La nueva sonrisa de Alexis

El Niño Maravilla ha renacido en Italia bajo los mimos y cuidados de Antonio Conte, luego de dos años sumido en el fracaso. Un repaso a las vicisitudes que lo llevaron al desprestigio y a su actual resurgimiento.



Alexis Sánchez parece haber encontrado su sonrisa perdida. Su presente en el Inter de Milán le ha devuelto la felicidad que extravió hace aproximadamente dos años, cuando en una de las movidas más bulladas en la historia de la Premier League pasó del Arsenal al Manchester United. Se suponía que allí encontraría la realización absoluta. Allí alcanzaría el pináculo de su carrera. Pero fue en Old Trafford donde descendió a los infiernos. En el Teatro de los Sueños Sánchez vivió su peor pesadilla.

Un delirio del que recién está despertando y del que jamás pensó ser parte. Las cosas no deberían haber sido así para Alexis, la estrella del Arsenal, el nuevo ídolo de la afición, el llamado a suceder a Thierry Henry, el de la sonrisa eterna y gambeta endemoniada. Era un hombre feliz, amado y admirado. Respetado dentro del camarín. Imprescindible para su técnico. Caudillo de sus compañeros a punta de asistencias y goles.

Era el paraíso para Alexis. Recibía mimos desde todas las direcciones. Su desempeño en la cancha era directamente proporcional a su fortaleza anímica, y con los Gunners aquella relación no podía mostrar valores más altos. En la temporada 2016/17 alcanzó los 24 tantos en la Premier League y ganó la Copa FA, su segunda en Londres. Lo tenía todo, pero no le bastó.

Las malas campañas en Champions League y el título de liga que nunca estaba a tiro comenzaron a pasarle la cuenta. Pronto sus ilusiones se ubicaron lejos del Emirates y se posaron sobre Manchester. A inicios de la temporada 2017/18 todo indicaba que volvería a los brazos de Pep Guardiola en el City, pero Arsene Wenger desestimó la transacción tras no poder asegurar un reemplazo para el chileno. Luego de esto el goleador histórico de la Roja nunca volvió a ser el mismo.

Su lenguaje corporal dentro del campo solo denotaba hartazgo, ganas de estar en otro lugar. Los reclamos hacia sus colegas eran constantes y efusivos, notorios para la hinchada y la prensa. La crisis entre club y jugador se tomó las portadas y los equipos más poderosos de Inglaterra acusaron recibo: una de las últimas grandes estrellas en pisar la Premier quería ser fichada.

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Durante la ventana invernal de mercado de pases de aquella temporada un nuevo actor apareció en escena: el United. Comenzó a pujar por Alexis, ofreciendo de salario casi 400 millones de pesos a la semana. Mucho más de lo que el City o el Arsenal podían o querían pagar. El fichaje era cosa de días. Así, el 22 de enero de 2018, tocando el himno del Manchester United en piano, con un despliegue en redes sociales nunca antes visto para una contratación, Sánchez se convirtió en un Diablo Rojo. Era el comienzo de su fin.

¿Imaginaría Sánchez que su perdición llegaría en el equipo con el que solía jugar al Playstation? La última temporada con el Arsenal -donde apenas anotó ocho goles- fue apenas un espasmo. El salto en la cama que antecede a la pesadilla. En Old Trafford viviría la desgracia más abyecta, aquella que le desfiguraría su sonrisa por tiempo indefinido.

Por supuesto, todo comenzó con fanfarrias y honores. El fichaje más caro en la historia de la liga inglesa también era el llamado a convertirse en el héroe del United. El salvador que devolvería a los reds a los tiempos de Sir Alex Ferguson. Sin embargo, el regente del banquillo no era el mítico técnico escocés, sino el portugués José Mourinho. Un entrenador conocido mundialmente por su juego pragmático, el poco tacto con sus jugadores y sus discusiones con la prensa.

Mourinho no reparaba en loas para el chileno. Su excelencia como jugador estaba fuera de discusión. Lo que comenzó a resultar inexplicable fue su irregularidad y la poca confianza que el luso depositaba en él. Elogios a través de los micrófonos, pero desprecios en el campo de juego. Durante esos primeros seis meses en Manchester el tocopillano jugó 19 partidos y apenas anotó tres goles.

“Alexis Sánchez no pegaba con el fútbol que practica José Mourinho. Una defensa fuerte, con salidas largas que se saltaban el mediocampo. Y es allí donde Alexis Sánchez brilla”, comenta José Sulantay, técnico que lo dirigió en el Mundial Sub 20 de Canadá 2007. “Fue perdiendo la confianza, la fe, todo lo que había adquirido con la Selección y con el Arsenal”, agrega.

