Montes bajo asedio y la carrera de Heraldo

18/10/2019 ENTREVISTA AL SENADOR CARLOS MONTES Mario Tellez/La Tercera CARLOS MONTES CISTENAS - PARTIDO SOCIALISTA - RETRATO - JARDINES - EXCONGRESO - SANTIAGO

En los partidos de la ex Nueva Mayoría crecen los nervios por no tener instalada una figura que represente al sector en las próximas presidenciales. Todo indica que ya se aceleró el tiempo para una definición.


No quiero, no puedo ni debo, pero igual échelo en mi sombrero. La frase que el “León” de Tarapacá, Arturo Alessandri Palma, usó en 1931 para frenar por un tiempo a quienes le pedían que fuera candidato presidencial -pues a los pocos meses terminaría diciendo que sí- ha vuelto a rondar entre la dirigencia socialista. No como un recuerdo de la historia, sino como una opción de futuro.

En las últimas semanas, senadores y dirigentes socialistas han emplazado insistentemente al senador Carlos Montes Cisternas para que acepte ser el precandidato del PS a una eventual primaria y, de paso, apresurar la definición presidencial dentro de la oposición. “Todos los caminos dentro del PS conducen a Montes”, aseguran varios de los que lo han llamado.

Pero hasta ahora, la respuesta de Montes no ha sido la que ellos esperaban. “No está en mis planes, no lo he buscado, les agradezco que me lo pidan, lo considero un reconocimiento, pero la verdad es que me incomoda que se plantee este tema en estos momentos”, les dice el senador por Santiago Oriente. Y a veces, ante la insistencia, se molesta. Son esos momentos cuando aflora el Montes “mañoso y hosco”, rasgos de su personalidad que combina con su lado de hombre “serio e intelectual”, con los que se ganó el respeto de sus pares en el Parlamento, los que en varias oportunidades lo han distinguido como uno de los mejores congresistas.

“Estamos en un momento muy complejo. Aún estamos sufriendo una pandemia que se alarga y muchas familias no han recibido ningún tipo de ayuda social. Además, tenemos por delante el plebiscito, esas son las prioridades”, les dice también Montes a quienes lo llaman.

Desde marzo, cuando estalló la pandemia, su médico le recomendó recluirse en su casa de La Florida y desde entonces ha guardado rigurosa cuarentena y distanciamiento social, lo que no implica aislamiento. Montes ha seguido estando muy activo a través de plataformas digitales con su labor legislativa y política.

A sus 74 años, posee una gran vitalidad, pero sus pulmones han resentido décadas de tabaco y su corazón mantiene la cicatriz del paro cardíaco que le provocaron las sesiones de tortura a las que fue sometido en 1981 durante las tres semanas que permaneció detenido en el cuartel de la CNI en calle Borgoño -a los que seguiría casi un año de prisión y el exilio en México-, sin que sus captores lograran saber que le estaban aplicando corriente eléctrica al entonces encargado de la mesa clandestina en Chile del Mapu OC.

De ahí en adelante, su vida ha sido la política, hasta que en enero de 2019 - tras 30 años de labor legislativa como diputado y ahora como senador-, Montes anunció que no repostularía a un nuevo período parlamentario. Se había cumplido un ciclo y tenía en mente varias opciones. La carrera presidencial no era precisamente una de ellas. Según sus más cercanos, su interés estaba más bien orientado a crear un centro de estudio de políticas públicas que tuviera un fuerte nexo con el mundo social.

La decisión la había reforzado a fines de 2018, tras el fracaso en su intento por convertirse desde la presidencia del Senado en una suerte de líder de las oposiciones. Al final de ese año, muchos senadores ni siquiera concurrían a los encuentros y almuerzos que organizaba Montes.

La aventura presidencial Montes siempre la promovía para otros. De hecho, desde antes del estallido social, y con mayor fuerza después, el senador postulaba la necesidad de levantar un liderazgo joven, que no estuviera contaminado con la imagen de los 30 años de la Concertación. Incluso, mencionó algunos nombres: Paula Narváez, el diputado Manuel Monsalve u Óscar Landerretche. Una tesis que era compartida al interior del PS.

Eso hasta hace algunos meses, cuando la irrupción en las encuestas del alcalde PC por Recoleta, Daniel Jadue, y la falta de un liderazgo nítido en los partidos de la ex Concertación que pudiera hacerle contrapeso, comenzó a poner nerviosos a muchos dirigentes del bloque Convergencia Progresista (PS, PPD y PR). Pero, también, a sectores del Frente Amplio.

Entonces la presión sobre Montes subió, especialmente desde la élite del mundo socialdemócrata, que hoy se siente desplazada, que considera que sus visiones no están siendo representadas de buena manera y que estima que se abre un espacio electoral significativo ante la polarización de una contienda que tiene, hasta ahora, al UDI Joaquín Lavín y al PC Daniel Jadue como principales referentes.

Tender puentes

En el PS coinciden en que Montes tiene una cualidad que muy pocos personeros socialistas concitan hoy. La de ser capaz de abrir puentes tanto hacia el centro político, la DC, como hacia el mundo de izquierda, al Frente Amplio. Un punto clave en vista de las dificultades que ha mostrado la centroizquierda para llegar a un acuerdo de primarias lo más amplias posibles o de apoyos de segunda vuelta. De hecho, el viernes, el FA ya decidió que llevaría candidato propio a primera vuelta (ver nota en página 14).

Montes, aseguran sus partidarios, no generaría el nivel de anticuerpos al interior de un sector del Frente Amplio, como sí los provocan otros personeros de la ex Concertación que en algún momento manifestaron su interés por la carrera presidencial.

