Pedro y Hugo
Arquitecto y diseñador. Unieron sus disciplinas para trazar las primeras líneas de un proyecto en 2006. Se trata de Monolith Controversies, el pabellón chileno que este año ganó el León de Plata en la Bienal de Venecia y que, de una forma abstracta y poética, muestra la realidad política y social del 72, con el gobierno de Salvador Allende. Pero que también habla de una realidad a nivel global, en relación con la arquitectura moderna característica de esos años.


No fue fácil dar con el arquitecto Pedro Alonso y el diseñador Hugo Palmarola. Porque sus ultimas semanas se vieron marcadas por distintos viajes, entremedio del reconocimiento que obtuvieron recientemente en la 14ª Bienal de Venecia, curada este año por un indiscutido e importante exponente de la arquitectura contemporánea, Rem Koolhaas.
Analizar el pasado para ver la situación actual de la arquitectura fue uno de los principales llamados de esta bienal. Sin embargo las líneas de este trabajo se trazaron antes. “El Pabellón de Chile no es el resultado de los últimos 6 meses o del último año, es un planteamiento que habíamos generado desde 2006 y que estábamos investigando hace tiempo. El tema lo empezamos a exponer, publicar, a mostrar en distintos seminarios e instancias, en distintas partes del mundo y, de alguna manera, fue como una bola de nieve que fue creciendo y se fue haciendo cada vez más interesante en relación a las distintas áreas de investigación”, recuerdan.
Monoith Controversies es la exhibición detrás del León de Plata. Se trata de un pabellón que se centra en la arquitectura moderna que se produjo durante el gobierno de Salvador Allende, representada por un muro de concreto original de la fábrica KPD -donada por la Unión Soviética durante este período-, especialista en casas prefabricadas. Son 8 estaciones multidimensionales que hablan de una realidad social y política: “Es un muro significativo que está firmado por Allende y luego fue transformado por la dictadura de Pinochet, por lo tanto, creemos que responde de una forma bastante relevante a la propuesta de Koolhaas”, agregan.
Ustedes tocan una temática relevante en la sociedad y arquitectura chilenas de la época. ¿Qué importancia tenía exponerlo a nivel internacional? Lo que llevó este trabajo ha sido siempre lo internacional, nosotros estamos trabajando con una relación que tiene que ver con Chile, pero también con Rusia, que es el lugar donde este sistema fue desarrollado. Llevamos algunos años presentando este trabajo en distintas partes del mundo, porque representa pasajes de la sociedad, de la historia y la tecnología, por lo tanto, siempre hemos estado trabajando a nivel internacional.
¿Cómo ha sido la experiencia de ir viajando por el mundo con este proyecto? Muy interesante, porque este proyecto se nutre no solo desde un ámbito de teoría o de historiografía de la arquitectura, sino que se ha nutrido a lo largo de estos años desde experiencias e instancias interdisciplinarias. Hemos presentado en congresos de género en Cuba, en relación al trabajo de las mujeres que participaron en esta fábrica; en publicaciones del MIT en Estados Unidos, en relación al área de la ciencia, tecnología y sociedad; en contextos de diseño y arquitectura evidentemente; y también en otras instancias, como en España, en un congreso sobre historia del arte. Entonces no es una visión limitada a la arquitectura, sino un proyecto y una experiencia, muy bonita por los distintos vínculos con distintas áreas de la sociedad o del conocimiento humano. Eso ha sido clave para desarrollar esto.
¿Creen que tocar realidades políticas y sociales dentro de un proyecto como este es un plus para nuestra arquitectura? La arquitectura en general no toca estos temas, está muchas veces centrada en la discusión de proyectos únicos, diseñados por arquitectos únicos. Quien estudia la arquitectura, sobre todo su historia, desde el punto de vista de la prefabricación, de la modalidad de construcción, creemos que hace un aporte bastante excepcional en ese contexto. Es un poco la crítica, la arquitectura está centrada en los arquitectos, en la relación entre ellos y una obra singular. Una arquitectura que se centra en una industria, y en un problema, en este caso de la modernidad dada la construcción masiva, donde el arquitecto tiene un rol secundario, es una industria que, sin duda, calzaba bastante bien con lo que la gran arquitectura promovía.
