Editorial
Sábado 14 de julio de 2018, edición N°792

Bauman analizó en profundidad los cambios socioculturales que la modernidad ha generado y fue uno de los primeros en identificar la realidad actual como un estado 'líquido' en constante cambio y sin límites claros o reconocibles. La evolución lineal propia de los siglos XIX y XX se ve transformada hoy por la creación exponencial y constante de bienes e ideas.
La actual tecnología también es líquida, fluyendo entre nosotros de maneras poco precisas o a través de conexiones no lineales, y donde creemos que el 'estar conectado' parece ser el único camino posible para seguir vigente o en un estado de normalidad relativa. Creemos tener un millón de amigos, pero de muchos solo conocemos una foto, o creemos que esos mundos virtuales son diversos, cuando elegimos las comunidades que se adaptan a nuestros criterios o principios, ignorando la diversidad real de opiniones.
En este número quisimos hablar de tecnología, de cómo afecta y condiciona nuestra vida, actual y futura. Ya cambió la manera en que nos relacionamos socialmente, y está cambiando la manera en que nos relacionamos con el entorno físico, incluso dentro de nuestras casas. Manejar luces, sonidos o la aspiradora con la punta del dedo es cómodo, eficiente y práctico, sin duda, pero cuando la migración hacia un consumo digital, donde una foto y breve descripción de un producto reemplazan el diálogo, el tacto y varios sentidos más, perdemos, y mucho. Como toda evolución, el proceso tiene cosas buenas y otras no tanto; ser capaces de discernir entre ellas es algo que aún podemos hacer: optar por dejar el teléfono fuera de alcance durante una comida con amigos o no publicar la vida entera en redes sociales son algunas de mis opciones.
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