Tanto el Partido Liberal, como desde el bloque parlamentario de RD e incluso algunos dirigentes de Convergencia Social reconocen que han tenido conversaciones en los últimos meses con él sobre la situación política, el escenario electoral y el futuro de las oposiciones. Sin embargo, en la militancia más joven de esa coalición Montes no genera muchos adeptos con miras a una segunda vuelta. Aun cuando atraviesan por una situación compleja: desde el estallido social, la principal figura del bloque, la periodista Beatriz Sánchez, no ha logrado remontar en las encuestas -6%, según el sondeo del 20 de julio pasado de Agenda Criteria, menos de la mitad que lo que obtenía en septiembre pasado-, y el malestar ciudadano ha sido capitalizado por el PC y no por ellos.

El senador por Santiago Oriente es consciente de eso. Por más que algunos dirigentes socialistas lo han tratado de convencer, no tiene claro si su nombre podría convocar al grueso del electorado que dejó de votar por los partidos de la ex Concertación y que se han declarados escépticos de lo que fueron esos 30 años.

En el PS, aunque no han querido abordar formalmente aún el tema del candidato presidencial, no pierden las esperanzas de convencerlo. “Él tiene muy metido en su ADN la importancia del trabajo desde lo colectivo”, señalan, y apelan a la responsabilidad política que ha mostrado en su ya larga trayectoria. En 1999, recuerdan en el PS, Montes no quería ir a la reelección como diputado por La Florida, pero lo hizo luego de que Ricardo Lagos, entonces candidato presidencial del PS-PPD, se lo pidiera. El 2013 tampoco quería ir a la senatorial por Santiago Oriente, una carrera que muchos, incluso él, daban por perdida, pero en la que, además, tenía que enfrentar a la excanciller DC Soledad Alvear. Un tema no menor si se toma en cuenta que en sus campañas, Montes siempre ha contado con la ayuda de dos amigos de la época del Mapu, Eugenio Tironi y Enrique Correa, ambos asesores de Alvear. Si se lanzó en esa aventura a contrapelo, aseguran, fue porque el PS se lo pidió expresamente para evitar la pérdida de electorado en la Metropolitana.

Hoy, quienes apuestan a convencer a Montes apelan a la misma responsabilidad. Por eso, el diseño con que están trabajando no pasa por llamar a una larga procesión a la casa del parlamentario, sino más bien por apurar una decisión institucional del PS y que el partido lo proclame como su precandidato.

Y pese a que algunos dirigentes, como Camilo Escalona, señalan que “es un grave error abrir el debate presidencial antes del plebiscito del 25 de octubre”, los tiempos para la oposición se han acelerado.

Heraldo, sí o sí

El miércoles 19 de agosto, en la comisión política del PPD, uno de los vicepresidentes de la colectividad, Tomás Iturbe, emplazó a Heraldo Muñoz y Francisco Vidal a definir de una vez si serían precandidatos en la carrera presidencial. Algo que también había solicitado horas antes el jefe de la banca de diputados de la colectividad, Ricardo Celis.

Muñoz, excanciller de Bachelet y de las pocas figuras del bloque Convergencia Progresista que marca en las encuestas presidenciales, aunque muy por debajo de Jadue y Beatriz Sánchez, aseguró que disputará la carrera. Para eso, deberá sortear primero el puesto dentro del PPD, no sólo frente a Vidal, sino también despejar las reales intenciones de los senadores Ricardo Lagos Weber y Felipe Harboe, y de la exministra de Salud Helia Molina, quienes también han manifestado interés.

Aunque hasta ahora Muñoz ha evitado acelerar la carrera presidencial en su sector, no dudó en mayo de 2019 en dar un paso en esa dirección y convertirse en el primero dentro del bloque Convergencia Progresista en transparentar su ambición. “No puedo decir que no seré candidato presidencial, no puedo decirlo, y veo que hay mucha gente que cree que yo debería serlo, no sólo gente en mi partido, sino gente en la calle”, dijo entonces, aprovechando la visibilidad y alto nivel de conocimiento que había alcanzado, no sólo como excanciller en el último gobierno de Bachelet, sino también por el rol que asumió en las vocerías ante la demanda que entabló Bolivia contra Chile en La Haya.

Dos veces ministro -durante el gobierno de Lagos fue titular de la Segpres-, este cientista político de profesión se ha desempeñado principalmente en el campo de la diplomacia. Exsocialista, con Lagos formaron parte del llamado grupo de “los suizos”, debido a su neutralidad en la rencilla entre las tendencias internas del PS. A comienzos de los 80 fue uno de los fundadores del PPD -colectividad que lidera actualmente- y miembro del comando ejecutivo del “no” para el plebiscito del 88.

A sus 72 años, su larga trayectoria política, sin embargo, en esta ocasión, es también una de sus principales debilidades. Para un sector de la izquierda, su nombre se asocia con los 30 años de la ex Concertación.

Él, en cambio, apuesta precisamente a su experiencia política como garantía de que podrá empujar un proceso de transformación “tranquilo”, alejado de los extremos.

A mediados de esta semana admitió que los tiempos de la carrera presidencial se estaban acortando. Prueba de eso es que el PPD, el PS y el PR ya están trabajando en un documento, que estaría listo a más tardar en tres semanas más, que servirá de marco rector o una suerte de declaración de principios programáticos que deberán suscribir los candidatos y sectores que estén interesados en participar dentro de esas primarias.

Algunos en el PPD, incluso, esperan que en la directiva nacional ampliada del 29 de agosto próximo pueden tomarse ya algunas definiciones. De ser así, los tiempos se acelerarán inevitablemente para sus socios del PS. El asedio sobre Montes recién comienza.

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