Hugo Herrera: "Es mejor que el Presidente no hable, que solo actúe"

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06 de Febrero del 2017.- Retrato - Hugo Herrera en su casa en la comuna de Via del Mar. Foto: Dedvi Missene - Dedvi Missene. - - - / PUBLICADA

"Debería debería irse a la segunda fila, sin ser protagonista" en estas condiciones, con un apoyo entre uno y dos dígitos, y la acusación la próxima semana. El académico cree que "hay que fortalecer por la vía del silencio la Presidencia" y que Piñera debe terminar su período porque "escapar de La Moneda a lo De La Rúa volvería a la derecha inviable por las próximas generaciones". Pasado mañana lanza su libro "Octubre en Chile", donde aborda la crisis.


Lo va a presentar pasado mañana viernes en la sede santiaguina del Congreso y dice que aunque "lo escribí muy rápido, en cuatro o cinco días" y que "puede quedar corto, porque termina el 2 de noviembre", su libro "es un diagnóstico de largo aliento: es un desajuste entre el pueblo, sus pulsiones, sus anhelos, y los errores de lectura, discursos políticos autocontenidos o abstractos". Hablamos de Octubre en Chile, el texto de 144 páginas que Hugo Eduardo Herrera -doctor en Filosofía y director del Instituto de Filosofía de la Universidad Diego Portales- le dedicó a una crisis a la que le ve un extenso futuro, con "factores difícles de arreglar".

Herrera, una de las voces intelectuales ligadas a la derecha (fue consejero político de Chile Vamos, pero no milita en partidos), cree que esto pasó de alzamiento a revuelta. "El alzamiento se usa para el movimiento inicial: el alzamiento de octubre. Pero como proceso continuo es una revuelta. Con revolución, acá hablamos de diferencias de radicalidad. Hay un diálogo famoso, cuando Luis XVI le pregunta a François La Rochefoucauld si acaso era una revuelta, y éste le contesta que No, es una revolución. Desde ahí, revolución vale para cambios radicales, y con violencia contra las personas. Hasta ahora, hablaría más de revuelta que de revolución. Sería distinto si fuera vamos a la casa de Piñera no a funarlo, sino a matarlo".

-Hace un paralelo con la crisis del centenario de la independencia de 1910, con un aire poco optimista, ¿por qué?

-No hay que menospreciar los alcances de esta crisis. Hay gente que piensa que esto va a pasar con la Navidad... por último quedan dos años de gobierno de Piñera, que terminará mal o bien, y después elecciones... No, creo que es una crisis de largo aliento, sus factores son difíciles de arreglar. Por un lado tienes un discurso economicista predominante; por otra parte el discurso frenteamplista académico de Fernando Atria, muy extremo, que condena el mercado como institución. No es posible entender bien la realidad a partir de ninguno de ambos. Y hay unas elites que tendrán que ser parte de la solución, pero que son parte del problema. Y el resorte principal de la máquina -como la llamaba Portales-, la Presidencia de la República, no funciona.

-Si "no funciona", ¿qué rol puede jugar o no el Presidente en esto?

-Lo que hasta ahora ha hecho el Presidente es irresponsable.

-¿Qué es lo más irresponsable?

-Lo más irresponsable es no tomarle el peso al símbolo de la Presidencia de la República, como el producto de un diseño del que se ocuparon mentes como Portales, Andrés Bello, y que lo ejercieron en sus primeros años José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes, Montt. Eso significa que la Presidencia de la República no es simplemente la gerencia de una empresa; es mucho más parecido al puente de mando de un buque en tiempos de crisis. El tono con que se habla es fundamental. Entonces, si entra Piñera un día enfurecido contra un enemigo que no conocíamos; al otro día hablando de grandes acuerdos cuyas contrapartes no conocíamos; al otro día se toma el acuerdo más importante de la transición, el acuerdo constituyente, y él guardando silencio... perdóname, pero si fuera tripulación de ese buque iría con susto.

-¿Con susto? ¿O se amotinaría?

-(Ríe) Habría que ver qué tan grande es el buque, y las condiciones.

"Mejor que Piñera no lidere este proceso"

"Es un problema hermenéutico en la derecha. En la izquierda se moraliza el asunto: entrar en un pacto constituyente es poco menos que venderle el alma al diablo. En el caso de la derecha más dura y recalcitrante, es presa de un discurso excesivamente economicista", observa.

-Advierte que se necesitan "pensamientos que se remitan explícitamente a la consideración del polo de lo real, a la situación popular concreta" y no "el discurso moralizante y el economicista". ¿Cómo podría zafar el gobierno si esta crisis detonó también por discursos de ministros que ofrecieron bingos, a levantarse más temprano, a ir a comprar flores?

-Le veo posibilidades escasas. Hay un problema, además, generacional. Piñera forma parte de la generación de Chicago-gremialistas, como los llamó Jovino Novoa, que creen que ganaron la batalla. En Guerra Fría impusieron una hegemonía económica. El punto es si hoy con ese discurso tan cerril logras encausar al pueblo. La labor de Piñera, si es viable, se debiera limitar a favorecer el proceso político ya desplegado de lejos, sin oponerse y dando garantías, más que liderarlos.

