Coordinador de Educación de Unesco por resultados de la PTU: “No hemos sido capaces de construir un sistema educativo que genere oportunidades para todos”

Carlos Henríquez, exsecretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación de Chile, plantea que la diferencia en los resultados que obtienen los colegios privados y públicos no obedece al talento de los estudiantes, sino a la capacidades del sistema para desarrollarlos. Al respecto, advierte que es crucial retornar a las salas y, aplicando lo aprendido durante la pandemia, innovar en la forma de entregrar los contenidos, a objeto de mejorar la experiencia de aprendizaje.


El pasado martes, el Ministerio de Educación y el Denre dieron a conocer los resultados de la Prueba de Transición (PTU), que permite a los estudiantes postular a la educación superior. En 2021, un total de 236.170 personas rindieron la prueba, casi 10 mil más que el año anterior.

A juicio de los expertos, los puntajes obtenidos abren distintos análisis, que abarcan desde el impacto de la pandemia en los resultados, a las diferencias de género y las brechas socioeconómicas que evidencia el test. Por ejemplo, se constató que los puntajes más altos se concentran en solo seis comunas del sector oriente de la Región Metropolitana.

Al respecto, Carlos Henríquez, coordinador general del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación de la Unesco, hace una reflexión sobre la realidad que enfrentan los establecimientos públicos del país. Como exsecretario de la Agencia de Calidad de la Educación de Chile, advierte los desafíos que en materia de desempeño tiene el sistema, particularmente el público, para asegurar una correcta entrega de contenidos. “En todos los establecimientos del país, sean municipales, particulares subvencionados o particulares pagados, hay estudiantes talentosos. El problema es que no hemos sido capaces de construir un sistema educativo que genere oportunidades para todos los estudiantes”, advierte.

¿Qué tanto afectó la pandemia a la calidad de la educación y al aprendizaje de los estudiantes en los colegios de Chile?

Aún hay pocos estudios del efecto de la pandemia en los sistemas escolares, pero sí hay muchas simulaciones y evidencia de que lo presencial, por más que hayan existido esfuerzos de innovación remotos, es totalmente irreemplazable; por tanto, la pandemia afectó a todos los colegios, a todos los estudiantes y va a tener costos importantes en todos los sistemas escolares del mundo, incluido nuestro país. Lo que también hemos enfatizado desde Unesco, Unicep y otros organismos internacionales, es el regreso seguro a clases.

¿Por qué ese énfasis?

Los colegios que han vuelto hace bastante tiempo, generando protocolos de seguridad, ven un impacto en los resultados. La pandemia afectó a todos por igual, pero las medidas que efectivamente tomaron los distintos colegios pueden aminorar esa pérdida. Insisto, todos la tuvieron, pero los que regresaron antes han podido contrarrestarla o, en parte, hacerse cargo de esta pérdida. En el caso de Chile, hay una necesidad imperiosa de generar condiciones en todos los colegios, principalmente los municipales, para que las brechas no se acrecienten. Más allá de los gigantes esfuerzos de las maestras, maestros, colegios y sistemas escolares, lo presencial es irreemplazable y yo creo que pruebas como la PTU empiezan a dar evidencia de ese tipo de elementos con la información que entregan.

En los 100 mejores colegios en la PTU hay solo dos municipales y tres particulares subvencionados, el resto son privados. ¿Por qué se da esta concentración?

El sistema educativo chileno es muy segregado. Hay evidencia internacional de que los colegios privados tienen mejores resultados por su capital cultural y alta segregación, como ocurre en el sistema escolar chileno. Por tanto, es imperioso, en el contexto de pandemia, generar las condiciones para que todos los colegios vuelvan, y principalmente los más vulnerables, que requieren de más apoyo. Luego, impulsar una educación pública con más posibilidades de generar condiciones para el aprendizaje. Dicho eso, tienen mérito esos colegios que están dentro de los mejores del país por el aporte que entregan. Pero, insisto, el sistema escolar chileno es muy segregado, finalmente los alumnos más vulnerables están en colegios públicos y los con mayor capital cultural están en los privados. Es un dato que señala la importancia de poder fortalecer y apoyar a estos primeros.

¿A qué otros factores pueden atribuirse estos resultados de los colegios privados?

Los talentos están distribuidos homogéneamente. ¿Qué quiere decir esto? En todos los establecimientos del país, sean municipales, particulares subvencionados o particulares pagados, hay estudiantes talentosos. El problema es que no hemos sido capaces de construir un sistema educativo que genere oportunidades para todos los estudiantes. Las condiciones para aprender en el sector pagado son mejores y generan buenos resultados, lo que, en el fondo, es bueno, pero como país no hemos sido capaces de hacerlo en colegios particulares subvencionados y municipales. Por tanto, lo que se ha hecho en los últimos años, mejorando también los sistemas de ingreso a la universidad, es que estudiantes con bajos puntajes, siendo los mejores del curso en sus colegios, logran buen desempeño en la universidad.

No tiene que ver, entonces, con las capacidades de los alumnos...

