El Alto: ¿El último bastión de Evo Morales?

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Evo Morales durante su cierre de campaña en El Alto, el miércoles. FOTO: AFP

A casi 4.100 metros de altura, la ciudad conocida por sus coloridos "cholets", es un reconocido fortín del Movimiento Al Socialismo (MAS). Sin embargo, muchos están desencantados del gobierno.


El 30 de mayo de 2015, Soledad Chapetón, del partido opositor Unidad Nacional, juró como la primera alcaldesa de El Alto, la segunda ciudad más importante de Bolivia. Tenía solo 34 años y había derrotado a Edgar Patana, del Movimiento Al Socialismo (MAS), el conglomerado de Evo Morales. A pesar de ese triunfo, la alegría no duró mucho. Nueve meses más tarde, en medio de una marcha dirigida por la Federación de Padres de Familia, algunos manifestantes prendieron fuego a la Alcaldía y cerraron las puertas, dejando a varios funcionarios atrapados en su interior. El ataque dejó seis fallecidos por asfixia y al menos 18 heridos. Se trató de una de las primeras señales claras de rechazo, que dejaron en evidencia que El Alto pretendía seguir siendo un bastión masista. Tres años después, los alteños podrían dar hoy otra sorpresa electoral, como una forma de "voto castigo" contra Evo.

"Ese día venía de la casa de mi madre cuando vi el fuego. Si tuviera que exagerar, diría que a dos cuadras están los bomberos y la policía, que tardaron dos horas en llegar. ¿Por qué cree que no llegaban? Porque les habían dicho que no se movieran", sostiene María Inés, una alteña de 52 años, quien apunta un afiche del MAS pegado en la pared cuando es consultada por los "culpables".

"El Estado Plurinacional comenzó a escribirse en El Alto", señaló Evo Morales en 2012. La ciudad ubicada a casi 4.100 metros fue uno de los pilares para el entonces líder cocalero en su victoria electoral en 2005. Esto, porque fue en El Alto, urbe aymara, donde en 2003 se inició el estallido social en rechazo a la Ley de Hidrocarburos, que le costó la Presidencia a Carlos Mesa, el actual rival de Evo Morales en las elecciones de hoy. Desde entonces, los alteños han respaldado al MAS en los comicios de 2009 y 2014.

Es por esto que desde que llegó al Palacio Quemado, Evo ha impulsado aquí proyectos como Mi Teleférico, que comenzó a funcionar en mayo de 2014, pero que ahora cuenta con 10 líneas divididas en colores que permiten por US$ 0,43 trasladarse en escasos minutos desde El Alto a La Paz. Para 2020 llegaría la Línea Dorada, que irá desde Irpawi hasta Chasquipampa.

Por eso, no es extraño que uno de los cierres de la campaña del MAS fuera en El Alto, hasta donde llegaron multitudes con banderas azules para gritar "¡Evo Presidente!". "Yo apoyo a mi Presidente, porque sin el compañero Evo los alteños seguiríamos caminando hasta La Paz para ir a trabajar", comentó Daniela Ortiz, una vendedora de mango y jugos.

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Sin embargo, así como en el resto de Bolivia, las cosas están divididas en El Alto, lugar al que muchos conocen por sus coloridos "cholets". "El día del cierre de la campaña cerraron las calles para el acto. Todos los que íbamos a trabajar tuvimos que ir caminando. En el trayecto había gente borracha, todos los grupos tomando por el Evo. No quiero más corrupción", señala una trabajadora que prefiere no dar su nombre.

¿Sorpresa en El Alto?

"La Sole", como es conocida la alcaldesa de El Alto, ha debido enfrentar presiones de la oposición. "El MAS no pudo aceptar la derrota política en lo que ellos catalogaban como su bastión político. Por eso han tomado una estrategia para sacarme de la gestión. Al principio me decían 'no va a aguantar tres meses, no va a aguantar un año, ya se va a ir'. Pensábamos que sería solo durante la campaña por el momento de tensión, pero no fue así", sostiene la edil a La Tercera, que en 2015 ganó con el 54,49% de los votos y venció al masista Patana, que hoy se encuentra en la cárcel de Patacamaya cumpliendo cuatro años de condena por "incumplimiento de deberes y conducto antieconómica" por adquirir 33 vehículos cuando lideraba la ciudad alteña.

