Norton Maza, el representante chileno en la próxima Bienal de Venecia: “Lo veía como algo muy lejano”
Con la obra Inter-Reality representará a Chile en la versión 2026 de la cita, una reflexión sobre la migración, las fake news y la devastación ambiental. El artista, nacido en el sur, vivió el exilio en Francia y en Cuba, donde fue parte del Proyecto Hogares del MIR. Aquí, habla de su trayectoria y proyectos.
“Era como Naciones Unidas”, dice en broma y en serio Norton Maza sobre sus “pichangas” de infancia en las calles de Burdeos, Francia, donde compartía “en el barrio con israelíes, argelinos, tunecinos, ingleses, franceses, latinos… Era una relación multicultural. Fueron momentos muy marcadores”, complementa el artista, nacido en Lautaro en 1971, sentado en su taller ubicado en calle Cueto, en el barrio Yungay, en Santiago, y que ha expuesto en galerías y museos de Chile, Argentina, México, Canadá y Estados Unidos.
Norton Maza siempre ha vivido en barrios migrantes y en ciudades donde el agua está presente, a través de un río o del mar. Tras el golpe de Augusto Pinochet, con cinco años, en noviembre de 1975, se exilió junto a sus padres -Norton Maza, oriundo de Lautaro y Lucrecia Rubillo, de la población Los Nogales de Estación Central- en Francia.
De las calles de Burdeos, a inicio de los 80, se trasladó a Cuba, donde fue parte del Proyecto Hogares del MIR, retratado en el documental El edificio de los chilenos, de Macarena Aguiló. En la isla aprendió a fabricar y a diseñar sus propios juguetes.
Antes de viajar a Cuba, Norton Maza tuvo una experiencia que lo impresionó. Su madre lo llevó al Museo del Louvre, en París, en 1979. Aún era un niño. “Entramos a las salas y vi obras de Delacroix y le dije a mi mamá: ‘Esto no es pintura, es una foto… Es un truco, es magia’... ¡Y eso era la técnica!”, comenta el artista quien se nutre de diversas influencias -de Caravaggio a Rauschenberg- que le han permitido construir obras con telas y óleos hasta instalaciones de diferentes tamaños. Creaciones, a veces, calificadas de provocadoras, que critican el poder y juegan con los límites de lo verosímil.
El artista asegura que aún está sorprendido tras haber sido seleccionado para representar a Chile en la 61ª Bienal de Arte de Venecia con la obra Inter-Reality. La propuesta fue elegida en una convocatoria pública del Ministerio de las Culturas y estará en el Pabellón de Chile durante el certamen que se inaugurará en mayo de 2026 en la ciudad italiana.
“Veía como algo muy lejano estar en Venecia. Sobre todo, porque son muchos factores que necesitas para llegar ahí. Este año es la tercera vez que participaba… Un coleccionista argentino me comentó un día por WhatsApp: ¿Y, vas a participar para ir a la Bienal? Ya se había iniciado la convocatoria… Y así fue”, dice y añade que los espectadores que visiten Inter-Reality vivirán una experiencia.
El agua será parte de la obra. “Me crie cerca del río Cautín, en Lautaro. Un río que fue muy ancho y fluido y hoy es un arroyo. Es un tremendo daño ecológico: sacan las rocas para hacer carreteras. Es impactante. Luego, viví el exilio en París, donde hay otro río, el Sena. Después nos fuimos a Burdeos y está el río Garona; al tiempo llegamos a Terrasson-Lavilledieu, donde pasa el río Vézère. Y luego me fui a Cuba, donde está el agua por todos lados. Y siempre mi sueño fue exponer en Venecia, un lugar de agua. Es como el canal de la vida, transitas por diferentes niveles de agua y sus intensidades”, asegura el artista que expuso El rapto, en el Museo Nacional de Bellas Artes el 2016 y Analogías de la realidad, donde puso un carro policial sobre una baldosa en el hall del MAC, el 2022.
Inter-Reality será de grandes dimensiones. “Es una obra que tomó en consideración la espacialidad y la arquitectura. Es una instalación que tiene diferentes etapas: cuando inicia la visita el espectador tendrá una lectura y al terminar debería tener otra. Se establece un diálogo. Es una obra que se va descubriendo y se va sintiendo. Hay estímulos sonoros y vibraciones”, señala Norton Maza, quien realiza una labor en equipo rumbo a la prestigiosa Bienal de referencia mundial.
