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Arte: Utopía y deseo de equilibrio

Lo que ustedes leerán en estas páginas es un diálogo, una conversación entre el arquitecto Rodrigo Tisi y el artista Alfredo Jaar sobre el trabajo del último para la Bienal de Venecia de este año. Contexto, lecturas y repercursiones de Venezia, Venezia.

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He decidido hacer esta entrevista en un momento de interés respecto de ciertas ideas

de representación que tendrán que ver con la construcción de una imagen de nación. Recientemente el gobierno ha llamado a concurso público para resolver la muestra de la próxima Bienal de Arquitectura de Venecia 2014 y la exposición mundial planeada para Milán 2015. Los resultados estarán disponibles muy pronto.Conocí a Alfredo Jaar cuando aceptó contribuir al proyecto SCL2110. Este se realizó en Chile a propósito del bicentenario de la nación, con la idea de posicionar a nuestro país en un contexto global de ideas en relación al arte y la arquitectura. Con su propuesta Jaar nos invitó a reflexionar acerca de la construcción de un puente, una metáfora para construir nuevos lazos de comunicación entre los chilenos.

Rodrigo Tisi: Tu primera participación en la Bienal de Venecia fue en 1986, tuvieron que pasar otros 27 años para que fueras el representante de nuestro país. ¿Cómo llegas o cómo crees que llegas a representar a Chile en la Bienal de Venecia 2013? Alfredo Jaar: No tengo la menor idea. Pero me acuerdo que justo cuando terminaba SCL2110, a fines de 2010, me ofrecieron representar al país en la versión que tendría lugar el año siguiente en junio de 2011. En esa circunstancia había solo 6 meses disponibles para trabajar, entonces decidí no aceptar. Con esto se resolvió que sería el representante en la muestra del 2013, para tener más tiempo en el desarrollo de mi obra.

RT: Una vez confirmada tu participación para la bienal, ¿cuál fue la inspiración inicial de tu propuesta para Venezia, Venezia? AJ: Mi inspiración siempre está en el contexto, el contexto lo es todo. Mi primera idea surgió en esa dirección, en lo que sucedía en la bienal. La pregunta para mí giró en torno al cómo participar en el contexto de un modelo que tiene una ideología que no comparto. El modelo de la bienal está lleno de desequilibrios. Me pareció que este era un dilema interesante y que decidí explorar.

RT: Ciertamente, a lo largo de la historia, los pabellones en exposiciones mundiales han demostrado ser una oportunidad de exploración de ideas, tanto para arquitectos como para artistas. Los pabellones son una oportunidad única para presentar una utopía. En ese contexto, existe una tensión interesante entre las ideas de lo que es posible y lo que no. ¿Cómo entiendes tu presentación en Venecia? AJ: El problema para mí tenía que ver con el contexto. Por un lado tenía que participar de un modelo que rechazo y, por otro, tenía muy claro que no quería convertirme en un agente turístico para Chile, algo que habitualmente sucede en un marco internacional como el de la bienal. Yo creo que los artistas no somos agentes turísticos, por lo tanto nunca se me pasó por la mente hacer una obra de carácter nacionalista. Justamente creo que decidí que se trataba de hacer una obra antinacionalista en el contexto de una bienal que es muy nacionalista.

RT: ¿Cómo ves la oportunidad de transmitir algunos valores en el contexto de una exposición como esta? ¿Cómo entiendes ese privilegio, de tener una oportunidad única, que muy pocos tienen, de exponer una obra que apela al sentido humano en vez de llevar algo que ya ha sido probado en el sentido del consumo? ¿Cómo reaccionas frente a la producción desmedida del arte, esa que a veces tiene poco sentido? AJ: Ante una invitación a la Bienal de Venecia, los artistas tienen varias alternativas para presentar su trabajo: pueden mostrar una obra existente (que ya ha sido creada en el pasado para reinterpretarla), pueden crear una obra nueva y específica para el contexto físico (que tiene más que ver con la arquitectura) o lo que hice yo, de elegir hablar al contexto inmediato de la bienal, para expresar mi frustración ante un modelo que me parece obsoleto. Me encontré entonces en la situación paradójica de tener que participar en un modelo que no comparto para poder expresar mis ideas respecto de ese modelo.

RT: Me parece que el sentido crítico es siempre muy relevante para aprender, ¿Qué quisiste hacer en Venecia y qué recibiste de Venecia? Supe que en los últimos dos meses has recibido llamados y mensajes electrónicos de artistas angolanos agradeciendo lo que hiciste (Angola ganó el premio al mejor pabellón nacional), supongo que eso te puso muy contento porque ellos entendieron tu crítica.

AJ: La ausencia de África es inaceptable. Como sabes, faltan 160 países en el Giardini. Y la falta de esa arquitectura comunica. Pero para responder a tu pregunta quisiera describir la obra.

