Slayer y Tom Araya: Cantaron en Viña un día y tributo en el congreso

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Tom Araya, de Slayer, en el show de anoche en Viña del Mar. Foto: Carlos Müller.

La legendaria banda se presentó anoche en la Ciudad Jardín, en su despedida con los fanáticos locales. Durante esta jornada, el cantante nacido en Viña del Mar fue reconocido en el Congreso Nacional.


Tom Araya se queda en silencio y solo. Sus compañeros de Slayer se han retirado del escenario. Camina de un lado a otro con paso tranquilo y luego se detiene. Tom Araya está en su casa original, en Viña del Mar, mientras miles de personas gritan su nombre en el Valparaíso Sporting la noche del martes. La gente corea "Slayer no se va, no se va" y Tomás Enrique Araya Díaz (58), que hasta hace unos minutos estaba cantando sobre los horrores de Auschwitz tras cerrar el show con el clásico de clásicos del thrash metal Angel of death, sigue observando con una sonrisa y una mirada que expresa gratitud y emoción. Con el pelo negro largo crespo bien chileno y la barba encanecida, Araya tiene el aspecto de un viejo sabio. Slayer, una de las bandas definitivas de la historia, forjadora de las vertientes más extremas del heavy metal y la inspiración de millones en el mundo, se retira y este es el show final en Chile. Tom Araya ha gritado por última vez en su cuna.

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Foto: Carlos Müller.[/caption]

El set list que la banda sigue lleva los títulos incompletos, resumidos en una palabra clave. Entre una veintena de temas se leen términos en inglés como odio (Hate worldwide), guerra (War ensemble), infierno (Hell awaits), parte central de esa imaginería que convirtió a Slayer en los más rudos entre los cuatro grandes del thrash contando a Metallica, Megadeth y Anthrax, que ayer antecedieron la despedida del grupo californiano cuando la calurosa tarde caía en Viña.

https://www.youtube.com/watch?v=I1hg_IZheto

Si Slayer realmente se retira, considerando que en la industria de la música popular un astro metalero como Ozzy Osbourne inventó las giras de despedida, lo hace con la frente en alto. Sigue siendo una máquina implacable de thrash que descarga una canción tras otra sin mayores matices. Todas llevan doble pedal como metralla y tiempos acelerados. Todos los riffs suenan como el motor de un caza de la Segunda Guerra Mundial pronto a despegar. Todos los solos semejan esos mismos aviones de combate yéndose en picada para barrer con el enemigo. El público hace su parte. Aunque la audiencia ha envejecido y están más tranquilos -en las primeras visitas de Slayer la efervescencia era de comienzo a fin-, todavía hay energías para armar mosh pit y encender bengalas con los clásicos.

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Foto: Carlos Müller.[/caption]

A diferencia del cine, donde el horror siempre ha sido parte del menú de entretenimiento para las grandes masas y con plena aceptación del sistema, en la música popular el heavy metal -básicamente cine de terror con riffs gracias a la genialidad de Black Sabbath-, tuvo que lidiar por décadas con prejuicios, campañas millonarias en contra y dura oposición del establishment. Si tenías edad suficiente podías ver la película más sangrienta y un par de tetas sin problemas, pero escuchar metal, según la autoridad, dañaba irremediablemente tu moral. Bajo esa lógica no dejaron entrar en 1992 a Iron Maiden al país. Invitar al demonio a casa, nones, cortesía de la Transición y la iglesia católica, que sobre demonios sí que sabe.

27 años después Maiden viene por enésima vez a Chile la próxima semana con dos shows incluyendo uno en el Estadio Nacional, y un poder del estado como el congreso albergó pasado este mediodía un homenaje a Tom Araya "en virtud de su enorme contribución a la música mundial y a su fuerte vínculo con su país, Chile", a instancias de la diputada de ultraderecha y fan de Pinochet Camila Flores.

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Tom Araya durante el homenaje en el Congreso, y acompañado por la diputada Camila Flores.[/caption]

Esta vez, inapelable el razonamiento de la controvertida parlamentaria sobre el músico nacido en Viña del Mar quien, por cierto, es políticamente reaccionario. El aporte de Araya y Slayer amplió los horizontes del heavy metal tomando elementos del punk y reforzando la imaginería del horror propia del mundo del cómic, capturando la atención de millones y por generaciones en todo el planeta.

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El músico durante la ceremonia en su honor.[/caption]

"Cumplimos con una deuda con Tom Araya", dijo la diputada y es extraño escribir que Camila Flores tiene razón, pero así es. Hace un tiempo hubo un amago de darle las llaves de Viña al cantante y bajista pero los viejos resabios, los prejuicios, rebajaron la categoría del reconocimiento. La agenda de Tom Araya, que suspendió otros homenajes locales sorprendido por la invitación al parlamento, contempla un encuentro con Everton en las primeras horas de esta tarde.

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La diputada Camila Flores.[/caption]

Es la gente de la ciudad jardín que quiere abrazar a su héroe tal como sucedió alguna vez en los 90 cuando el mito urbano contaba que el cantante de Slayer fue sorprendido por fans en el portal Álamos de la calle Valparaíso, en aquel tiempo el epicentro de la taquilla viñamarina. Todas las versiones de la historia reparaban en lo tranquilo, buena onda y sonriente que era Tom Araya, esa misma expresión que tenía anoche en el Sporting mientras observaba a sus coterráneos después de cantar himnos sobre los horrores de la Humanidad.

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