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Pocas estrategias, muchos resultados

Crear ambientes donde los usos se tocaran y retroalimentaran, manteniendo ?dignidad? a pesar de la presencia de un niño chico y otra en camino, eran las prioridades en la mente del arquitecto Cristián Izquierdo al diseñar su propio departamento. Aquí los resultados.

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Por estos días Cristián Izquierdo está trabajando en el diseño y construcción de cinco casas simultáneamente. Es lo que más le gusta hacer desde que volvió de estudiar en EE.UU., con mucha más confianza en sí mismo, y pasó a ser socio de sus padres en Izquierdo Lehmann Arquitectos, hace unos cuatro años.

En el momento en que tuvo que plantearse cómo iba a ser su propio departamento, lo primero que tuvo claro fue lo que no quería: recintos separados por función. Así, tomando ese desvío llegó a  una solución. “Queríamos que todos los espacios fueran híbridos, que no hubiera una compartimentación para cada uso. Con esa intención tomamos decisiones como poner el lugar de estudio, el más contemplativo de la casa, donde están los libros, junto a la cocina y el comedor”, explica Cristián.

En este departamento -en el segundo piso de un edifico de tres, construido alrededor de 1980- cocina, comedor, biblioteca, sala de niños y estar todo coexiste sin demarcaciones definidas, sin diferencias entre una vida para mostrar a las visitas y otra más cotidiana de sus habitantes. “La presencia de los niños muchas veces se come las casas, el living apenas tratando de mantener un poco de dignidad. Nosotros creíamos que es posible una convivencia en un mismo espacio sin infantilizarse, que los niños aprendieran a ocupar un lugar con adultos. Nos parecía que era una buena manera de que crecieran, de enseñarles a cuidar las cosas”.

Cristián recalca que en su departamento las estrategias fueron pocas pero bien pensadas.

Estrategia 1: Tener pocas cosas con la mayor cantidad de funciones posibles, y que de alguna manera fueran continuas. “Si bien el espacio es bastante holgado, no es tan grande. La longitud de algunos elementos contribuye a esa sensación de continuidad. Por eso el mesón bajo la biblioteca se extiende por todo el muro cruzando el comedor y la cocina, para finalmente transformarse en la cocina. Ahí se guardan desde los manteles hasta los juguetes de Daniel (su hijo)”.

Estrategia 2: Reducir la paleta de materiales al mínimo. “Lo hicimos ocupando las mismas tablas del piso -un piso de ingeniería alemana, con una buena chapa de roble- en todos los muebles de la cocina, como si el piso trepara por la pared. Eso homogeneiza. Para no sobresaturar de distintos elementos tratamos de que cada uno destacara. Eso tuvo consecuencia en la modulación: dos tablas de piso nos dieron el tamaño de las puertas y a su vez las canterías coinciden con la líneas del librero que hicimos arriba. Así quedó todo relacionado”.

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El librero fue diseñado por Cristián especialmente para su ubicación. Era difícil de estructurar principalmente porque querían que fuera liviano y debía soportar una gran cantidad de peso. Como buen hijo de Luis Izquierdo -autor de una serie de muebles de renombre-, creó un sistema para que las tablas macizas de raulí quedaran sujetas al muro mientras los pilares esbeltos cuelgan del cielo. A través de la modulación y un barniz similar hermanó este mueble con el que tiene abajo y con el piso.

“En el medio de la cocina hay una mesa isla con ruedas que diseñamos con mi mujer. En realidad yo ejecuté sus mandatos. La hicimos sin usar clavos. Es un tributo a los ensambles que aprendí de mi papá”, dice Cristián.d

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