Rosario Murillo: El libro que retrata a la ambiciosa mujer que comparte el poder con Daniel Ortega

El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, encabezan una manifestación en Managua, en septiembre de 2018. Foto: AP

En entrevista con La Tercera, Carlos Salinas Maldonado, autor de "¡Yo soy la mujer del comandante!", califica a la “codictadora” de Nicaragua como “la Lady Macbeth tropical con las manos llenas de sangre”.


Carlos Salinas Maldonado, periodista del diario El País, de España, en México, ha dicho que antes de salir de Nicaragua, ya seguía con “mucho interés” a la vicepresidenta Rosario Murillo, personaje que, a su juicio, “es por el momento la figura más fascinante de la política en América Latina”.

“Dejé Nicaragua en diciembre de 2018 por una decisión precisamente de los editores del diario español, debido al acoso y las amenazas. Estábamos en Managua con el ahora subdirector del diario en la cobertura del 19 de julio –fecha del aniversario del triunfo de la revolución sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza- cuando una turba me reconoció y me golpeó. Y desde entonces el acoso creció, por lo que tuve que salir”, ha relatado Salinas, periodista nicaragüense de 40 años.

Pero dos años antes de su salida del país, ya había nacido en él la idea de escribir sobre Murillo (71), la esposa del Presidente Daniel Ortega (77) y “Dama de Hierro” de Nicaragua. La inspiración llegó tras la publicación en 2016 de un reportaje en la revista ContraPoder titulado La Mujer del Comandante, que tuvo amplia difusión en varios países.

Portada del libro "¡Yo soy la mujer del comandante!", del periodista nicaragüense Carlos Salinas Maldonado.

Material para dar forma a su obra tenía de sobra. Aprovechó varios reportajes de semblanzas publicadas sobre Murillo en el diario El País, que lo llevaron a hacer mucha investigación y compilar decenas de entrevistas de gente que la ha conocido. “La idea original que tenía era un reportaje que se convirtiera en libro. Cuando hablé con el director de la editorial en México, me dijo que el personaje le parecía tan interesante que daba para un formato diferente. Un relato más literario”, ha comentado.

Y así dio forma a su “biografía literaria” sobre Murillo, que tituló ¡Yo soy la mujer del comandante!, la que acaba de ser lanzada bajo el sello Grijalbo. Una obra que retrata las contradicciones propias de una mujer que comenzó su militancia en las filas revolucionarias del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como una joven de una familia acomodada, descendiente del prócer Augusto César Sandino (1895-1934), que se opuso como miles de nicaragüenses de todas las clases al poder absoluto que ejercía la dictadura de Somoza, hasta convertirse hoy en la que muchos creen la auténtica administradora del poder de la dictadura sandinista.

“La idea es explicarle al público latinoamericano cómo se convierte en la mujer que es hoy, una codictadora, una mujer que ha demostrado mucha crueldad no solo en sus acciones y sus decisiones, sino en la forma cómo se dirige a quienes ella considera que son sus enemigos”, ha dicho Salinas, quien en entrevista con La Tercera califica a Murillo como “la Lady Macbeth tropical con las manos llenas de sangre”.

Un motociclista pasa junto a una pancarta de Daniel Ortega y su esposa y compañera de fórmula, Rosario Murillo, colocada en una clínica móvil, en Masaya, el 2 de noviembre de 2021. Foto: AFP

Usted ha dicho que Rosario Murillo “tiene todo para convertirse en un personaje de novela latinoamericana”. ¿Cómo se explica que una mujer joven, de una familia acomodada, que había estudiado en Europa, una poeta que se unió a las filas revolucionarias termina convirtiéndose en la codictadora de Nicaragua?

Creo que Rosario Murillo siempre ha tenido una ambición enorme, desde joven. Ella vio en Daniel Ortega algo más que al hombre con quien podría compartir su vida. Desde un inicio, me parece, esa alianza nació también con un interés político, aunque Ortega estaba en la cárcel cuando ella demostró interés en él. Compartían correspondencia y se encontraron ya en Costa Rica, años después, en el exilio, cuando la esperanza de un triunfo revolucionario contra la dinastía de Somoza parecía cada vez más cerca. Rosario Murillo intuía de alguna manera que Ortega estaba llamado a ocupar un lugar importante en Nicaragua dentro de la revolución sandinista y así fue. Y creo que ella siempre pensó que también se merecía un espacio. En los años 80 tuvo mucho poder en el área de cultura dentro del gobierno revolucionario, pero siento que siempre se vio relegada: ninguneada por la élite intelectual, despreciada por el aparato sandinista (muchos, de forma machista, la veían como una loca) y Ortega no le daba el lugar que ella creía que merecía a su lado. Eso la llenó de amargura, sin duda. Pero aguardó su tiempo para cobrar la factura de poder y eso llegó en 1998, cuando su hija Zoilamérica Narváez (a quien siempre maltrató y despreció) denunció públicamente a Ortega por violación. Fue un escándalo político que bien podría haber arruinado totalmente a Ortega, pero Murillo le lanzó un importante salvavidas: declaró loca a su hija y dijo que todo lo denunciado era mentira. Ahí estaba el cheque en blanco que ha ido cobrando poco a poco hasta convertirse en esa mujer que comparte el poder en Nicaragua bajo una nueva dictadura.

Dentro de la “relación tóxica” que Murillo tendría con Daniel Ortega, ¿cuál de ambos tiene más dependencia emocional del otro? ¿Cómo se manifiesta?