Ganaron el León de Plata en representación de Chile. ¿Qué importancia le dan a este premio? Sin duda es importante para nosotros y la mejor forma de terminar este trabajo de investigación. Pero además, es superimportante porque en esta bienal participaron 65 países. Nos sorprende aún haber obtenido un León de Plata, en un contexto tan amplio sobre todo habiéndole ganado a pabellones tan buenos como el de Francia, Rusia, Estados Unidos, Austria, y el de Japón. (…) Creemos que el pabellón de Corea, que ganó el León de Oro, era muy interesante, nos queda todavía la gran satisfacción de haber logrado este premio en un contexto complejo.
¿Se vienen más trabajos como dupla? Este proyecto implicó además la publicación de un libro. Ese libro no lo hemos visto solamente como un catálogo, sino que como una pieza más del pabellón que expande las ideas presentadas en este. Hemos invitado a 6 académicos de renombre internacional, al mismo tiempo a 6 trabajadores de la fábrica KPD, que con sus entrevistas complementan y ponen al mismo nivel el discurso de los trabajadores de la fábrica, en relación a artículos inéditos que escriben estos académicos invitados. Presentamos además otro libro que está asociado a esta exposición, se llama Panel, y lo estamos publicando en la Architectural Association de Londres. Son 7 artículos que hablan desde el punto de vista del diseño gráfico, arquitectura, ciencia, tecnología y la sociedad, de distintas miradas al fenómeno global del sistema, a la cultura de los sistemas de paneles en el mundo, con foco en Cuba, Chile y la Unión Soviética.
Estamos trabajando en una investigación sobre la NASA en América Latina y sobre la instalación de telescopios soviéticos en Latinoamérica, durante la Guerra Fría, entre 1957 y 1969. Chile ha tenido un rol central o clave dentro de esta historia. Estamos trabajando ese tema desde un punto de vista interdisciplinario, viendo diseño, arquitectura, ingeniería, fotografía, cine, etc. También, y volviendo un poco al tema de las publicaciones, se suma una publicación que haremos en el MIT Press, que sale el mes de agosto. Es el primer libro MIT dedicado a la idea de ciencia, tecnología y sociedad en América Latina. En este libro estamos publicando un capítulo que se llama Tropical Assemblage (Ensamblaje Tropical), sobre la experiencia cubana de la cultura en la prefabricación de grandes paneles.
¿De qué forma se complementan ustedes? Los ámbitos de la teoría de historia del diseño y de la teoría e historia de la arquitectura son distintos, pues tienen marcos teóricos y paradigmas de conceptuales diferentes. Y en general no se tocan. Esto hace que, vistos en conjunto, se aporten mutuamente. Desde el diseño, por ejemplo, ideas de tecnología en uso o problemas ligados a la idea de cultura visual y material. Desde la arquitectura, solo a modo de ejemplo, debates en torno a la idea de prefabricación, y el estatus cambiante del objeto arquitectónico cuando se le comprende desde la noción de industria. Hemos tenido largas conversaciones y discusiones donde ambos hemos podido ampliar nuestra perspectiva sobre los temas, y abrir nuestros debates disciplinares específicos a debates que incluyen un ámbito cultural más amplio. La idea de interdisciplinar ha sido fundamental en nuestro trabajo conjunto.
Finalmente, ¿creen que es importante que en estas instancias trabajen personas de distintas disciplinas para lograr un mejor resultado? Están siendo cada vez más valorados en Chile y en el mundo los trabajos interdisciplinarios y de gestión co- inspirativa dentro de la solución de proyectos; en este caso, dentro del diseño y de la teoría y la historia de la arquitectura.d
W monolith-controversies.com
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