Mujeres y su impacto en el “mundo STEM”

Las ingenieras Fernanda Palacios y Angella Arce, directora de la carrera de Ingeniería Civil USS en Santiago y directora del plan común de Ingeniería USS, respectivamente.

La brecha entre hombres y mujeres en el mundo STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) sigue siendo alta en Chile y el mundo. Sin embargo, esta realidad ha ido cambiando. Las científicas e ingenieras reorientan tareas, evitan sesgos de género en las investigaciones y aportan nuevas perspectivas en medio de una imparable ola de descubrimientos científicos y transformación tecnológica. Dos ingenieras y académicas de la U. San Sebastián cuentan su experiencia.



“No soy buena en matemáticas ni en ciencias”; “es un mundo difícil para las mujeres”; “no sé si seré capaz”. Estas son algunas de las frases que culturalmente hemos escuchado a la hora de visualizar a las mujeres en el mundo científico, tecnológico o matemático.

El denominado mundo STEM (por sus siglas en inglés) estuvo “vedado” para el género femenino. Pero los avances de la propia ciencia contradicen esta creencia, demostrando que hombres y mujeres poseen la misma capacidad y que aportan de igual manera en el desarrollo de las ciencias exactas, así como en la generación de conocimiento de frontera. Por ejemplo, Marie Curie (Premio Nobel de Física 1903), Barbara McClintock (Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 1983); Donna Strickland (Premio Nobel de Física 2018), por nombrar algunas.

En el caso de Chile, destaca Adelina Gutiérrez, quien se graduó en 1948, a la edad de 23 años, como profesora de Física y Matemática en la Universidad de Chile, ingresando un año más tarde a trabajar en el Observatorio Astronómico Nacional (Cerro Calán, en Las Condes), además de ejercer como profesora en el Liceo Darío Salas. Luego, a fines de los años 50, partió a Estados Unidos a buscar nuevos derroteros, graduándose en 1964 como doctora en Astrofísica de la Universidad de Indiana. A su regreso al país, fundó -en 1965- en su alma mater la Licenciatura de Astronomía (de la cual fue su jefa de carrera) y el magíster en dicha área en 1976. Su especialidad: fotometría fotoeléctrica de estrellas australes. Ser madre de tres hijos no le impidió destacar en su área, convirtiéndose, además, en la primera mujer en ingresar como miembro de número a la Academia de Ciencias del Instituto de Chile, la instancia científica más selecta del país.

Adelina Gutiérrez se doctoró en Astrofísica de la Universidad de Indiana, Estados Unidos, en 1964.

Otras como ella, son: Justicia Acuña, la primera ingeniera civil del país y parte del grupo que abrió el camino de las mujeres a la educación superior en Sudamérica. María Teresa Ruiz, recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1997 por su contribución al estudio de estrellas enanas, que la llevó a descubrir la primera enana café de la cual se tiene registro. María Cecilia Hidalgo, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2006.

Pero la lucha de estas mujeres está lejos de concluir. En nuestros días, la Unesco, por ejemplo, señala que, en el mundo, las mujeres representan solo un 35 por ciento de quienes cursan estudios superiores en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Una vez tituladas, esta cifra baja a menos del 30 por ciento a la hora contabilizar a las personas dedicadas a la investigación científica en el planeta.

En Chile, la realidad no dista mucho de las cifras globales. En términos laborales, según la Radiografía de Género en CTCI 2020 del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, indica que las mujeres que alcanzan la máxima jerarquía de profesora titular en las universidades chilenas llega apenas al 22 por ciento, y la presencia de mujeres en investigación es del 34%.

Buenos ejemplos de inclusión de género en este “mundo de hombres” son Fernanda Palacios y Angella Arce, directora de la carrera de Ingeniería Civil de Universidad San Sebastián (USS) en Santiago, y directora del plan común de Ingeniería de esa casa de estudios superiores, respectivamente.

Fernanda Palacios, directora de la carrera de Ingeniería Civil USS en Santiago.

Ambas valoran el hecho de que más mujeres se atrevan a ingresar a un mundo culturalmente masculinizado, pero cada vez más consciente de la necesidad del involucramiento de las mujeres en él. Sus trayectorias profesionales como ingenieras avalan los cambios que se han producido en los últimos años en las universidades y en el campo laboral.

“En el pasado casi no existía para las mujeres la posibilidad de entrar a este tipo de carreras, pero después de muchas acciones y concientización, nos han permitido avanzar a integrarnos a este mundo STEM”, dice Angella Arce, ingeniería Civil Industrial, ligada a la innovación, el emprendimiento y la tecnología.

Angella Arce, directora del plan común de Ingeniería USS.

Por su lado, Fernanda Palacios, ingeniera Civil en Obras Civiles y Magíster en Ingeniería Ambiental en la Universidad Politécnica de Madrid, cuenta que “cuando estaba en la universidad, se notaba mucho la diferencia entre hombres y mujeres. Cuestiones insólitas, como que en la facultad donde estudiaba había solo un baño para mujeres. Eso hoy es impensable, porque estamos viviendo una revolución en cuanto a que las mujeres se sienten empoderadas desde pequeñas para comenzar carreras científicas. Lo importante es no bajar la guardia y seguir motivándolas desde niñas”.

Lo que afirma va en la línea de lo que, al respecto, declara ONU Mujeres sobre el acceso equitativo a la formación STEM de excelencia: “Es necesario dar a las mujeres igualdad de oportunidades para desarrollar y prosperar en carreras STEM, pues ello ayuda a reducir la brecha salarial de género, mejora la seguridad económica de las mujeres, garantiza una fuerza de trabajo diversa y talentosa, y evita los sesgos en estos campos y en los productos y servicios elaborados”.

"Lo importante es no bajar la guardia y seguir motivándolas desde niñas”, afirma la ingeniera Fernanda Palacios.

Es decir, son clave para diversificar la investigación, plantear nuevas preguntas y perspectivas. Solo como dato, la investigación biomédica aún posee un sesgo masculino al probar nuevos tratamientos mayoritariamente en machos animales y humanos en desmedro de las hembras y mujeres.

“Como mujeres debemos atrevernos, definiendo bien qué es lo que nos gusta y entrar en este fascinante mundo de las ciencias exactas, el que -al final del día- les va a abrir un universo de buenas posibilidades laborales, de desarrollo personal y contribuir a modelar un mejor mundo para la sociedad”, señala Angella.

Desafíos

“Tenemos que facilitar la entrada de mujeres en ingeniería. En la USS tenemos mecanismos de apoyo, tutorías, ayudantes, profesores comprensivos y cercanos, lo que es un soporte importante para la formación de mujeres en STEM. Pero no tenemos por qué tratarlas distinto; pues, a veces, el sesgo de género puede ser perjudicial. Nosotros dejamos acá que las mujeres y hombres se desarrollen por igual, siendo, muchas veces, el rendimiento de ellas mejor que el de los hombres”, comenta Fernanda.

Por lo mismo, tanto Fernanda como Angella hacen un llamado a las jóvenes con interés en las ciencias exactas a “integrarse a las carreras de Ingeniería sin miedo, las cuales cuentan con un bachillerato común, con ramos como Álgebra, Tecnologías de la información y Talleres de Nuevas Tecnologías, entre muchos otros. Luego de cuatro semestres, pueden ingresar carreras tales como Ingeniería civil , Ingeniería Civil en Minas, Ingeniería Civil Industrial, Ingeniería Civil Informática, Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental, las que puedes revisar y preguntar detalles en el siguiente link.

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