La dependencia de ambos es con el poder. Lo necesitan. Es una ambición desmedida y ahora han cometido crímenes tan espantosos, que saben que no pueden dejar ese poder autoritario que les garantiza impunidad. Ambos son culpables de la dura represión desatada en Nicaragua desde 2018, cuando estallaron manifestaciones que exigían un cambio de timón. Su relación se mantiene y se alimenta con el control absoluto que tienen en Nicaragua, que además les garantiza a los dos y a sus hijos beneficios económicos que son importantes si se da un cambio político en el país. Murillo sabe que depende mucho de Ortega, porque si algo le pasara a Ortega, dudo mucho que ella pueda sostenerse en el poder. Y Ortega le ha dado tanto espacio porque Murillo le es útil: ella se encarga del día a día de la Administración de un Estado gobernado de forma absoluta, tomando decisiones cotidianas que, creo, a Ortega simplemente le aburren.

Laureano Ortega en su oficina, con un cuadro de sus padres Rosario Murillo y Daniel Ortega. Foto: AP

Entre los “traumas” que Murillo cargaría se cita la muerte de su padre, con quien tenía una relación especial. ¿Qué particularidades tenía ese vínculo?

Murillo amaba a su padre. Y él la adoraba. Eso es lo poco que se sabe de esa relación y de su primera juventud. Ella ha hablado muy poco de eso. Murillo se refugiaba en el cariño del padre dado el desprecio de la madre, que más tarde la repudiaría. Era la favorita del padre y él vio en ella a un ser especial: por eso todo el esfuerzo para enviarla a estudiar a Europa, Suiza e Inglaterra, para que tuviera una educación de nivel. Claro que la muerte de su padre la afectó de forma especial y se sumó a sus traumas personales.

Un tema controvertido en la vida de Murillo también es la relación con su hija mayor, Zoilamérica Narváez Murillo, quien acusó en 1998 a su padrastro Daniel Ortega de supuesta violación y abuso sexual cuando ella tenía apenas 11 años. Murillo calificó entonces a su hija de “loca”. ¿Cómo llega a distanciarse tanto de su hija?

Murillo odiaba a su hija. Zoilamérica Narváez lo dejó claro en su largo testimonio. Digo que se desarrolló una relación tóxica entre ellas porque Murillo comenzó a ver a su hija como una ‘competencia’. Murillo llegó a pensar que Zoilamérica se enamoró de Ortega, su abusador. Y entonces desató toda su furia contra la joven: la humillaba, la echó de su casa y la envió a dormir con el servicio, la maltrataba psicológicamente, prohibió que viera a sus hermanos. Los celos fueron terribles, tanto así que quería desterrarla a Cuba. Murillo se distanció de su hija porque la veía como una amenaza. Siempre prefirió a Daniel Ortega.

Murillo tiene 10 hijos de sus cuatro parejas, incluido Ortega. ¿Qué relación mantiene con ellos?

Los hijos forman parte del círculo de poder: manejan empresas, controlan la distribución de combustibles, que es un negocio jugoso; tienen negocios propios de moda, música, publicidad y cada uno con su capricho; tienen el control total de los medios de comunicación. Son “asesores” del gobierno, han viajado con cargos ministeriales. Manejan la relación con China y Rusia y están a cargo de los lazos comerciales con los aliados del régimen. Es una dictadura familiar. Los hijos son cómplices del saqueo del país.

Un hombre revisa su teléfono mientras camina junto a una pancarta que promociona a Daniel Ortega y Rosario Murillo cuando comienza la campaña electoral presidencial, en Managua, el 25 de septiembre de 2021. Foto: Reuters

¿Cómo ha justificado Murillo su paso de ser una militante del pensamiento místico y esotérico a una mujer sádica, capaz de organizar matanzas contra el pueblo nicaragüense? ¿Es ella la mentora de las políticas represoras del régimen?

No lo ha justificado ni lo hará. Rosario Murillo fue la primera que dio la orden de la represión en abril de 2018 contra los manifestantes. Es tristemente célebre su frase “vamos con todo”, orden dada a las huestes del Frente Sandinista para atacar con brutalidad a los manifestantes. Ella no es la mentora de la represión, pero sí la ha ejecutado y, sin duda, junto con Ortega, ambos, toman decisiones terribles. Ortega es el que manda, pero Murillo tiene un poder enorme que él le ha dado, mucho más grande del que los analistas pueden pensar. Son una fórmula terrible, devastadora, para un país que se merecía algo mejor que estos personajes.

¿Murillo ha dado alguna señal de arrepentimiento contra las medidas adoptadas con excompañeros de armas de Ortega o miembros de la Iglesia Católica?

No. Y tampoco lo hará. No creo que la idea de “arrepentimiento” esté en la cabeza de una persona tan ambiciosa. Es la Lady Macbeth tropical con las manos llenas de sangre.

Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua.

¿Quién detenta el verdadero poder en la pareja presidencial? ¿Murillo será “eternamente leal” a Ortega, como dice el título de su libro?

Ortega tiene todo el poder y lo comparte con ella. Pero si le pasara algo a Ortega (una muerte repentina, porque está enfermo) dudo mucho que Rosario Murillo pueda mantener el poder. Ahí afuera hay una jauría rabiosa dispuesta a cobrarse facturas que ella ha dejado pendientes, porque ha humillado a integrantes del Frente Sandinista que eran leales a Ortega, apartándolos para ser ella la única a su lado. Creo que Humberto Ortega, el hermano de Daniel y exjefe del Ejército, está entre ellos, porque la odia. Es muy complicado que Murillo herede el poder si Ortega falta. Por eso ella depende totalmente de él, es la mujer del comandante por eso.

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