Concursos sustentables


Varias veces he sido invitado a participar como jurado en concursos de arquitectura. En ellos normalmente se pone énfasis en proyectos que consideran ahorro de energía y aprovechamiento de energía circundante.
Lo que más llama la atención es el ‘carnaval’ de flechas rojas que se transforman mágicamente en azules o viceversa, para indicar que el edificio se está enfriando, si es verano, o calentando si es invierno. Son flechas mágicas y muy fáciles de hacer (ojalá la realidad fuera así de fácil). Lo que es peor es que los otros miembros del jurado (no muy sensibles a la naturaleza de la temperatura) caen en el cuento y luego debo ‘descuentarlos’. El punto o momento de euforia llega cuando aparecen los rayos del sol del verano y los del invierno; nadie repara en que el sol que se ilustra está en millones de ángulos distintos y no por más de un milésimo de segundo. Nuevamente debo dar explicaciones. A todo esto se suma una gran cantidad de imágenes computacionales (los famosos renders), llenas de luces gratas; aunque el sol esté de frente no se producen encandilamientos ni contrastes, llenas de un exuberante verdor y aire del paraíso. Y definitivamente, muy sustentables.
Recuerdo una propuesta para un colegio que tenía las salas semienterradas, lo cual en principio es interesante, pues en un terreno seco a 2 o 3 metros de profundidad aproximadamente se encuentra la temperatura promedio del mes de ese lugar. Por ejemplo, si la temperatura en verano máxima promedio es de 30° y la mínima de 10°, este suelo estaría a unos 20°, y en invierno si la máxima es de 10° y la mínima de 0°, el suelo estaría a 5°. El tema es que en verano no hay clases y en invierno no hay de noche, periodos en los que se apreciaría algún beneficio. Lo más terrible es que de día, cuando afuera hay 10°, las salas están a 5°, es decir sería peor y se gastaría más en calefacción.
Pero el caso más patético es otro concurso en el que se presentaba un edificio para una universidad, lleno de flechas y soles obviamente, pero con todas las salas orientadas al oriente o al poniente, sin control solar y más encima con el pizarrón delante de las ventanas. O sea, con la única ventana provocaría encandilamiento y gran dificultad para leer. Es increíble... pues son profesores, en pleno siglo XXI. Pobres clientes.
Al parecer el sentido común es más difícil de lograr de lo que suponía. Pero sí debo de agradecer a estos arquitectos, pues en definitiva, indirectamente, me dan más trabajo.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.
¿Vas a seguir leyendo a medias?
NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesTodo el contenido, sin restricciones SUSCRÍBETE