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Editorial

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Cada año la Serpentine Gallery encarga un pabellón de verano, una estructura temporal que debe ser instalada en los jardines de Kensington, en Londres, donde se ubica la galería. Hace dos años este importante encargo recayó en el chileno Smiljan Radic, un reconocimiento a su carrera como arquitecto y también a la arquitectura chilena, que ya lleva varios años compitiendo en las grandes ligas. Este pabellón es importante, no solo por los nombres que ya lo han construido -comenzó en 2000 con Zaha Hadid y siguió con arquitectos como Oscar Niemeyer, Frank Gehry, SANAA y Peter Zumthor, para este año inaugurar con Bjarke Ingels-, sino también por la arquitectura experimental que se propone, porque siempre hay una investigación en torno al volumen, la materialidad, el recorrido. Es una instancia para jugar y ser lúdico, pero sin un programa estricto, por algo Radic definió su propuesta como un ‘folly’: “Las folly fueron construcciones incomprendidas e inútiles. Muchas veces eran solo pequeñas señales extravagantes en un jardín que disparaban fácilmente el imaginario hacia tierras lejanas… Una especie de cápsula de tiempo construida para despertar la memoria e inducir la sorpresa en el paseante. Ellas señalaban lugares, organizaban los recorridos secundarios en un parque o simplemente pronosticaban la llegada de tiempos mejores…” (ARQ +2 | Smiljan Radic: Bestiario Noviembre 2014, Ediciones ARQ).

Este año Ingels sorprende con su propia visión sobre lo temporal, una catedral en fibra de vidrio que gracias a un módulo rectangular y la repetición de este eleva la estructura, construyendo una pirámide etérea y liviana. Dependiendo de dónde se ubica el observador, es un gran volumen o casi inmaterial. La forma tiene mucho de la arquitectura que esta oficina está desarrollando en distintas partes del mundo; formas nuevas, chocantes, bastante agresivas y por lo mismo notorias están levantándose en Europa, Asia y Norteamérica. Algunos lo critican por efectista, otros por oportunista, pero sin duda que ha remecido y puesto a pensar a muchos, ya que él está demostrando que se puede innovar, y mucho. Si esta innovación es buena o no, como con todo agente rupturista, hay que darle tiempo y ver cómo decanta.

Si pasan por Londres, no dejen de verlo y recorrerlo, puede ser el lugar más excéntrico para tomar una taza de té.

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