Cómo el paro de Atacama derivó en los días más ásperos del ministro Cataldo

El ministro de Educación, Nicolás Cataldo. Imagen de archivo. Foto: Francisco Vicencio / Agencia Uno.

Al titular de Educación y sus equipos no les ha salido gratis la crisis educacional en el norte del país, la que provocó que se abrieran un par de flancos que hasta hace poco no tuvieran por dónde. El respaldo a su gestión desde La Moneda, en todo caso, se mantiene intacto.


De tanto en tanto en los pasillos del Ministerio de Educación se escucha, medio en broma medio en serio, “¿a qué paro nos enfrentaremos hoy?”.

Y es que los 97 días de gestión de Nicolás Cataldo (PC) como titular de la cartera se han caracterizado por las movilizaciones, puertas adentro y puertas afuera, con las que ha tenido que lidiar. La última, la de Atacama, ha sido sin dudas la más bullada. Pero también la más compleja, la que más tiempo demandó y la que más ronchas sacó. También la que más críticas le valió al gobierno, personalizadas en la figura del secretario de Estado, a quien le han enrostrado, en sectores políticos y desde la trinchera de los docentes, el tiempo que tardó en resolver el paro -77 días.

“El Mineduc, en tres meses, fue incapaz de hacer algo, pero no podemos castigar más a los estudiantes. Los descuentos de dineros que se habían anunciado para los profesores ya los habíamos asumido y el retorno es a pesar del Mineduc. Si tenemos una crisis en Atacama es porque ni el ministerio ni el gobierno nos escucharon”, explicaba este lunes a La Tercera Carlos Rodríguez, presidente del gremio regional docente, quien aseguraba que si bien volvían a clases, “queda abierto el conflicto”.

Esa última frase, de hecho, bien podría presagiar lo que le depara al ministerio una vez superado al menos el problema inmediato de tener a los alumnos fuera de las salas de clases. Pasa que además de no poder descuidar el avance de las obras de mejoramiento de infraestructura que originó el conflicto, a la cartera sí le queda otro conflicto abierto: el del avance de la idea de pausar el proceso de desmunicipalización escolar, una grieta que se abrió recientemente a raíz de los problemas en el Servicio Local de Educación Pública (SLEP) Atacama, pero que hace apenas dos meses era algo impensado siquiera de plantear. Más que el paro en sí, la gran herida que le provocó al Mineduc y al ministro la larga movilización docente fue que se pusiera en duda el proceso de la nueva institucionalidad de la educación pública, que este gobierno abraza con fuerza.

Sin ir más lejos, la Comisión de Educación del Senado propuso formalmente pausar el proceso, misma solicitud que han hecho algunas bancadas, municipios y expertos. Asimismo, hace menos de dos semanas senadores y diputados -principalmente de oposición y DC- de la comisión mixta encargada de analizar el Presupuesto 2024, rechazaron los recursos para los SLEP, criticando los recursos ya entregados y el diseño de su implementación. Ahí usaron como argumento los problemas de los establecimientos educacionales de Atacama, que ha servido como ejemplo y bastión de todos quienes quieren ponerle pausa a la desmunicipalización. Eso es, justamente, lo que más duele en el oficialismo: que se abrió una puerta por no detener a tiempo el conflicto que hace rato daba señales de poder explotar. Pero, asimismo, de no haber hecho más por corregir antes la implementación de la nueva educación pública.

Al menos dentro de los equipos que hoy trabajan en el Mineduc junto a Cataldo señalan que a la cartera llegaron convencidos de que había que hacer algo urgentemente con la ley que desmunicipaliza la educación. No por nada al poco de haber llegado a la cartera el ministro instruyó un reordenamiento legislativo que fijó para este año el corregir las indicaciones que había hecho la administración de Marco Antonio Ávila (RD). Esas serán ingresadas antes de fin de año.

“El debate se terminó instalando por la crisis y no por iniciativa. El diagnóstico ya lo teníamos, pero que haya sido forzado nos deja en desventaja táctica”, reconocen en la cartera, donde ven como evidente que la reforma necesita cambios y que, incluyendo al exministro Ávila, desde Piñera II en adelante se perdió tiempo en realizar esas correcciones, que lo único que se hizo fue suspender y aplanar el calendario, pero que eso había que sostenerlo con cambios a la ley y ajustes en el funcionamiento de los SLEP, cosa que, a pesar de las recomendaciones del Consejo de Evaluación del proceso, hasta ahora no se ha producido. “En un año y medio de nuestros antecesores eso no ocurrió”, señalan algunos de los nuevos inquilinos del Mineduc, quienes recalcan que la crisis de Atacama solo apuró el debate público.

A pesar de que la idea de frenar el proceso suma adeptos (también voces en contra), en el Mineduc confían en que esto sí podrán atajarlo. De hecho, creen que es mejor corregir el proceso en marcha que volver atrás. “Hay municipios que están en la B”, dicen quienes están involucrados en las conversaciones, que además ven como poco responsable avanzar en ese planteamiento puesto que, argumentan, los municipios que ya tienen fecha de traspaso para 2024 no presupuestaron dineros para la educación del próximo año, que ya hay convenios hechos o que existan concursos de dotaciones en proceso.

Pero en Educación -y en el Ejecutivo- hay otra cosa que también duele: no haberse dado cuenta a tiempo de los alcances y las esquirlas que podía tener el paro de Atacama. Recién cerca de los 50 días de movilización se dejó de ver como un problema meramente acotado a un territorio, abordado como tal, y forzado por la crecida comunicacional, Cataldo y los suyos se vieron obligados -coordinados con la Secretaría de Comunicaciones, Secom- a cambiar la estrategia, asumiendo el ministro un mayor protagonismo y endureciendo su tono, instalando la idea de “corrupción” al interior del SLEP Atacama y acusando a los profesores de intransigencia.

La impresión de él y de La Moneda es que esta fue (o está siendo) la peor crisis educacional que ha enfrentado la actual administración, pues involucró aspectos políticos, educativos y administrativos. No por nada hubo instancias del comité político en que se dedicaron largos pasajes a hablar de la crisis y respaldar la gestión del ministro en este conflicto. Con el Presidente Gabriel Boric también mantuvo comunicación fluida al respecto.

Toda esta atención que ha supuesto la crisis atacameña, según reseñan cercanos al ministerio, ha significado un desgaste notorio al interior de la cartera. Entre los viajes a la región, los constantes cuestionamientos y la tensión diaria, los equipos denotan agotamiento, al menos frente a este tema. “Desgasta a todos por igual y también a la gestión política”, reseñan algunos de ellos, quienes remarcan que desde que llegó Cataldo no ha habido ni un día sin algún conflicto activo, lo que, añaden, evidentemente implica una pérdida de tiempo y obstaculiza avanzar en los temas de fondo y la propia agenda del Mineduc.

¿De qué conflictos hablan? Cuando asumió en la cartera, el exsubdere fue recibido con un paro de los trabajadores y trabajadoras de Integra; a los pocos días comenzó el paro nacional del Colegio de Profesores, al que le siguió el del regional Atacama. Pero no fue todo: a inicios de octubre tuvo que atender la crisis por el anuncio de cierre de los establecimientos educativos de Tiltil y recién este lunes, el mismo día que se destrabó la movilización atacameña, la Asociación Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Ministerio de Educación (Andime) depuso su propio paro, el que llevaba algunos días de vigencia.

Todos esos paros ya fueron resueltos, pero no sin costos asociados. En todo caso, el respaldo a la gestión del ministro Cataldo, aseguran desde La Moneda, se mantiene incólume.

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