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Los dramáticos testimonios de tres hinchas de la U presentes en Avellaneda: “Fue una masacre, no había seguridad”

Fanáticos azules repasan con El Deportivo la jornada de horror y extrema violencia que marcó el duelo frente a Independiente, por la Copa Sudamericana. “No sabíamos que teníamos que desalojar la tribuna”, revela Simón Cáceres. Todos coinciden en que la policía argentina los golpeó sin piedad a la salida. “La tragedia pudo ser mayor”, advierte Alejandro Shats.

El dramático testimonio de tres hinchas de la U presentes en Avellaneda: “Fue una masacre; no había seguridad”. [e]FACUNDO MORALES

“No sabría decirte cómo empezó todo, pero no había seguridad y solo pensaba que había que salir del estadio y de Avellaneda. La policía nos golpeaba, los hinchas de Independiente nos tiraban cosas, las puertas del estadio estaban cerradas. Fue una masacre. 20 o 25 minutos de terror. Cuando llegué al hotel y vi los videos, supe que la saqué barata”.

El testimonio pertenece a Simón Cáceres, de 32 años, fanático de Universidad de Chile y editor audiovisual de TVN. Cada vez que su trabajo se lo permite, viaja para acompañar a los azules. Confiesa que nunca le había tocado vivir algo como lo ocurrido el miércoles en el estadio Libertadores de América, cuando el partido entre la U y el Rey de Copas fue suspendido por graves incidentes.

“Unos hinchas se empezaron a gritar cosas con los de Independiente y parecía que no iba a pasar nada, hasta que, en el entretiempo, sentimos el estruendo de una bomba de ruido. Ahí comenzó el caos. Gente de la U sacó los asientos y luego las cosas volaban de un lado a otro y sentí que había que salir de ahí, porque no había ningún policía que custodiara la grada”, relata.

“De pronto, escuchamos que hablaban por altoparlantes, pero no entendíamos lo que decían. Era muy malo el audio y había muchos gritos. No sabíamos que debíamos desalojar la tribuna. Por WhatsApp, mis amigos me dijeron que había que evacuar y decidimos salir. Lamentablemente, encontramos las puertas cerradas y sentíamos cómo en una de ellas había gente gritando y golpeando la estructura”, agrega.

Por un momento, Cáceres pensó que se trataba de la policía bonaerense intentando ingresar a la galería, pero pronto se dio cuenta que eran barrabravas locales. “Muchos hinchas de la U decidieron correr hacia ese portón para evitar que los de Independiente lograran meterse. Si no fuera por ellos, la tragedia hubiese sido mayor. Nunca entró la policía. Algunos gritaban que había que devolverse a la tribuna, pero yo siempre pensé que ese era un error. Teníamos que irnos”.

Imagen de los incidentes en Avellaneda. FOTOBAIRES/PHOTOSPORT

“Una vez que logramos salir, la policía estaba afuera pegándoles a todos, mientras los de Independiente nos lanzaban cosas desde arriba. Vi cómo los uniformados golpeaban a la gente sin contemplaciones. Solo pensaba que había que salir de ahí, pero también de Avellaneda, porque era peligroso quedarse. En eso, apareció un chileno en auto y nos llevó al centro. ‘¡Súbanse, huevones, súbanse!’. Gracias a él, me salvé”, revela el hincha estudiantil.

No sentí un ambiente caliente en la previa. Pensé que sería como en Brasil, donde la policía estaba en la grada y había un colchón que nos separaba de los de Botafogo. Cuando íbamos en el auto, comenzaron a mandarme videos. Se decía que había muertos y muchos apuñalados, así que llegué al hotel y recién ahí dimensioné la masacre que hubo, porque fue una masacre. Supe que la había sacado barata”, reflexiona.

“Fue caótico y angustiante”

Ignacio Leiva, contador, de 36 años, viajó a ver a la U como muchas otras veces. Estaba entusiasmado, ya que quería conocer el estadio de Independiente. “Es bastante lindo. Me tomé este espacio para poder verlo allá en Buenos Aires. El ingreso fue súper tranquilo. El viaje de la barra desde el punto de encuentro hasta las horas previas no tuvo inconvenientes”, cuenta.

“Todo empezó al minuto 20 del partido. Primero piedrazos chicos, después más grandes, hasta llegar a fierros y objetos contundentes. Yo estaba arriba y no veía, pero escuchaba el clamor de la gente. Uno entiende que algo grave está pasando”, señala.

“Los guardias que había eran privados y no tenían información ni alguien que les avisara lo que pasaba. Otro error gravísimo fue que los mensajes que salían por los parlantes no se entendían. Recién supimos que había que desalojar cuando la gente empezó a gritarnos ‘¡chao, chao!’”, apunta.

“A varias familias, con niños, gente embarazada o adultos mayores, los guardias les recomendaron quedarse y esperar a la policía. Fue un error, porque finalmente fueron los más expuestos a los golpes. Decidí bajar con la barra. Si uno se queda solo, se regala. Cuando iba bajando veía a hinchas de Independiente intentando botar el portón. Me cuesta creer la maldad de las personas, pero viendo lo que pasó, no sé qué pensar”, confiesa.

