Un cambio de rumbo en Bolivia
El contundente resultado de la primera vuelta -donde dos candidatos conservadores pasarán al balotaje- sugieren la voluntad de la población por dejar atrás el negativo legado del MAS, partido que quedó en la bancarrota política.
El categórico resultado que arrojaron las elecciones presidenciales de este domingo en Bolivia no dejó dudas de que en la población hay un mayoritario ánimo por un cambio de rumbo, lo que se refleja en que dos candidatos asociados a sectores conservadores -el senador Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano, con el 32%, sin duda la gran sorpresa de la jornada, y el expresidente Rodrigo “Tuto” Quiroga, con el 27%- se medirán en segunda vuelta, dejando atrás dos décadas en que el Movimiento al Socialismo (MAS) fue el indiscutido partido gobernante, particularmente de la mano de Evo Morales.
Es sintomático que en estos comicios el MAS quedara en la bancarrota política. La implosión que ha experimentado fruto de las fuertes rencillas entre Morales -quien no tuvo éxito en volver a presentarse como candidato para un cuarto mandato, llamando a votar nulo- y el actual mandatario Luis Arce -cuyos niveles de impopularidad lo llevaron a desistir de la reelección- generaron fuertes divisiones que le impidieron a ir con un candidato único. El representante del MAS, Eduardo del Castillo, apenas obtuvo el 3%, mientras que Andrónico Rodríguez -quien se descolgó para competir con su propio referente-, logró poco más del 8%. No solo eso, el MAS obtuvo los peores resultados parlamentarios de su historia, quedando relegado a una fuerza completamente secundaria. Ahora serán las fuerzas del PDC las que pasarán a tener la mayor presencia parlamentaria.
Pese a los intentos de Morales por boicotear estos comicios -constantemente acusó de que era un proceso que carecía de legitimidad-, el electorado fue capaz de enviar una señal contundente de la necesidad de establecer un giro en Bolivia y a su vez generar un recambio en los liderazgos políticos, lo que probablemente no solo ha estado influido por el evidente desgaste del MAS, sino principalmente por el grave deterioro que ha mostrado la economía boliviana en los últimos años. La inflación interanual en julio se ubicó casi en 25%, el crecimiento se ha desplomado y hay escasez de productos básicos, como combustible y algunos alimentos. También ha sido evidente cómo se ha erosionado el nivel de reservas internacionales, llegando apenas a US$ 2 mil millones.
Bolivia arrastra una larga historia de inestabilidad política -el propio Morales debió dejar el poder luego de hacerse reelegir en 2019-, donde son frecuentes las protestas violentas de sectores indigenistas o de gremios de trabajadores, además del caudillismo. La contundencia de los resultados en estos comicios -y la uniformidad del triunfo en las distintas regiones- abre expectativas de que la nueva etapa que deberá enfrentar Bolivia sea mejor tolerada por la población, porque esta vez parece ser más consciente del daño que significa insistir en políticas que han dañado severamente al país. Esto resulta fundamental, considerando que la economía deberá ser objeto de profundos ajustes -desde luego, serán necesarios drásticos recortes del gasto público y una mayor apertura del sector privado a sectores hoy dominados por el Estado-, y que tanto Paz como Quiroga han planteado la necesidad de introducir una serie de reformas para modernizar el Estado y el aparato productivo. Asimismo, ambos se han mostrado proclives a mejorar la relación con Chile, especialmente Paz, partidario de una apertura de relaciones diplomáticas y comerciales.
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