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Por primera vez en cuatro años de gestión opositora en El Alto, Morales visitó oficialmente la ciudad este año tras varias invitaciones para el aniversario de la ciudad. "El Presidente decidió venir y le dije: 'Usted se comprometió de manera pública a hacer estos arreglos ¿cuándo los va a hacer?'. Él me respondió que había sobrevolado El Alto en su helicóptero y que conocía los problemas", recuerda "La Sole", quien enfatiza que la urbe todavía tiene problemas, como la falta de agua potable, kilómetros de caminos sin pavimentar, falta de acceso a luz eléctrica y alcantarillado.

A pesar que varias de las calles de El Alto siguen sin pavimentar, un relativo auge económico resalta en algunas zonas alteñas. El color ladrillo tradicional es eclipsado por los "cholets", edificaciones "millonarias" que captan la atención de los turistas. De colores fuertes y de más de cinco pisos, varios cuentan con puertas al más puro estilo de castillos europeos. Aunque con los años, algunos de los dueños han querido modernizarse. Uno de ellos tiene en el exterior una réplica de la estatua de la libertad, uno con forma de Transformers y otro de Avengers. "Los cholets son utilizados como centros de eventos y clubes nocturnos. Tienen diseños únicos que no se repiten. Algunos exportan productos como lámparas de cristales o mármol. Los precios por ir van desde los US$ 6 hasta los US$ 500, dependiendo de la calidad", señala Ignacio, taxista alteño.

"Auto sospechoso será quemado", se lee en precarios letreros de cartón colgados en algunas esquinas. Es que para varios alteños, una de las principales preocupaciones antes de las elecciones es el aumento de la delincuencia. Mientras que para los turistas que llegan a la ciudad, especialmente los jueves para ver "peleas de cholitas" por US$ 50 la entrada, los carteles son parte del "pintoresco" panorama.

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"Somos muchos alteños, por eso los políticos ven a la ciudad como algo que hay que conquistar. No puedo decir que el MAS ha desaparecido políticamente de la ciudad, pero como decimos en el léxico popular, haber permanecido tanto tiempo en el poder lo ha "emborrachado". En vez de beneficiar a los que más lo han apoyado, a la ciudad que en realidad le ha dado la silla presidencial al actual mandatario, piensan que nunca lo van a cuestionar y van a otras ciudades donde no lo apoyan y saca recursos del Estado para conquistarlos", se queja la edil alteña.

En medio de la incertidumbre y el silencio electoral, que entre otros temas prohibe el consumo de alcohol antes de las elecciones, El Alto amaneció el viernes nublado y frío, mientras algunos alteños sonreían al ser consultados sobre por quién votarán: "Por cualquiera, todos son lo mismo".

Para el politólogo Carlos Cordero, "la alcaldesa Soledad Chapetón demostró en las elecciones subnacionales que Evo Morales estaba en un retroceso y tendencia a perder popularidad. Esos comicios ocurrieron en 2015 y el referéndum del 21-F fue el 2016. Este último fue un punto de inflexión y el momento en que las clases medias urbanas le dieron la espalda al MAS. Así, el oficialismo ha ido perdiendo alcaldías, o sea de las 10 capitales que tenemos seis están en manos de la oposición. La popularidad de Evo Morales ha venido disminuyendo por sus acciones, como los incendios en la Chiquitanía".

Para el periodista y analista político, Raúl Peñaranda, "el primer desafío de Evo Morales es lograr ganar hoy. Necesita una distancia de 10 puntos para ganar y hay dudas si alcanzará esta distancia con el segundo lugar. En un balotaje, Morales la tiene muy difícil".

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