No. No tiene que ver con que los talentos no estén distribuidos entre todos, sino con generar las condiciones para poder desarrollarlos. Y eso yo diría que es una tarea urgente del país, cómo implementar las condiciones para que las niñas y niños tengan oportunidades, desde los espacios de garantía de derecho, como lo hacen las constituciones, hasta la institucionalidad que permita que cada sala de clases del país en cada colegio pueda avanzar en esa dirección. Obviamente, hay un sentido de equidad con la mejora de los municipales y subvencionados, pero el espacio particular de Chile también tiene espacio de mejora.

Entre los 100 mejores colegios, un tercio está fuera de la Región Metropolitana. ¿Cuál es el balance que se puede hacer de esta cifra?

El sueño que deberíamos tener como país es cómo transitar, en una década, a que cualquier liceo sea bueno, y que la diferencia entre el de mejor y más bajo desempeño disminuya, cosa que, ojalá, uno pudiese ir a cualquier colegio que esté cerca de la casa, ya sea que la familia vive en el norte, en el centro o en el sur. Ahora, frente a este dato de los 100, insisto, está muy influenciado por el capital cultural. Claramente, han ido avanzando también los liceos de regiones, por lo que fui mirando en años anteriores, en relación a Santiago, y eso es una buena noticia. Lo que hay que hacer ahora es un plan para que la meta sea transformar a todos los colegios, no de un día para otro, pero sí en cinco, 10 o 15 años, en colegios de alto desempeño. Creo que la aparición también de liceos de provincia es bueno para la descentralización.

¿Debería cambiarse la forma de evaluar a los estudiantes de los colegios?

Aquí hay dos temas. Primero, lo que nosotros hemos visto, no solo en Chile, sino en Latinoamérica, es que la pandemia ha generado espacio para que los colegios y los sistemas escolares definan nuevas formas de evaluar, de manera mucho más formativa, no centrado tanto en la calificación y más bien retroalimentando al estudiante para que pueda mejorar en sus metas de aprendizaje. Aquí hay un tremendo espacio potencial, pues la nota no es un fin, sino un medio. Con los padres y las familias, después de la primera pregunta ¿cómo te fue en el colegio?, que la siguiente no sea ¿qué nota te sacaste?, sino qué aprendiste y qué vas a hacer para ir avanzando. Esto es trascendental y ojalá no perderlo de vista.

¿Se debe cambiar la forma de ingreso a la universidad?

Eso es lo segundo. Creo que acá no es solo mirar el cambio en la prueba, sino observar la modificación de los sistemas de ingreso a la universidad. La modificación de los ponderadores, abrir nuevas formas de ingreso, que hoy están mirando también las instituciones regionales para otras vías de inclusión, valorar a alumnos y alumnas de colegios de más bajo desempeño, se les abren posibilidades, valorar más vías de ingreso en el deporte, la acción social, grupos de trabajo y lo que tiene que ver con formación ciudadana o desarrollo sustentable, son las vías que deberían ir avanzando y abriéndose para que un sistema de ingreso a la educación superior sea mucho más amplio, que recoja las distintas visiones y desarrollo más integral.

¿Cuál cree que debería ser la primera medida concreta, a corto plazo, que se debería tomar para mejorar el nivel de la educación?

Unesco en noviembre hizo una conferencia con los 195 países que participan en Francia, invitando a un acuerdo por la educación, uno que permita invertir más en escenarios de complejidad y desigualdad, como ha generado la pandemia, y que esos recursos se utilicen de buena manera, con eficiencia. Es una invitación a todos los países del mundo, de Latinoamérica, incluido Chile. En segunda línea, claramente al alero de estos resultados de las evaluaciones de la PTU, el mayor apoyo, la mayor inversión en los colegios públicos claramente es una medida importantísima para hacerse cargo y gestionar mejores oportunidades donde más se requiere y necesita. Focalizar apoyo en la educación pública resulta indispensable.

¿Qué cambios se deberían implementar este año, con el regreso formal a las salas de clase?

Ojalá no volviéramos a la normalidad de las clases antes de la pandemia, sino a una nueva forma de ver y organizar la escuela para los aprendizajes. Nos hemos dado cuenta de que los maestros pueden innovar, que las notas de las calificaciones pueden no ser el fin, sino el medio, de que las clases con objetivos de aprendizaje desafiando al estudiante sí son posible y que eso requiere de un apoyo decidido para que los profesores sigan innovando. La posibilidad de profesionalizar, de dar espacio a un currículum contextualizado, a mirar la trayectoria de los estudiantes, a mirar más dónde está cada niño en su trayectoria de aprendizaje, parece ser una tremenda posibilidad del 2022.

También hay que abordar el impacto de las suspensiones de clases y de la propia crisis...

Sí. Hacerse cargo de los problemas, de la deserción escolar, de los niños que abandonaron y que no hemos sido capaces de, como sistema, poder conectar para saber dónde están y acercarlos al sistema escolar, eso es una tremenda urgencia. En cuanto al aprendizaje, yo creo que han sido dos años complejos y han tenido impacto en los estudiantes, ojalá pudiésemos saber, con algún estudio muestral, el impacto de esto, pero más que la evaluación, lo que creo que hay que hacer es generar condiciones para un apoyo personalizado en aumentar la capacidad de aprendizaje de los estudiantes y el apoyo recibido a cada uno de ellos.

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