El ariete nunca contó en el United con la libertad que Wenger le cedía en el Arsenal. Escorado siempre hacia uno de los costados, Sánchez quedó prisionero entre la banda y las cerradas defensas de los rivales. El jugador ágil que eludía rivales en Udinese ya no existía, él ahora era un futbolista inteligente que sabía cómo anotar y, por sobre todo, cómo asistir. Mou nunca pudo verlo.

El divorcio futbolístico se unió a los desencuentros con sus compañeros. Varios reportes en Inglaterra apuntaban a Paul Pogba como el némesis de Alexis en el camarín mancuniano. Reciente campeón del mundo, el francés exigía ganar lo mismo que el delantero nacional. Pronto comenzó a sentirse solo.

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“En todos los equipos en los que ha estado, siempre ha tenido amigos de fútbol. En el Manchester no fue así. El camarín se le fue en contra por ganar demasiada plata. Además Alexis estaba desilusionado con el estilo poco vistoso del equipo. Y bueno, en el ámbito más emocional también pasó lo del término de su relación con Mayte Rodríguez. Eso le afectó harto”, cuenta Rodrigo Astorga, amigo de la infancia de Sánchez en Calama.

La realidad lo golpeó. Ya no era la estrella sobresaliente de ningún equipo, tampoco el niño mimado de algún técnico. Sánchez pasó a ser solo un nombre más en la planilla de uno de los clubes más poderosos del mundo. Su rótulo de Maravilla solo existía en los sistemas de contabilidad de una institución que desembolsa cerca de 400 mil euros a la semana por un fiasco que no cumple las expectativas puestas en él por sus jefes, sus compañeros y su hinchada.

“Tiene que haber ciertas claves a tu alrededor que faciliten el logro de las expectativas. Lo que ocurrió cuando Alexis se va al Manchester fue una serie de desajustes. Primero, por el estilo del entrenador. Segundo, por el peso del juicio público asociado a su alto salario. La sicología de los deportes colectivos muestra que esta marcada diferencia en los salarios provoca conflictos a nivel grupal. Porque a este jugador se le pide ser el salvador, y cuando eso no se logra, la caída es mucho más abrupta”, explica Benito Urra, doctor en sicología deportiva e investigador de la Universidad Bernardo O’Higgins.

Sobre cómo un quiebre amoroso puede afectar el desempeño de un profesional, Urra indica: “No se puede desligar al deportista del estado anímico con el que compite. Cuando nos pasan cosas en nuestra vida cotidiana que percibimos como dolorosas, claramente eso se va a reflejar en tu actuación. Más aún en un contexto donde tu desempeño es altamente visible y público como es el fútbol. Ni siquiera puedes vivir un duelo íntimo, porque todos hablan de eso”.

La llegada de Ole Gunnar Solskjaer al United solo empeoró la situación. Para el adiestrador noruego era imprescindible sanear la plantilla y dejar ir a aquellos que tapaban a las estrellas en ascenso. El 28 de octubre de 2019 Sánchez es cedido al Inter de Milán con la esperanza de que retome su nivel físico y futbolístico. Para que se reencuentre con su estado anímico y sus ganas de jugar al fútbol.

En Milán lo esperaba Antonio Conte, un técnico que jamás ocultó su admiración por el atacante nacional y que intentó llevarlo a la Juventus cuando se desempeñaba en el Udinese. Le otorgó tiempo para adaptarse al fútbol, para ponerse a tono con las exigencias de la liga y, por sobre todo, lo llenó de mimos y cuidados, esas demostraciones de cariño tan importantes para el chileno.

La inversión ha surtido efecto tras dejar atrás una serie de lesiones. En la Serie A ha convertido tres goles y dado siete asistencias, siendo pieza clave tras el parón por la pandemia del Covid-19. Ha recuperado su libertad en frente de ataque así como la explosividad física que derrochaba hace un par de años. Una liga que conoce, un idioma que maneja, la confianza del técnico y su estabilidad mental han conspirado para este renacer del Niño Maravilla.

Su futuro, sin embargo, es incierto. A finales de agosto debe volver a Manchester si el Inter no hace uso de la opción de compra. Allí tendría que enfrentarse al tridente Martial, Rashford, Greenwood, inamovibles para OGS. Desde Italia ofrecen 10 millones de euros; en Inglaterra quieren 20. Cualquiera sea su destino, Alexis lo enfrentará con una sonrisa. Su nueva sonrisa.

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