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¿Cómo alimentar a los escolares? Colaciones

Llega un nuevo año escolar y de la mano el ítem alimentación. Si bien muchos establecimientos entregan las comidas básicas a sus alumnos, como el almuerzo, hay horas libres, como los recreos, donde el comer es una responsabilidad familiar que se pone en jaque a la hora de luchar con la presencia de quioscos o el simple factor del tiempo para preparar una colación. Aquí, distintas voces apelan a una visión saludable, vital de integrar en el período de educación. Nosotros las ofrecemos y recomendamos porque el conocimiento y práctica de una buena alimentación parten por casa.

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¿Qué llevar y qué no llevar para comer en el colegio? Esa es la cuestión y una tremenda pregunta a la hora de preparar una colación. Más allá de tendencia, costumbre o la disciplina que se tenga frente a esto, hablamos de un momento del día en que la amenaza de la comida industrializada se presenta y el niño es un blanco inocente que debe ser cuidado o, si somos realistas, protegido. De ahí  que diferentes vertientes de la alimentación coincidan en que hay que pensar y programar la alimentación en general, educar con ciertas rutinas y preferencias para que el niño, a través de lo que come, tenga mejor salud.

En Chile, los índices de obesidad son alarmantes y es uno de los problemas de salud pública más importantes, como lo es en el resto de los países industrializados. Se trata, por una parte, de los altos costos en cuanto a recursos y calidad de vida, que van directamente relacionados a las enfermedades crónicas asociadas a la obesidad. Por otra, a inculcar estilos de vida más sanos, que tienen que ver con conductas y costumbres que debiesen ir a cuidar nuestro organismo, a modo de prevención. El 21,5% de los niños chilenos de seis años es obeso y el 26% tiene sobrepeso. Lo que da un resultado de que cerca de la mitad de los niños de esta edad tienen potenciales riesgos de padecerla en su adultez. Chile, en América Latina, es el segundo país con más altos índices, solo superado por México. Y eso va en alza.

Entonces, y no solo por la amenaza de la obesidad, el tema preocupa. Se trata de costumbres que debemos generar desde muy temprana edad, para lograr concebir la alimentación como un tema que repercute inevitablemente en nuestro organismo y posteriores consecuencias, pasando por el gusto de sabores naturales (que muchas veces son disfrazados) y la preferencia de productos más sanos. La doctora Zulema Higueras, dedicada a la medicina alternativa, como las flores de Bach, la importancia de las vitaminas basada en su visión ortomolecular (la misma que concibe la nutrición como parte vital para entender el cuerpo y a sus funciones celulares), recalca: “Hay que mirar la alimentación como un factor clave para cuidarnos y hacer que nuestro organismo funcione bien. Es difícil cambiar hábitos, es cierto, pero hasta las pequeñas modificaciones significan algo, se parte por algo, y a eso es lo que debemos de apuntar”.

Sin mayores complicaciones y siendo certeros, hay que tener hábitos saludables y cuidado de lo que nos echamos a la boca. Y eso parte desde muy temprano.

HOMBRE, UN ANIMAL DE COSTUMBRES

Lo sabemos hace tanto y lo comprobamos empíricamente. Y esto aplicado a la alimentación es superbásico, si nos acostumbramos a comer sano, seguramente lo aplicaremos por el resto de nuestra vida. Entonces, y desde la perspectiva de la educación alimentaria que parte desde el embarazo, se trata de inculcarlo, promoverlo, practicarlo, mostrarlo. No quiere decir que se deban mantener dietas extremas y complicadísimas de hacer, apunta a valorar la alimentación para así cambiar hábitos. A consumir lo natural en mayores cantidades, evitar o disminuir la compra de alimentos preparados y volver a cocinar, tan romántico como eso.

Ahora, y si vamos a la etapa escolar, donde el niño se ve expuesto a un montón de comida industrializada (que por cierto parte antes, pero con un mayor dominio familiar) es cuando hay que hacer algo y sí, esmerarse por promover otro tipo de alimentos y no los que venden en la mayoría de los quioscos, en donde se mezcla sano con procesado, como también existe solo el último tipo.

Para Sofía Bustos, nutricionista y directora de la organización Actuemos, que se preocupa por crear una cultura alimentaria desde temprana edad, los errores más frecuentes a la hora de pensar en colaciones para mandar a los niños y jóvenes tienen que ver con la poca variedad de productos y formas de preparación que utilizamos. “En Chile como en otros países la incorporación de alimentos superprocesados ha modificado la dieta de las personas, que sumado a otros factores, como el sedentarismo, ha generado un incremento en la obesidad. Como por ejemplo los snacks envasados, muy consumidos y que contienen altas cantidades de sal y grasas saturadas. En los colegios está el error de tener quioscos con alimentos poco nutritivos, altos en azúcar y sal. Ese es un tema vital de legislar desde las políticas estructurales de cada país. Pero al mismo tiempo los padres y apoderados podemos generar cambios y modificar hábitos, ofreciendo alimentos saludables, tanto en el quiosco como en celebraciones varias ”.

