Siri Hustvedt: “Las plagas son unos igualadores maravillosos, siempre que les hagamos caso”

La escritora estadounidense ganadora del premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 escribió en el diario El País sobre su experiencia como víctima del coronavirus en Nueva York junto a su esposo escritor Paul Auster. Dice que los tiempos del metro abarrotado "pecho contra la mejilla" lucen demasiado lejanos y dispara contra Trump, Bolsonaro, López Obrador y Boris Johnson.


El confinamiento se ha transformado en uno de los mejores dínamos para que escritores, cineastas y artistas en general relaten su experiencia viviendo entre las paredes de su casa. Ya lo han hecho desde Italia el director Luca Guadagnino o el escritor Alessandro Baricco, y en España lo ha practicado Pedro Almodóvar. Desde Nueva York, el centro de la epidemia en Norteamérica, se suma la narradora estadounidense Siri Hustvedt (1955). 

Residente en la zona de Park Slope en Brooklyn (Nueva York) junto a su esposo escritor Paul Auster, la ganadora del Premio Princesa de Asturias 2019 padeció el virus planetario y ya está en proceso de recuperación. Dice, eso sí, que nunca dejó de escribir, quizás movilizada por la urgencia del momento, pero sin duda también por la vocación de narradora innata. 

Si se atiende a los detalles que describe en la columna que apareció en el diario El País bajo el nombre de Vivo con miedo, imagino el futuro, era en realidad imposible que la autora de Los ojos vendados (1992) no se contagiara: hace clases a estudiantes internos de psiquiatría en el hospital Weill Cornell Medical College de Manhattan (Nueva York) y la enfermedad era una vecina diaria. 

Como buena militante del costado progresista de la intelectualidad estadounidense (que es la mayoría, en realidad), en el escrito relata los hechos a la vista, pero sobre todo da su diagnóstico y esparce críticas a la administración de Donald Trump. 

He aquí algunos párrafos escogidos:

Vida y muerte del coronavirus en casa

“Cinco días después de dar mi clase, enfermé. Mi marido sucumbió unos días después. Ninguno de los dos estábamos graves. Nos recuperamos. A la gente como nosotros no le hacen pruebas. No sabemos qué teníamos, si fue Covid-19 u otra cosa. Sigue habiendo muy pocas pruebas diagnósticas”.

Los conocidos enfermos en Nueva York

“Un viejo amigo mío se encontraba tan enfermo que acudió al hospital. Lo mandaron a casa. Se puso peor. Cuando volvió a urgencias, lo ingresaron y pasó varios días con un respirador. Tuvo suerte. Pronto no habrá respiradores para todos los que los necesiten. Tengo amigos enfermos que languidecen en casa con fiebre alta. En circunstancias normales, habrían ido al hospital. Ahora sopesan las consecuencias que tendría esa decisión”.

Adiós al metro del “pecho contra la mejilla”

“El tiempo se ha estirado y colapsado debido a la emoción. Mi seminario del 6 de marzo pertenece a otra época, en la que la ciudad tenía tráfico, aceras abarrotadas y ruidosos vagones de metro en los que los neoyorquinos se apretaban pecho con mejilla, axila con nariz, codo con codo, en los que la cabeza dormida de un viajero agotado podía caer de repente sobre el hombro del desconocido sentado junto a él, y ese contacto fugaz no significaba nada. Estos recuerdos tienen ahora una índole alucinatoria, a la vez familiar y lejana”.

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Siri Hustvedt (1955) ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 y es autora de libros como Los Ojos Vendados (1992) y Todo Cuanto Amé (2003).

Trump y el virus “chino”

“Durante más de tres años, el mundo ha visto a un presidente estadounidense atrapado en su propio presente espontáneo y volátil, con un narcisismo patológico y alimentado a diario por innumerables medios de comunicación, mientras millones de seguidores, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, aprueban sus mensajes virales, xenófobos, racistas y misóginos, pero rotundos. Uno de los últimos: el virus es ‘chino'”.

La pandemia no es racista

“El coronavirus, que viaja de huésped en huésped e infecta las células humanas, se mueve de acuerdo con su propio tiempo de aceleración, indiferente a la etnia, la clase o el sexo, a la propaganda y al prejuicio...El virus ha convertido nuestra interdependencia en algo asombrosamente evidente. Todos somos seres naturales, vulnerables a la enfermedad y a la muerte. Las plagas son unos igualadores maravillosos, siempre que les hagamos caso”.

Bolsonaro, López Obrador, Boris Johnson: “Que se mueran”

“¿Qué querían decir el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cuando anunciaba su inmunidad al coronavirus porque es ‘un atleta’, o el presidente de México, López Obrador, AMLO, cuando animaba con toda tranquilidad a la población a salir a comer en restaurantes y seguía estrechando manos? Antes de infectarse él mismo con el virus, Boris Johnson recomendaba para su país la 'inmunidad colectiva’. Que se mueran. A lo mejor, Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, cree que la arrogancia machista compensa la baja posición de su país en el mundo. Sobre el virus, comentaba: ‘Mejor morir de pie que vivir de rodillas’. ¿Cómo debemos interpretar no solo la tolerancia masiva, sino incluso la celebración de bufonadas como estas, si no es como una forma de hipnosis masiva, una fantasía colectiva de virilidad narcisista?”

“Esto ya lo hemos visto antes”

“Una cosa es segura: ‘Esto’ ya lo hemos visto antes. Llevamos siglos viendo los estragos causados por las enfermedades infecciosas, y sus efectos sobre las ciudades parecen curiosamente los mismos. ‘Pero qué pocas personas veo ahora’, escribía Samuel Pepys acerca de las calles de Londres durante la pandemia de 1665, ‘y las que hay caminan como si se hubieran despedido del mundo’. La pandemia ha sido vista, imaginada y prevista. El mundo es más pequeño ahora que en el siglo XVII. Los viajes largos duran horas o días, no meses o años. Pero en el último medio siglo hemos visto, entre otros virus, el sida, el ébola, el SARS, la H1N1, el MERS y la gripe aviar, que han matado a cientos, miles y millones de personas. Los virólogos sabían que un nuevo virus podría causar una pandemia y sabían cómo era probable que empezase. En The Journal of Virology, L. W. Enquist escribía en 2009, el año de la H1N1, un subtipo de la gripe, acerca de futuros virus: ‘En humanos, esas infecciones serán probablemente zoonóticas (es decir, transmisiones de virus de animales salvajes o domésticos a humanos)’. Los epidemiólogos han establecido modelos de trayectoria sobre posibles pandemias y esbozado las respuestas necesarias. Seguimos desconociendo muchas cosas sobre los virus y los mecanismos biológicos implicados, pero decir que ‘nadie habría pensado jamás’ que una pandemia de ese tipo acechaba en el horizonte es ridículo”.

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