MasDeco

Diego Prado y Camila Fiol

No son supercocineros, pero la comida que hacen es superrica. Diego Prado y Camila Fiol son una pareja que prefiere autodefinirse como juntos pero no revueltos, aunque para cualquier ojo que los mire o boca que los pruebe la unión es innegable. Él es de cucharones, cenas y recolecciones con romántico fanatismo por lo local. Ella es la nueva sensación en golosinas y macarrones, ese bocadito francés que bajo las manos de Fiol es una delicia hecha también de maní, rosa mosqueta, murtillas, higos, manjar. Los dos oyen metal; los dos llevan al menos 6 meses cocinando 18 horas diarias de lunes a domingo; y los dos van por todo, incluso el más allá de la cocina. 

FPV_1983.JPG
FPV_1983.JPG

Si hay algo sabroso de los nuevos cocineros que ahora brillan en la escena nacional, es su garra, esa fuerza apasionada que les hace creer en lo que quieren como si hubiesen recibido algún tipo de mensaje o vivido alguna revelación. Más acá de lo divino, Diego Prado (28) sí experimentó algo que moldeó su cocina cuando a finales del 2010 pasó 3 meses trabajando en el Noma, el restaurante de Copenhague que además de ser el mejor del mundo, es el símbolo de la Nueva Cocina Nórdica, una visión del producto como un todo, donde hoja, raíz, flor valen por igual. Eso se ve en la cocina, en los mercados, en los cultivos. Eso después también lo siguió trabajando en el Boragó, nuestra joyita nacional en restaurantes, donde Diego llegó hasta jefe de cocina en ese templo de Rodolfo Guzmán. Ahí se conoció con Camila (26), que trabajaba en los postres. De ahí salieron para armar camino y ahora el horizonte se ve como un prado lleno de brotes, flores, frutos, animalitos. Así de poético. Y así de rico también. Ambos trabajan con el banquetero Paulo Russo, hacen cenas los viernes y sábados, más los almuerzos con recolección de Diego, y Camila, además, no para con su dulcería online. Lo alucinante de ambos es, ante todo, el sabor de sus productos, ese sello que se queda en la memoria, que trasciende, desde unos chips de papas michuñe con montoncitos de prieta y murtillas a un caldo de changles (hongo sureño) con topinambur; unos macarrones de amapola con chocolate blanco o de carménère con sustancia, calugas de manjar o de chocolate ahumadas con sal de Cáhuil. ¿Rico no?

¿Cómo describen su momento actual en cocina? Diego Prado (DP) “Ocupado. Justo ahora estamos en momentos de decisiones importantes, que nos hacen cuestionarnos el futuro. Yo estoy pensando si partir o no a un magíster donde me piden que sea profesor de vanguardia e innovación, mientras las cenas y recolecciones están copadas y la Cami vendiendo y haciendo mucho. Es un momento bueno, de hartas cosas, de decisiones”.

¿Cómo se definen como cocineros? (DP) “Como un cocinero de pertenencia, con una mirada o concepción distinta del producto. Creo que lo miro desde adentro, sin pensar en deshechos, valorándolo en todas sus partes. Además me gusta pensar que enseño, desde el hombre de La Vega hasta la gente que viene a las recolecciones. Le tengo fobia a los productos que no nos pertenecen, en mis comidas ni siquiera entra el chocolate, menos el maracuyá. ¿Para qué? Tenemos cosas exquisitas, cerca y nuestras”.

(CF) “Yo soy dulcera. A diferencia del Diego a mí me gusta hacer lo que a la gente le gusta más que mi propio antojo. Me gusta el concepto de identidad, pero por más que yo haga cosas con rosa mosqueta o maqui, la frambuesa y el maracuyá son lo que más se vende. Yo quiero mi dulcería y voy por ella. Ahora estoy haciendo mi página web, carrito de compras, desarrollo de productos y me gusta. Sigo vendiendo y haciendo postres, tortas individuales, pero me gusta la dulcería, la golosina”.

¿Para dónde van? (DP) “Por ahora a Europa, a aprender, enseñar, comer, viajar. Nutrirnos de todo eso. El proyecto macro sería tener un lodge donde la gente pudiera ir a pescar, recolectar, los cabros chicos jugar en el huerto y cocinar todos juntos en el almuerzo con lo hecho en el día. En la noche un resto más pro. Yo quiero eso. Volver y tener un lugarcito ultranaturaleza”.

(CF). “Yo sigo a Diego pero pensando que puedo también seguir con mi dulcería. Me gusta mucho trabajar juntos, lograr lo que quiero dentro de lo posible, pensar en cosas dulces, en despachos rápidos y cosas que la gente se come altiro. Creo que eso lo puedo hacer siempre. A mí me gusta Chile, mis perros, también viajar. Creo que aquí podemos hacer algo, pegas lindas”.d

Pedidos y reservas a M pradotaller@gmail.com y M fioldulceria@gmail.com Búsquenlos a ambos en Facebook.com

¿Vas a seguir leyendo a medias?

NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesTodo el contenido, sin restricciones SUSCRÍBETE

VIDEOS

Servicios