Los años finales de Luis Dimas

El cantante en uno de los últimos shows de su vida, en el verano de 2020 en Purén.

El cantante estuvo activo hasta febrero de 2020, cuando dio los últimos conciertos de su vida, en el sur de Chile. Después, la pandemia lo fue apagando progresivamente, acrecentando sus problemas cardíacos y sobre todo una demencia senil que lo llevó hasta una casa de reposo en la capital. Igual, se seguía sintiendo un monarca: llegó a escribir tres agendas tituladas para la posteridad como Las experiencias del Rey.


“Quiero tanto la vida, que me da miedo morir. No me imagino muriéndome”. Luis Dimas se resistía al punto final definitivo: así lo advirtió en 2017 en una entrevista con este medio, subrayando que pese a contar ya más de 70 años seguía activado por una agenda no apta para achaques ni malestares.

E intentó seguir cumpliendo ese credo. En 2020 dio los últimos conciertos de su vida: el 7 de febrero como parte del Festival del Adulto Mayor de Purén y un día después en un evento nostálgico similar que lo reunió con José Alfredo “Pollo” Fuentes en Angol. “Esta canción es de 1814, han pasado un par de años”, bromeba cuando presentaba algunos de sus numerosos hits. “Antes me decían el Rey del twist porque me podía mover. Ahora no me puedo andar zangoloteando tanto”, remataba para declarar que el curso del calendario a veces sí lo amenazaba en serio.

Sentado en una silla y cada cierto rato con ánimo de levantarse para hacer algunos pasitos rocanroleros propios de su gloria nuevaolera, Dimas lucía bien y sin contratiempos evidentes. Wildo, también parte de la generación del cancionero pop de los 60 en Chile, le gestionó esos shows y recuerda: “Fue algo simbólico. Él es mi amigo y esos fueron los últimos recitales de su vida”.

Claro: después vino la pandemia y se esfumó cualquier intento de planificación fuera de las cuatro paredes. “Yo lo propuse y se veía muy bien. Porque Lucho era un hombre lleno de sueños, hasta el final no paró de tener proyectos: un libro, una película, escribir cosas y, por supuesto, seguir cantando”, enumera Wildo.

Pero lo cierto es que meses antes de ese epílogo y de esos espectáculos finales, Dimas había tenido una alerta compleja. El 7 de octubre de 2019, habia sido internado de urgencia en la clínica Reñaca, en Viña del Mar, tras sufrir un infarto agudo al miocardio. Pudo salir sin grandes problemas, siguiendo un tratamiento estricto y celebrando el alta en sus redes sociales con un esperanzador “hay Luis Dimas para rato”.

Tras abandonar el lugar, el humorista y figura televisiva Enzo Corsi le facilitó su departamento en la Quinta Región. Corsi es su sobrino por parte de la esposa del cantante y siempre mantuvieron una relación muy estrecha, vinculados ambos al mundo del espectáculo. “Yo aprendí muchas cosas de él”, dice ahora el comediante, afectado por la noticia.

Luego vinieron los conciertos en el sur chileno, pero el Covid-19 agravó las cosas. Corsi sigue: “Se juntó todo. La pandemia y el encierro lo bajonearon mucho, se le acrecentaron muchas fallas crónicas que tenía, desde el corazón a una diabetes, y sobre todo una demencia senil, que llegó a ser de grado cinco. Eso lo llevaba a preguntarme a cada rato ‘¿cuándo actuamos’? ‘¿Cuándo nos pasan a buscar?’ Muchas veces creía que venía actuando de Las Vegas. Pero todo estuvo bajo control”.

Un milagro

El humorista apunta que el deterioro cognitivo pudo haber empezado mucho antes, hace unos años, pero sólo se agudizó con el encierro del último año. “Le costó entender esta pandemia. Sus amigos y su gente trataban de explicarle, pero le costaba mucho entender este nuevo mundo”, asegura.

Por lo mismo, en los últimos meses el artista fue derivado a una casa de reposo en la capital. Ahí sobre todo cumplía una rutina diaria de caminar mucho y seguir una dieta alimenticia apropiada.

Corsi dice que, pese a su estado de salud, muchos doctores aplaudían la capacidad de superación del artista. “No andaba cojeando, tenía la voz intacta, a veces bailaba. Tenía sí hipertensión, diabetes y una arritmia crónica, pero se mantenía. Los médicos del Hospital Militar aseguraban que era una milagro viviente, para todo lo que había aguantado. Tenía escenas muy cómicas también: aunque hubiese un temblor o un terremoto, siempre se las arreglaba para pedir una peineta, para pedir su peineta. No quería quedar despeinado, También veía muchas películas en Netflix, de acción, y admiraba mucho a Alexis Sánchez”.

Cercanos a al hombre de Caprichito igual califican su deceso -sucedido este miércoles 17 en el hospital Barros Luco- como “inesperado”. Esa jornada, a las nueve de la mañana fue llevado de urgencia al recinto, luego de una descompensación y donde finalmente terminó falleciendo.

“Pese al cuadro de salud que tenía, fue inesperado, porque lo habían logrado estabilizar muchas veces en la casa de reposo. Yo había logrado hablar con él por videollamada hace unos días y se veía muy bien de humor, flaco, risueño, tirando tallas. Siempre nos molestábamos con el fútbol, yo por ser de la U y el por ser de Palestino”, relata Wildo.

Corsi se suma: “Yo sólo el día anterior grabé un par de videos con él, hablando de política, de lo que pasaba en Chile, todo medio en broma. Seguía con hartas ganas de vivir. Tenía tres agendas escritas con su vida y que se llamaban Las experiencias de un Rey, yo creo que se podría hacer un libro con ellas. Pero el miércoles en la mañana le vinieron vómitos y colitis, y lo dejaron con un coma inducido. No se pudo recuperar, murió de una falla multisistémica”.

Como último apunte, Corsi dice que hace menos de un mes, el 23 de octubre, fue con con su tío hasta cun cumpleaños donde incluso cantó un par de frases, algo por ahí y por allá que su garganta le permitió. Fue quizás la última vez en que hizo lo que más le gusta. El adiós a una voz y un personaje único de la cultura popular chilena.

Sus restos están siendo velados en la Iglesia Bautista de Ñuñoa, mientras que sus restos serán cremados mañana en el cementerio católico.

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