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Espacio: De clásica a contemporánea

La casa de Rodrigo Zapata, dueño del restaurante Gabriela, es el reflejo de dos rasgos de su personalidad: una planificación calculada y el buen gusto por el diseño y arquitectura de calidad.

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Rodrigo saca sus dotes de ingeniero al relatar etapa por etapa cómo con una arquitectura de estilo francés le dio vida a una casa muy contemporánea con guiños industriales. Después de recorrer otras 50, encontró la que sería la suya. Pese a estar abandonada, a punto de caer, con una extraña configuración y sin jardín, no dudó y vio el potencial. Llamó a su amigo del colegio Marcelo Leturia, de MásArquitectos, para que lo ayudara a replantear su nueva morada y también le pidió asesoría al paisajista Sebastián Bianchi para armar el jardín bajo su estilo y gusto.

Con el equipo armado, botaron paredes y cielo, dejaron los cables eléctricos a la vista, instalaron puertas donde no existían y arreglaron el piso en cinco meses. Luego vino el trabajo del paisajista que interpretó de manera exacta lo que quería Rodrigo: una casa que tuviera un jardín que la protegiera y aislara, con sus especies preferidas: acer japónico y bambú.

El resultado fue una total transformación de una construcción destrozada, a una casa flexible, cómoda, luminosa y especialmente silenciosa. Esto, porque al  momento de remodelarla se pensó en una edificación que no estuviera contaminada con el ruido ambiental y se instaló una cenefa de madera en el segundo piso y las especies del jardín lograron privilegiar la privacidad.

La parte final de este proyecto: la decoración, a cargo del propio Rodrigo. Es uno de los aspectos de su vida que le encantan, es conocido por su buen gusto y por tener una colección de pinturas de artistas emergentes. “Es el reflejo de mi personalidad. La casa es una mezcla: moderna, sofisticada y minimalista; privilegiando, sobre todo, el arte y el diseño de renombre internacional”, comenta. Tanto es así que su mobiliario y luminarias son de diseños originales y no resiste ninguna réplica, porque está convencido de que un elemento de diseño puede vestir un espacio.

Lo mismo sucede cuando habla de la presencia del arte. “Ninguna obra fue  comprada al azar, todas están conectadas con un tiempo específico de mi vida”, cuenta. Dentro de su colección destacan las obras de Klaudia Kemper, Jorge Vilches, Gabriela Ortiz, Daniela Müller, Carolina Parra, Paula Brunner, Catalina Mena, Lorena Villablanca y Patricio Ulloa, entre otros.

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