Leiva coincide con Cáceres en que los efectivos de seguridad argentinos agredieron a los hinchas azules en la salida: “Nos estaban esperando con gases lacrimógenos. La policía pegaba palos a diestra y siniestra. Fue caótico, dramático y angustiante. En eso vimos a un hincha que cayó desde la tribuna, y no sabíamos si ir a ayudarlo o arrancar”.

“Al final escapamos por la calle Alsina. Me subí a un taxi que nos llevó hasta el Obelisco. No quise irme en la micro que nos llevaba a Puerto Madero. Con otros compatriotas mantuvimos contacto después, sobre todo, por los comunicados de la barra y de periodistas que cubren a la U”, concluye.

“El gas pimienta me afectó”

Alejandro Shats, periodista de 25 años, define los trágicos hechos como “una experiencia traumática”. En su primer viaje al extranjero viendo a la U, el comunicador relata cómo terminó en el hospital de Pedro Fiorito, donde fueron atendidos la mayoría de los fanáticos azules lesionados.

“El ingreso al estadio fue tranquilo. Cuando llegó la gente de Independiente, empezaron las primeras provocaciones, que fueron tranquilas, viendo el marco de lo que ocurrió posteriormente. Hubo insultos y vi gente tirando agua hacia abajo”, comienza.

También entrega detalles de la poca seguridad que hubo. “Comenzado el partido, se empezaron a ver cosas raras. Vinieron personas con petos amarillos a supervisar que la hinchada se portara bien. Ellos estaban adentro con nosotros, fumando, casi carreteando con los hinchas”, indica.

“Lo primero extraño que vi, fue que unos cabros jóvenes de la U se taparon la cara, y alrededor del minuto 30 se observó mucho movimiento. Salieron cerca de la salida, mientras se veía movimiento por la tribuna de Independiente, lo que sería Andes en el Nacional. No vi bien, pero al parecer les robaron un lienzo”, advierte.

Un hincha de la U cayó desde la tribuna. [e]FACUNDO MORALES

Shats fue agredido por un proyectil: “Después empezaron las cosas más graves y algunos destrozos. Los de Abajo rompían la escalera y algunos fierros. Se metieron a los baños y rompieron asientos. Empezaron a tirarse piedras y me llegó una. Ahí por primera vez sentí que estaba en peligro, que era una situación de riesgo. No era proporcional tener a tres hinchas tirando piedras desde la grada visitante contra 30. Me llegó a mí, pero al lado mío estaba una niña con su papá. Le pudo llegar a ella”.

La salida fue aún más caótica: “Nos replegamos y tras las bombas de estruendo se desató todo. Los de Independiente rompieron la barrera y nos esperaban por donde teníamos que salir. Fuimos amedrentados, nos lanzaban cosas. Por altoparlantes dicen que tenemos que abandonar, pero no podíamos escapar. Si pasábamos por donde entramos, nos podíamos encontrar de frente con los de Independiente. Se abrió una salida y pudimos irnos, pero fue caótico. Ahí se dio otra situación de alto riesgo: una posible avalancha. Había gente como yo, joven, pero también adultos mayores y niños, pasando achoclonados por una escalera diminuta, mientras nos amenazaba todo el estadio”.

Asegura que las consecuencias pudieron ser mayores: “Al bajar había un muro divisor entre ambas hinchadas. Se veía y escuchaba cómo intentaban derribarlo. La barra de la U evitó que pasaran, sino estaríamos hablando de una tragedia mayor, porque si pasaban hubiese sido un desastre”.

Por otra parte, también acusa una excesiva violencia por parte de los uniformados transandinos: “En la salida nos esperaba la policía. Imagino que estaban sobrepasados por la violencia, pero la estrategia de ellos no fue sacarnos del estadio, sino que amedrentar. Nos esperaron con lumas, gas pimienta, que me llegó en los ojos, no tan directo. Pude salir gracias a un amigo. Nos estaban esperando para pegarnos. Tuvimos que correr".

“El gas pimienta me afectó. No veía nada. Mi amigo me trasladó como pudo al hospital, que debe estar a cuatro cuadras. Mi amigo me contó que la policía siguió atacando. No dejaban partir a los buses, la gente arrancó como pudo, para cualquier dirección. No me atendieron porque yo era uno de los lesionados que estaba menos afectado”, continúa.

“Estuve como 40 minutos hasta que pude ver bien. No sabía cómo era la situación. En el hospital nos dijeron que no saliéramos, porque iba a salir la hinchada de Independiente. Hasta que una señora nos ayudó a pedir un auto para irnos. Cuando tomamos el taxi camino al aeropuerto vimos la magnitud de la situación. Se hablaba de posibles muertos, que a un hincha lo botaron desde la platea. Fue una experiencia muy traumática”, cierra.

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