La bienvenida se da con una caja de luz que presenta la imagen del artista Lucio Fontana visitando su taller destruido por las bombas de la Segunda Guerra Mundial. Esta imagen es clave en Europa porque representa un momento único de la historia de la cultura, cuando una serie de intelectuales italianos, en 20 años, lograron levantar a la Italia destruida por la guerra. Gracias al trabajo de estos artistas Italia apareció nuevamente en la escena mundial. La imagen de Fontana simboliza lo que pueden hacer los intelectuales para sacar adelante a una nación. Esto se relaciona muy bien con lo que Italia está tratando de hacer hoy, al sobrevivir la época de Berlusconi para sobrellevar una crisis económica y moral. Sin duda que los artistas tienen un rol importante en el desarrollo de la sociedad al contribuir con su visión y lecturas de la realidad.

La segunda parte de la obra se construye con la idea del cruce de un puente mental, una metáfora para llevar a la mente a lugares en los que nunca ha estado. Cada dos años se hace la bienal y su administración nada ha hecho para cambiar aquella estructura caduca de los pabellones nacionales del Giardini. Aquel escenario no representa ni la movilidad de los artistas ni el movimiento de la cultura que hoy tenemos. Al cruzar ese puente, que también es físico, nos encontramos con una superficie tranquila de agua del mismo color que los canales de Venecia. Este es un espacio de reflexión donde los espectadores se ven reflejados consigo mismos y en donde también pueden reflexionar acerca de la bienal. Cada tres minutos, desde la profundidad de aquel paisaje acuático, aparece una maqueta en escala exacta 1:60 que replica los pabellones nacionales. Se trata de la representación de un momento histórico, utópico. La bienal ha desaparecido, pero aparece desde la profundidad como un fantasma de la historia.

La primera lectura de la obra se puede referir al despliegue triunfante de una cultura de resistencia. Cada emergencia es un acto de resistencia. Se podrán destruir ciudades, se podrán asesinar hombres y mujeres, pero no se podrán borrar las ideas. Emerger y sumergir supone un homenaje a esta cultura que resiste.

La segunda lectura ocurre en un lapso de tiempo cuando no hay nada, cuando el agua está tranquila. La línea del horizonte se convierte en la tabula rasa para proyectar ideas sobre un modelo caduco y que ignora la realidad del mundo en que vivimos. Estos momentos de calma son una invitación poética a repensar 24.860 veces el modelo de la bienal, para imaginarnos algo diferente.

RT: Con todo esto, creo que la potencia de la imagen de tu obra además plantea otra lectura posible, una que tiene que ver con el tema de la conciencia ecológica y,  por qué no decirlo, de una cierta sostenibilidad humana en un sentido más amplio (referida a los sistemas y las estructuras que nos albergan). AJ: Estaba totalmente consciente de esta lectura ecológica y no me molesta. Así como la cultura resiste para contribuir al cambio, aquí también está la invitación a reflexionar acerca de una nueva conciencia sobre nuestro entorno, una conciencia que lamentablemente estamos adquiriendo demasiado lentamente. Y el calentamiento global continua.

RT: Me gustaría destacar lo que comentaste como recibido en Venecia. Creo que esa alegría que debes haber tenido al recibir el reconocimiento de los artistas angolanos y de tantos otros que no están representados en los Giardini, es lo que más importa, porque en realidad eso supone algo mucho más trascendental. Esto tienen que ver con el reconocimiento a la generosidad de un artista hacia otros artistas. Al contactarte, estos artistas han destacado la generosidad de tu obra, de apuntar hacia la visibilidad de otros. Tu exposición también tiene un catálogo (editado por Adriana Valdés) en donde se invita a la reflexión a otros 18 intelectuales, entre ellos están Antonio Negri, Jacques Ranciere y Andrea Giunta. Sin duda que tu obra entonces destaca el espacio del otro, al darles lugar a otros artistas, para que también se manifiesten. Mi última pregunta tiene que ver con esa reflexión de generosidad tan necesaria para la construcción de un futuro ¿Qué les dirías a los jóvenes arquitectos y artistas respecto de esa conciencia que hay que tener cuando cuenten con la posibilidad de exponer en un escenario tan importante como el de Venecia? ¿Cuál sería tu recomendación para el que tenga la oportunidad de participar en una exposición mundial? AJ: A pesar de toda la problemática de la estructura de la bienal, a pesar de lo injusto del modelo y a pesar de todo lo dicho acá, es innegable que la Bienal de Venecia es una vitrina incomparable en el mundo del arte y la arquitectura contemporánea. Es un momento excepcional para mostrar y compartir ideas. Yo no puedo dar consejos de qué hacer y qué no hacer. Lo que les sugiero es que tienen que tener conciencia de las deficiencias políticas del modelo actual. En el fondo, como artistas hay que estar siempre conscientes. Cuando vemos el estado del mundo vemos una serie de desequilibrios políticos, sociales y económicos. Sé que es difícil cambiar el mundo con el arte pero se pueden lograr cambios. Lo que yo pido a las nuevas generaciones es que por lo menos hagan el esfuerzo de no replicar tan exactamente esos desequilibrios que existen y que hoy vemos. Es decir, si el mundo tiene desequilibrios y estamos conscientes de ellos no los volvamos a repetir en la cultura, eso es lo que trato de hacer con mi propia obra.

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