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Econciencia: Los mediáticos

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Un científico premiado que hable de las propiedades de algún invento revolucionario no logrará convencer a nadie, a menos que esté asistido por algún personaje mediático (en general sin estudios de ningún tipo, a lo más ganador de algún concurso banal) quien diga que el invento ‘x’ es buenísimo. Es más creíble la dieta de una actriz que la de un médico... Así las cosas, la arquitectura energéticamente eficiente como concepto ideal de vida difícilmente será fácil de introducir, hasta que alguien de la farándula la habite y lo comente en alguna revista o, mejor aun, en un programa de TV.

Son como un mal necesario; a través de ellos se canalizan mejor y más fácilmente los productos. Por ello no es raro ver en ciertos programas y especialmente en propagandas comerciales el uso de esta herramienta humana, especie de señuelos o carnadas. Se les paga muchísimo, justo lo opuesto a un investigador; el cual trabaja demasiado, lee mucho, hace clases y no lo pasa muy bien.

El mensaje es terrible: no hay que estudiar, es más fácil no pensar mucho (para lo cual hay que tener cierto talento o alguna desconexión cerebral) y que alguien más astuto se dé cuenta de esta cualidad para hacerla rentable.

En la televisión se los ve con rebuscados peinados casuales, con vestimenta recargada, ostentosa y siútica, diciendo cosas sin importancia (con temas que a uno se le olvidan rápidamente), con fuertes risotadas (de inseguridad) y en tono de ‘eco’ (casi como para escucharse a sí mismos). Siempre aludiendo a un mundo mejor, de que son lo mejor… tanto es así que se convierten en seres casi mitológicos y por ello les cuesta tanto ser normales en el mundo real, se desacoplan. Lamentablemente muchos los imitan y comienza la debacle de lo insostenible: todos quieren ser falsos.

Pero el problema de fondo es entender el porqué se sigue lo irreal, en la moda, política, alimentación, seudocultura, cine, libros, etc.; no se avanza con este modo de vida.

Posiblemente se debe a que nuestras vidas son muy monótonas, inciertas, con falta de valores y, en fin, todo lo difícil y triste. La recomendación sería solo ver programas útiles, leer solo lo educativo e ir a lugares naturales (nunca un ‘mol’), aunque se corra el riesgo de quedarse solo, hasta volver a ser normal o sustentable.

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