durante este 2025 y en años anteriores.

En conversación con Culto, Michaël Dudok de Wit comparte sus sensaciones antes este tardío lanzamiento. “Muy emocionado”, señala a Culto desde su estudio en Inglaterra. “Para ser honesto, nunca he estado en Chile. No conozco al público chileno. Tengo amigos en Chile, pero no conozco al público”.

El director reconoce que “en cuanto a la recaudación, no tuvo mucho éxito, pero en cuanto a la respuesta de las personas en diferentes países, especialmente en Francia, en Inglaterra y en Países Bajos, de donde vengo, el filme tuvo mucho éxito”.

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Consiguió ese hito a pesar de que tomó varios riesgos. El principal, que, al igual que Father and daughter (2000), no contiene diálogos. El público se sumerge en una fábula de 80 minutos sobre un náufrago que llega a una isla y debe convivir con la naturaleza, incluyendo una tortuga gigante, y cuenta con mucho espacio para realizar sus propias lecturas.

De Wit detalla que la decisión de que fuera una cinta muda se tomó tardíamente y tras la sugerencia de Ghibli. “Me dijeron que realmente creían que el filme sería más sólido si eliminábamos todos los diálogos. Les dije inmediatamente que me preocupaba la claridad de la historia, pero me respondieron que eso no les preocupaba. Debo admitir que en Japón las estructuras narrativas son diferentes a las de Occidente. Vemos sus películas y dan giros inesperados y funciona, es hermoso. Así que confié en su opinión y sentí un gran alivio, la verdad, cuando dijeron eso. Pensé: en ese caso, hagámoslo, que no tenga diálogos. El filme será más como una historia mitológica, no como una historia tradicional bien contada. Abrirá nuevas puertas para que las personas utilicen su propia imaginación”.

La tortuga roja fue la última cinta en la que trabajó Isao Takahata (La tumba de las luciérnagas) antes de su fallecimiento en 2018. Debido a que hablaba japonés, no fue necesaria la presencia de un traductor y trabajaron estrechamente mientras él se desempeñaba como director artístico. “En cierto modo, nos hicimos amigos inmediatamente”, asegura.

El realizador cuenta que, si bien ha mantenido el contacto con Ghibli, no ha sostenido conversaciones sobre una eventual nueva colaboración. Tampoco maneja demasiada informaciòn sobre los nuevos pasos de Miyazaki, quien –segùn los reportes que han circulado– estarìa creando un nuevo largometraje después de El niño y la garza (2023).

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“Hablé con él hace dos años. Nunca pasé mucho tiempo con Hayao Miyazaki. Pasé mucho más tiempo con Isao Takahata, que falleció hace unos años. De vez en cuando hablo con el productor Toshio Suzuki. A veces vienen a París. Por ejemplo, la semana que viene los veré en París, porque habrá una gran exposición de los storyboards de Takahata. Estaré allí, porque me encantaba Takahata y me encantan sus filmes. Quiero ver la exposición, y estaré allí con la gente del estudio durante unas horas”.

Él, por su parte, declara: “No tengo por qué hacer un largometraje por ninguna otra razón que no sea la pura pasión”. Sin planes de ese tipo por el momento, se deleita con la renovada vida de La tortuga roja.

Nunca fue un blockbuster. No estaba destinado a serlo. Y si hubiéramos querido que fuera un blockbuster, habríamos tenido un enfoque muy diferente, con pruebas de audiencia y comentarios de guionistas muy profesionales, etc. Pero esa no era nuestra ambición. Y definitivamente no es la mía. Claro que todos quieren obtener ganancias de la película que produces, pero siempre la vi como una película de autor, lo que significa que es arriesgada. Si a la gente le encanta, de verdad que le encanta. Pero algunas películas de autor no tienen mucho éxito con el público. Así que estoy muy contento”.

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