Columna de Rodrigo Guendelman: Un fin de semana que puede cambiar tu vida



Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

Hoy y mañana se celebra el Día de los Patrimonios en todo Chile. Una fiesta de la cultura que partió en abril de 1999 y que no ha parado de crecer. Y que, como dice el ambicioso título de esta columna, te puede cambiar la vida. Para bien. A mí me pasó. Todavía recuerdo algún último fin de semana de mayo, hace varios años, cuando acompañado de mi pequeña hija visitamos un antiguo edificio en Huérfanos 1234.

En esa época era la casa matriz de un banco y hoy es el Tribunal Constitucional. Había escuchado que se trataba de un lugar muy lindo, obra del mismo arquitecto de la Iglesia de los Sacramentinos. Eran tiempos en los que no manejaba demasiados nombres de arquitectos ni tampoco una variedad de adjetivos para catalogar una obra construida. No fue necesario. Entramos al edificio de ex la Caja de Crédito Hipotecario y quedé impactado. Fue como una explosión de belleza. Frescos pintados por Fray Pedro Subercaseaux, vitrales traídos de Francia, uno de los ascensores más antiguos del país, el descomunal trabajo en madera de la puerta de acceso, las columnas, las lámparas, los pisos de mármol. Todo, absolutamente todo en esa obra diseñada por Ricardo Larraín Bravo, me impresionó. Y me ayudó a entender que había tanto sobre Santiago que no conocía.

La incipiente comunidad de Santiago Adicto ya existía, básicamente como un hobbie, pero ese tipo de experiencias, verdaderas epifanías, empezaron a despertar en mí la necesidad de convertir el pasatiempo en vocación, en una forma de vida. Me pasó también cuando entré por primera vez a la Intendencia Metropolitana (desde hace algunos meses es el edificio donde trabaja la delegada presidencial), que debe tener una de las escaleras más fotogénicas de Santiago y un trabajo en vitral para enloquecer. Me ocurrió cuando conocí el ex Edificio del Seguro Obrero, hoy Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, un edificio de estilo art-decó que mezcla el máximo refinamiento con la desgracia, pues ahí murieron acribillados 59 jóvenes golpistas en septiembre de 1938. Un edificio que, en su momento, fue el más alto de Santiago. Así como pasó con el ex Hotel Carrera, hoy la Cancillería, también de estilo art decó y obra del gran arquitecto Josué Smith Solar y sus hijos José y Teodoro Smith Miller. También fue el edificio más alto de la capital, también abre este fin de semana y también está lleno de hermosos detalles, como los murales del artista Luis Meléndez realizados sobre marbrite negro (un tipo de vidrio) o el escritorio de la ministra, que era de Andrés Bello (y que también está incluido en la visita de ese sábado y domingo).

Pero no todo el patrimonio está en el centro de Santiago. Entre las más de 2260 opciones que hay cuando escribo esta columna y que de seguro serán muchas más cuando estés leyendo esto y busques en www.diadelospatrimonios.cl hay una joyita escondida en la parte más rural de la Región Metropolitana.

En Til Til, mañana domingo, hay una ruta patrimonial que incluye a Cerro Blanco. No, no el cerro isla que está en Recoleta. Me refiero al ex pueblo minero de Cerro Blanco, que está dentro de la planta cementera de Polpaico. Una “company town”, como se llama a las urbanizaciones que rodean una industria, es este caso una mina de cemento, al más puro estilo de Sewell o Humberstone. Nunca se ha mostrado al público lo que queda de esta miniciudad que existió entre fines de la década del 40 y principios del 2000. Tenía de todo: seis tipos de viviendas, retén de carabineros, cine, escuela industrial, instalaciones deportivas, piscinas.

Hacia los años 60 sumaba un policlínico, escuela básica, iglesia, supermercado, cine, canchas de básquetbol, edificios de sindicatos, jardines, casinos y cantinas. No sobrevive mucho, pero lo que queda sorprende: la iglesia es una pequeña maravilla del arquitecto Hernán Monckeberg Barros, que incluye un vía crucis hecho por Claudio di Girolamo y esculturas religiosas de madera de otro grande, Peter Horn. Ojalá todavía queden cupos cuando leas esto y busques “Iglesia Cerro Blanco”. Si no, no importa. Hay cientos, miles de opciones. Lo importante es salir, caminar, conocer y valorar. Para eso está este fin de semana. Para apreciar lo que tenemos, cuidarlo y permitir que las nuevas generaciones se puedan seguir impresionando.

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