Los puntos sobre la mesa
Cómo armarlo, cómo presentarlo y qué conducta mínima presentar. _x0007_Tres expertos nos enseñan a sacar el mejor partido al comedor.

Si ha pisado un mall, con toda seguridad alguna vez ha entrado a un espacio diseñado por Alessandro Zoffoli. Su estudio (zoff.cl) lleva 20 años interpretando a través de la arquitectura y el interiorismo la personalidad de numerosas marcas de ropa, accesorios, telas, alfombras, vinos y muchas otras cosas. “Al ampliarnos hacia restaurantes y cafés empezamos a manejar incluso más variables. La distribución, las circulaciones, la iluminación y todo lo relacionado con la cocina son cosas que deben funcionar como un reloj. La gente busca vivir una experiencia completa, en la que se combinan el espacio, la música, la atención y, por supuesto, la comida. Diseñarla te entrega posibilidades teatrales muy entretenidas, que no están implicadas en otros proyectos”, dice el creador de La Mar, Madam Tusan y el Café Armani, entre otros.
Para alguien que ha enfrentado tantas veces el desafío de armar un comedor eficiente no es difícil compartir claves para hacer lo mismo en una escala doméstica. La primera y más importante es: no existen dogmas y cada uno debe vivir como prefiera. Lo que viene a continuación son recomendaciones surgidas de su experiencia.

Las primeras consideraciones son prácticas. Hay que estudiar el espacio de acuerdo al uso que recibirá. “Lo primero que hacemos es definir la planta o ‘layout’, asignando a cada parte del espacio su función”, dice Zoffoli. A continuación viene un análisis cultural: quiénes somos, si vivimos solos o en pareja, si tenemos hijos, de qué edades, si tenemos muchas o pocas amistades, con qué frecuencia invitamos gente, si somos formales o más bien relajados. Todas esas variantes influirán en nuestra manera de vivir el comedor.
Aunque algunos estén declarando su muerte a causa de la integración y versatilidad de las cocinas, el comedor aún goza de salud y la mesa sigue siendo protagonista como lugar de encuentro para conversar y compartir. “Creo que debe ser preservado junto a las costumbres relacionadas. Por algo las partes enfrentadas en un conflicto se sientan a una mesa y no a ‘un sillón de diálogo’. Hay un enorme cúmulo de sabiduría ancestral involucrado en esa configuración, que fomenta el vernos a las caras. Sinceramente no creo que un bar anexado a una cocina, aunque sirva para comer, cumpla las mismas funciones”.
En el diseño de cualquier espacio es importante apuntar hacia un equilibrio entre lleno y vacío, abierto y ocupado. “Creo que repletar un espacio con grandes muebles es agobiante; si un comedor es gigante o estéticamente muy pesado hace que todo alrededor se vea reducido. Por eso para los espacios pequeños son más recomendables los muebles de líneas livianas. El caso contrario, muebles pequeños en un espacio amplio, se ve extraño también”.
Una buena circulación viene como consecuencia de ese equilibrio. Hablamos de un todo. “Uno debería poder llegar sin problemas de un extremo a otro con los platos, pasar a una terraza o un bar libremente, sin necesidad de mover cosas o contorsionarse. El balance entre lleno y vacío puede ser bueno, pero mal ubicados los muebles pueden atentar contra la fluidez del tránsito. Especialmente en pocos metros cuadrados, una distribución inteligente puede hacer que ganes espacio y facilitar la circulación”.
Las distancias hacia los muros son fundamentales para determinar el tamaño de una mesa. En cuanto a la forma, más allá de si es Luis XV o ultramoderna, entran en juego las características culturales. “Las cabeceras de un clásico comedor rectangular hablan históricamente de jerarquías; el puesto de los reyes o los jefes de familia. Probablemente esa forma se ajusta más a una familia de estructura tradicional. Amigos que comparten una casa seguramente preferirán una mesa cuadrada o redonda que se siente más grupal e integradora. En términos de diseño ergonómico, la mesa redonda es la más práctica. Todos quedan a la misma distancia del centro, donde usualmente se dispone la comida. Por otra parte, implica alguna pérdida de espacio”.

Muchas veces repetimos esquemas heredados. Pero lo que funcionaba bien en la casa en que crecimos no necesariamente será lo más apropiado en los hogares que formamos ahora. “Vivimos de manera distinta. Hasta hace poco la gente heredaba muebles de familia. Un comedor era para toda la vida. La decoración hoy se comporta de una manera muy similar a la ropa, está más sujeta a modas. Puedes pasar de uno pequeño de soltero a otro más grande si te emparejas; puedes achicarte otra vez cuando los hijos se van. Todo es mucho más flexible y accesible también”.
Hay que leer, informarse y buscar ideas. Las revistas y blogs abundan. Pero hay que entender los porqués detrás de todo. Una solución puede ser perfecta para un cierto espacio y características culturales, pero pésima para nosotros.
Después de las mesas y las sillas, el elemento fundamental es la iluminación. “Creo que la mejor luz es la que está centrada, con un grado de intensidad que te permita reconocer lo que comes. Es bueno tener un punto focal. Así la luz se distribuye correctamente. Tenerla sobre la cabeza, o tener mucha es como comer en un supermercado”. El dimmer o las velas ayudan a crear atmósferas pero no son indispensables.
A veces, alguna superficie de apoyo -otra mesa más pequeña, quizás plegable, un aparador o un arrimo- es muy útil para poner más vasos, copas, platos y botellas. Depende del espacio y no es necesario que sean fijos.
Cubiertos, manteles, individuales, servilletas y una comida bien presentada se leen como demostraciones de cariño. Hablan muy bien de quien las ofrece y predisponen a pasar un buen rato. De ninguna manera es necesario que sean caros o extremadamente elaborados.
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