¿QUÉ COMER?

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Una pregunta lógica y de respuestas que, más allá de consejos, apelan al sentido común y a lo que de un tiempo a esta parte se promueve como saludable. La fruta es casi el mejor amigo, tiene azúcar y entrega energía. El problema es que casi siempre pensamos en las mismas. “Los niños se aburren de comer lo mismo y de la misma forma, también deben probar un alimento 12 veces antes de saber si les gusta o no. Esto significa que la variedad de técnicas de preparación y de presentación es clave. Hay que jugar con colores, olores, texturas. Es así como la misma fruta puede comerse entera o trozada, en compotas, asarlas, mezclarlas con yogur, con algunos chocolates, barras de cereales con frutas caseras”, afirma Bustos. En una casa siempre tiene que haber frutas y verduras, cereales bajos en azúcar, variedad de granos, legumbres, huevos, carnes bajas en grasa, continúa.

Ahora, también existe el factor tiempo y la pérdida de costumbre de cocinar como una consecuencia de la actualidad social. De ahí que el nutricionista Diego Saavedra apoye la compra de muchos productos que ofrece el mercado, eso sí con especial hincapié de adquirir aquellos que sean bajos en azúcar y grasa. “Un niño de seis años, por ejemplo, debe consumir leche, entonces no está mal comprar aquellas descremadas e incluso saborizadas para ellos, como también barras de cereales sin azúcar y de alrededor de 70 calorías, que equivaldría a una manzana, por ejemplo”.

Rocío Suárez, creadora del centrodenutrición.cl, tiene una consulta en Providencia, pero además una fuerte llegada online con habitantes tanto de Chile en varias regiones, como ya en otros países de Latinoamérica. Lo suyo es el consejo, la pregunta abierta y la creación de un montón de posibilidades que promueven la alimentación saludable. Para ella, el asunto con las colaciones escolares sanas pasa primero por concebirlas fundamentales para completar el aporte de nutrientes, permitiendo tener una mayor concentración y rendimiento. Además, deben ser de acuerdo a los requerimientos. Por ejemplo, un niño de seis años necesita una colación de aproximadamente 100 kcalorías, y aunque tenga más de un recreo esta necesidad no aumenta. Un lácteo descremado y una fruta pequeña cumplen con ello. Para un niño de 10, por otro lado, recomienda  un lácteo descremado y medio sándwich integral de pollo, cumpliendo las 150 kcal que requiere, como para otro de 15, el mismo lácteo con el mismo sándwich, además con palta, llegando a las 200 kcal que necesita. Como costumbre recomienda incorporar a los pequeños a cocinar en lo que prepararán para llevar al colegio. Recordar que la alimentación entra por la vista, usando colores y formas entretenidas, junto con variarla, para que sea más atractiva.

La misma Suárez recomienda los lácteos descremados, sándwiches integrales con proteínas como huevo, pollo, jamón, que pueden tener diferentes verduras adentro, desde la palta a los porotos verdes, pasando por la lechuga o el tomate; siempre una botella de agua, que evite el consumo de jugos o bebidas industrializadas. Esto último, la incorporación de vegetales en los sándwiches o el ítem agua, por ejemplo, es algo que fomentan y promueven todos los nutricionistas mencionados. Apoyando, en parte, lo planteado por la doctora Higueras, habla de un alejamiento del azúcar, las harinas refinadas y la comprensión de las etiquetas de los productos, siendo alarmados por las que tienen muchas grasas trans y azúcar. Mantiene su visión de pequeños cambios en las conductas para lograr otras mayores. Usar stevia en vez de azúcar, harina de arroz, aceite de coco o de oliva.

Varios especialistas promueven la organización y planificación de las colaciones. De esa manera el niño está más cerca de ellas y hay un trabajo previo realizado familiarmente. En la lista deben estar siempre presentes las frutas, sándwiches de queso y vegetales, barras de cereal casero o de pocas calorías y azúcares, frutos secos, yogur bajo en grasa, galletas caseras, popcorn casero, mix de cereales naturales, como los de quínoa o arroz inflado, entre otros.

Si la creatividad falla o se quiere profundizar más en el tema de qué alimentación comer y hacer, tanto la organización actuemos.org como centrodenutricion.cl lo podrán ayudar con talleres, consejos y recetas, asegurando que no es tan difícil el cambio y sí es posible otra alimentación.

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