Columna de Rodrigo Guendelman: Próximamente, al lado de la Ópera

Debaines
Columna de Rodrigo Guendelman: Próximamente, al lado de la Ópera. Foto: Rodrigo Guendelman


Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

Claude Francois Brunet de Baines (1799-1855) fue un arquitecto francés que llegó a Chile en 1848, contratado por el gobierno para ejecutar proyectos de arquitectura civil. Vivió siete años en nuestro país y dejó una gran huella que marcó el estilo neoclásico de Santiago durante la segunda mitad del siglo 19. Su obra más famosa es el Teatro Municipal. Además, le encargaron la creación de la primera cátedra de arquitectura, fundada por decreto supremo el 17 de noviembre de 1849.

“El curso vespertino se inició en marzo de 1850 y contó con los apuntes redactados por Brunet de Baines. Transcurridos dos años de la inauguración de sus clases en el Instituto Nacional, sólo quedaban dos alumnos, el agrimensor Manuel Aldunate y el artesano Fermín Vivaceta Rupio, quienes formaron parte de la primera generación de jóvenes chilenos que asistió a la incipiente cátedra. Brunet de Baines murió en Santiago de Chile en 1855″, cuenta el sitio www.memoriachilena.gob.cl

Es muy importante este arquitecto francés en nuestra historia. Es el autor, además, del antiguo edificio del Congreso Nacional, el Palacio Arzobispal de la Plaza de Armas, el frontis de la casa central de la Universidad de Chile, así como la Iglesia de la Veracruz en el barrio Lastarria, todos completados bajo la supervisión de Lucien Henault, su colega y sucesor. Pero me atrevo a asegurar que, en pocas semanas, el apellido de Baines será más conocido que nunca.

No se trata de la publicación de un libro ni de la inauguración de una calle con su nombre. Es algo más grande y en tres dimensiones. De diez pisos y de una elegancia exquisita. Me refiero al Debaines Hotel Santiago, “al lado de la Ópera”, como les gusta decir a sus fundadores. En Agustinas 720, a metros del Palacio Municipal, se levanta esta moderna obra de arquitectura que aprovecha un sitio que permaneció vació por más de sesenta años. El hotel de 50 habitaciones está listo. Tuve la oportunidad de visitarlo y puedo resumir mi experiencia con una frase: es un fantástico regalo para el centro de Santiago, que llega en el momento preciso. Los dos hombres detrás del Debaines tienen una vida de experiencia en el mundo hotelero. Fernando Gruenberg es chileno, pero dejó nuestro país a los 18 años. Después de medio siglo de trabajar liderando hoteles de cadenas como Radisson y Hilton, en lugares como París, Berlín, Frankfurt, Montreal, Mozambique y Togo, decidió terminar un ciclo y emprender con su propio proyecto.

Christian Fiederer es alemán, vive hace casi dos décadas en Chile, y también se paseó por el mundo abriendo hoteles para Le Meridien, Best Western y Radisson, desde Dubai hasta Egipto. Ambos son el ejemplo perfecto de sofisticación, excelencia y amor a la hospitalidad que harán de este proyecto uno de los hoteles más interesantes de Santiago. El trabajo de arquitectura le correspondió a la oficina que lidera el Premio Nacional, Juan Sabbagh. La arquitectura interior fue obra del estudio de la reconocida Paula Gutiérrez.

“Junto a sus equipos, tomaron las inspiraciones clásicas de Brunet de Baines, con la ambición de crear una interpretación contemporánea, incorporándola al conjunto urbano marcado por el famoso Teatro Municipal”, explican en el sitio web del hotel, www.debaines.com El hotel contempla un importante espacio en el primer piso para convertirse en ese tipo de cafetería que era un clásico del centro y que hoy ya no existe. No está el Santos, no está el Paula, no está el Colonia, pero ahora estará el “Gran Café” Debaines, para volver a disfrutar del café o del té en un ambiente elegante, donde el diseño de mesas, sillas, lámparas y pisos crean una atmósfera difícil de encontrar en Santiago centro.

Hay muchos detalles en el hotel que dejan clara la experiencia de sus fundadores. La gráfica y la señalética (a cargo de Pua Diseño), las amenidades (todos esos detallitos que hay en los baños de los buenos hoteles, desde el jabón al gorro de baño), la posibilidad de combinar suites que van desde los 50 metros cuadrados hasta lograr un piso presidencial de más de 200 metros, la caja fuerte con cargador para dispositivos electrónicos, los inodoros japoneses marca Toto y mucho más. Ya se viene Debaines. Próximamente, al lado de la Ópera.