El "Me Too" llega a la campaña estadounidense: la historia que obligó a Joe Biden a dar explicaciones
El exvicepresidente y favorito en la contienda demócrata fue acusado por una militante de la colectividad de haberle hecho masajes sin autorización en sus hombros y olerle el pelo antes de una actividad. Biden ya debió salir a ofrecer una disculpa pública, pero el debate está encendido.

Quizás no hay un síntoma más decidor de la importancia del incidente que un simple hecho: que Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos bajo Barack Obama, favorito para ganar la nominación demócrata y carta para desbancar a Donald Trump, está en un modo de control de crisis pese a que ni siquiera ha oficializado que será candidato.
Todo a partir de una historia publicada el pasado viernes por Lucy Flores, una militante demócrata de 39 años del estado de Nevada, quien contó un episodio donde Biden, en medio de una actividad mientras hacía campaña en 2014, le tocó los hombros, la masajeó, olió su pelo y le dio un beso en la parte de atrás de su cabeza. "Un beso raro cambió mi forma de ver a Joe Biden", era el título.
Ella misma ha planteado los límites de su acusación: no es acoso ni abuso sexual, pero sí una "invasión de mi espacio personal" y una "violación de la autonomía de mi cuerpo". Y relata también que, aunque pensó que su incidente podía ser aislado, lo contaba ahora porque vio en internet una serie de otros episodios similares que relataban encuentros con Biden, a quien le dieron el apodo de "Creepy Joe".
La historia de Flores dio munición a los potenciales rivales de Biden al interior de los demócratas. El senador Bernie Sanders dijo que él no tenía "ninguna razón" para no creer el relato, y la senadora Elizabeth Warren afirmó que el exvicepresidente "debe dar una respuesta".
De hecho, la denuncia forzó a Biden a emitir un comunicado el domingo, en el que, si bien niega que haya actuado de forma inapropiada, reconoce que hay un espacio donde otras personas pueden haber interpretado su comportamiento de otra manera. "En mi larga trayectoria haciendo campaña y en la vida pública, he ofrecido innumerables apretones de manos, abrazos, expresiones de afecto, apoyo y respaldo, y nunca, ni siquiera una vez, creí que estaba actuando de forma inapropiada", afirmó el político de 76 años. "Si se sugiere que lo hice, escucharé de forma respetuosa, pero jamás fue mi intención".
Pero la polémica siguió escalando. Ayer domingo en la tarde, Stephanie Carter, exesposa del secretario de Defensa Ash Carter y protagonista de una foto viral en que Biden aparece agarrando sus hombros, publicó un largo posteo señalando que jamás el exvicepresidente se propasó con ella y que la foto era "engañosa". Y hay quienes han cuestionado las motivaciones políticas que Flores podría tener, haciendo ver que ha respaldado abiertamente a Sanders, quien es visto como una figura mucho más progresista que el exsenador.
El tema está instalado, sobre todo considerando que Biden además ha sido cuestionado por otros episodios, como el manejo en 1991 de las audiencias de Anita Hill, la mujer que acusó por abuso al hoy juez de la Corte Suprema estadounidense Clarence Thomas, catalogado como poco cuidadoso con la denunciante. Así lo describió The New York Times: "El intento de Biden de refutar su historia sin despreciar a su denunciante ofrece una descripción vívida de los desafíos en la era del #MeToo que aguardan a un veterano de la política de 76 años conocido por su estrecho contacto físico con mujeres y hombres".
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