“Está la curaduría de Marisa Caichiolo, con quien he trabajado en exposiciones en México, EE. UU. y Marruecos y Dermis León, y la gestión de Claudia Pertuzé, directora de Ediciones Puro Chile. La diseñadora es Beatrice di Girolamo, encargada de la identidad, la estética del proyecto. El equipo se complementa con el arquitecto Mathias Klotz. Finalmente, logré tener un equipo robusto, como dicen los políticos”, asegura Maza.
“Las expectativas son grandes”
Le gusta caminar por las calles del barrio Yungay, donde vive hace más cinco años. Es bueno para la talla, sencillo, y amante de la música. Le gustan los vinilos y oye desde Keith Jarrett o Violeta Parra a Slayer. Norton Maza es quien diseña la estatuilla oficial de los Premios MUSA y una de sus obras es parte de la muestra permanente 145 años. Historias de una Colección, del Museo Nacional de Bellas Artes.
Pero no fue fácil sentirse cómodo en su país natal y ser reconocido. Después del exilio, Norton Maza llegó a Chile en 1994. Tenía 24 años, el pelo largo y de colores, y un acento entre francés y cubano. Fue interrogado por la policía en el aeropuerto. “Yo llegué desde Francia con la compañía Teatro Aleph. Mi papá actuaba en una de sus obras… Creo que todo eso ocurrió porque yo fui parte del Proyecto Hogares del MIR, en Cuba”, reflexiona hoy y agrega: “Las vueltas de la vida, me costó entrar tanto a Chile y ahora voy a representar al país en Venecia. Es increíble”.
Viviendo ya en Santiago participó en algunos concursos de arte joven. “Me llamaba la atención que cuando preguntaba el nombre de los ganadores, decían: Mira este año ganaron dos de la Universidad Católica y uno de la Universidad de Chile… Ya, pero ¿quién ganó? No sé, me decían, pero este año le fue mejor a la Cato que a la Chile. Había mucho poder académico. Y yo decía: estoy frito porque no estudié acá”, asegura Norton quien estudió arte en Cuba y en Francia. “En los 80 la escuela de arte en Cuba era muy académica. Estilo ruso. Estuve mucho tiempo haciendo dibujos, pinturas, paisajes. Con poca apertura al arte contemporáneo. Después estudié en Francia y pasé a lo conceptual”, cuenta en su taller donde ha vivido días vertiginosos.
En enero expondrá en una galería de Punta del Este, en Uruguay. Será un conjunto de autos fabricados con madera como cuando él era niño en Cuba. “Es una ironía. Son autos de modelos de lujo, armados con deshechos”, dice y comenta que en diciembre comenzará a trabajar en la obra Vientos de luz, parte del proyecto Nueva Alameda. La escultura pública, que elaboró con Mathias Klotz, estará ubicada sobre el acceso a la estación Metro Los Héroes.
“Es muy importante hacer una obra de grandes dimensiones, que sea una mirada distinta de Santiago, que tiene componentes de color, que cambiará sus tonalidades en relación con la luz natural. Es una obra que, según el día y la hora, dialogará con la gente de manera distinta. Es un regalo para la ciudad”, dice Norton sobre Vientos de luz, escultura que contará con dimensiones de 28 metros de largo, 20 metros de ancho y 9 metros de alto.
El artista aún no quiere dar tantos detalles sobre Inter-Reality, la obra que representará a Chile en Venecia. “Las expectativas son grandes. Entre el proyecto y la realidad pueden existir cambios, porque está el pulso humano de la creación”, señala sobre la obra que incorpora dioramas que reconfiguran paisajes y realidades chilenas y a la vez es una metáfora de la historia latinoamericana. Un espejo de lo que ocurre hoy: la devastación ambiental, la migración y la proliferación de las fake news que desafían la realidad.
“Inter-Reality será un mundo paralelo, donde se experimenta lo que es real y lo que es ficción. Se indaga en la manipulación de la realidad. Creo que es un tema importante, necesario, que dialoguemos sobre esto. Es lo que estamos viviendo”, termina Norton.
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