-¿Renunciar a cualquier protagonismo?

-Sin ser protagonista. Lo que uno esperaría de un gobierno con una presidencia tan fuerte es que hubiera liderado el proceso, pero mejor que Piñera no lo lidere. Estamos frente a un problema peor.

-Pero si se repliega tanto, preguntarán "¿Dónde se metió el Presidente?"

-Sería un acto de profunda generosidad que llegara a una coordinación con sus partidos y ministros y él aparecer tras bambalinas, que es lo que a estas alturas le corresponde. Además, estamos ante un hecho que no comprende. Lo más patente fue ese domingo en que llegaron los partidos de Chile Vamos a su casa y salieron con que había que negociar una nueva Constitución; el anuncio lo hace Blumel, y el Presidente y el gobierno callan por dos días, hasta que ya decanta de nuevo en un conflicto, hasta que Desbordes dice que no se para hasta que no se llegue a un acuerdo.

"Escapar como De La Rúa volvería a la derecha inviable por generaciones"

-Otras veces ha atacado a una derecha "ligada a thinks tanks partisanos como Libertad y Desarrollo de oscuro financiamiento", con un "dogmatismo económico que persiste". Si es dogma, ¿cómo pude concordar con la otra derecha en un trance como este en el que insisten no pueden ceder más porque "ya se han humillado demasiado"?

-LyD fue organizado y conducido por ex miembros de la dictadura, con credenciales republicanas y democráticas bien discutibles. Nunca ha sido bien transparentado cómo se financia. Hasta ahora, Piñera no ha sido capaz de distanciarse un paso de ese tipo de derecha Chicago-gremialista, cuyo dogma fundamental es lo que Mario Góngora llamaba un "dogmatismo primario": que el sistema económico liberal es la base de un sistema político libre. Y el asunto es totalmente al revés. Hay un estudio del propio Rölf Lüders que dice que la época en que más se desarrolló Chile fue de 1830 a 1900, y eso fue un modelo de estabilidad política. La tesis es inversa.

-Dice que Piñera no se ha apartado de esa derecha. Pero ha perdido piso hasta en su sector, va en una curva descendente.

-Por lo que él hace y dice, con declaraciones que se circunscriben a lo policial o a medidas ecónomicas puntuales, veo que Piñera ya no tiene esa capacidad. Como te decía, debería irse a la segunda fila, confiar en los ministros que mejor le rinden, como Ignacio Briones o la vocera Karla Rubilar, y dejarle el poder a los partidos para que negocien de una vez por todas el proceso constitucional, que se lleve adelante, y quizás -si hace bien todo eso- su premio será ponerle la firma a la Constitución que nunca quiso. A este hijo que nunca deseó.

-Pero para eso tienen que pasar otras cosas. Un Presidente con un apoyo que está entre uno y dos dígitos porcentuales, ¿a quién le habla primero? ¿a la derecha dura? ¿a la menos dura? ¿a la oposición? ¿Por dónde parte?

-Creo que es mejor que no hable. Esa es mi recomendación. Que solo actúe.

-Eso debilitará más la imagen presidencial.

-Por supuesto. El problema es que él ya la debilitó. Cuando él baja a este porcentaje de apoyo, después de haber tenido el 50%, él es el responsable. Igual como cuando en su primer gobierno cuando rescató a los mineros, él es el responsable.

-¿Cree que el Presidente Piñera podrá completar su período? Le quedan dos años y aún falta el plebiscito de abril.

-Esa estrategia, aunque muy básica, que te menciono, tiene como condición que el Presidente pueda terminar. Que el Presidente pueda terminar es fundamental para la República, para darle continuidad republicana al sistema, y por otra parte porque una escapada de La Moneda a lo De La Rúa volvería a la derecha inviable por las próximas generaciones. Por eso propongo esta fórmula, para fortalecer por la vía del silencio la Presidencia de la República. Las autoridades no solo actúan con sus palabras, también con tus silencios. Las medidas que se toman también son una manera de hablar.

-En perspectiva política e histórica, ¿qué valor le asigna al arrepentimiento, a la sincera autocrítica, a un líder político que se encuentra en ese trance?

-Quizás Piñera debiera reparar en algo así: si él no le da salida viable a esta crisis, probablemente va a quedar entre los peores presidentes de toda la historia de Chile. Es un Presidente que no ha tenido guerra externa; no ha tenido que combatir un terrorismo organizado, ni guerra civil; no hay crisis económica internacional, como le tocó a Carlos Ibáñez (la primera a consecuencia de la Crisis del 29, para la segunda tuvo que traer a la comisión Klein-Saks). Piñera no ha tenido crisis económicas ni políticas. Ante esta nueva crisis, todo el mundo le estaba advirtiendo en todo los tonos del déficit discursivo, que había que reaccionar con símbolos, liderazgos, ¿de qué estamos hablando? Ningún otro presidente se ha equivocado tanto.

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