Analistas políticos ven incierto futuro para Bolsonaro después que deje presidencia de Brasil

Los partidarios de Bolsonaro no cejan en sus acciones para una intervención militar. Foto: AP

Desde el entorno político del mandatario se habla de la posibilidad de que cumpla un cargo asalariado en su Partido Liberal.


Jair Bolsonaro les dijo a sus partidarios que el futuro sólo podría depararle tres posibilidades: el arresto, la muerte o un segundo periodo como presidente de Brasil.

Ninguno de esos escenarios se cristalizó. Y su derrota el 30 de octubre ante Luiz Inácio Lula da Silva marcó el inicio de dos meses de silencio relativo para el autoproclamado abanderado del movimiento conservador brasileño.

El lema de Bolsonaro es “Dios, Familia, Patria”, y como presidente confirió más poderes a las fuerzas armadas y levantó restricciones a la tenencia de armas. Muchos de sus simpatizantes de extrema derecha todavía le siguen con entusiasmo y han acampado frente a cuarteles militares, rogando inútilmente que las fuerzas armadas intervengan para mantenerlo en la presidencia.

Pero Bolsonaro le autorizó a su jefe de despacho que encabezara el proceso de transición, y ya han llegado camiones de mudanzas al palacio y a la residencia presidenciales. Algunos artículos personales han sido removidos, especialmente objetos de arte obsequiados por partidarios, incluyendo esculturas de madera de Bolsonaro de tamaño natural y una motocicleta.

Bolsonaro, quien fue un legislador durante siete periodos antes de ganar la campaña presidencial de 2018, ha hablado de la posibilidad de ejercer un cargo asalariado en su Partido Liberal, dijo a The Associated Press un ejecutivo del PL que está al tanto de las conversaciones, quien pidió permanecer anónimo ya que los planes no han sido anunciados públicamente.

Bolsonaro se dirigió a sus simpatizantes en la capital Brasilia tras perder las elecciones, diciéndoles brevemente que las fuerzas armadas estaban bajo su control. En una segunda ocasión, guardó silencio mientras un grupo de partidarios rezaba por él.

Algunos de sus partidarios insisten en que Bolsonaro no los desilusionará dejando de luchar, pero otros han empezando a abandonar los campamentos. Según la agenda presidencial oficial, el mandatario saliente sólo ha trabajado poco más de una hora cada día desde las elecciones hasta el 23 de diciembre.

El Partido Liberal será el de mayor presencia tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. Ha declarado su oposición al gobierno entrante de Lula y se prevé que Bolsonaro liderará el esfuerzo dentro del partido, indicó el ejecutivo del PL.

Pero muchos miembros del Partido Liberal no son totalmente leales a Bolsonaro ni están ideológicamente alineados con él, y tendrán incentivos para trabajar con el nuevo gobierno, observó Guilherme Casarões, analista político y profesor de la Fundación Getulio Vargas en São Paulo. El PL es considerado centrista y se le conoce por llegar a acuerdos con el gobierno en turno.

“Eso hace que sea más difícil tener la fidelidad ideológica que a Bolsonaro le gusta mantener”, señaló Casarões. “Si él no logra tener control total sobre el Partido Liberal, vamos a ver una nueva división”.

Bolsonaro recibió el 49% de los votos en los comicios presidenciales, lo que alimentó la posibilidad de que decida postularse a la presidencia en 2026 y de que asesore a candidatos en las elecciones municipales de 2024, dijo Eduardo Grin, analista político y profesor en la Fundación Getulio Vargas.

Sin embargo, Grin hizo notar que hay antecedentes de candidatos brasileños fuertes que no logran mantener un apoyo sustancial en años subsecuentes. Y los gobernadores de Sao Paulo y Minas Gerais, los dos estados más poblados de Brasil, podrían ser opciones más atractivas para los electores conservadores.

El acto final acostumbrado para los presidentes salientes es entregar la banda presidencial a su sucesor. La oficina de Bolsonaro no respondió a las solicitudes de comentarios acerca de si él asistirá a la investidura de Lula.

La última vez que un mandatario declinó entregar la banda fue en 1985, año en que el país puso fin a dos décadas de dictadura militar y volvió a la democracia.

Seguidores de Bolsonaro pidiendo la intervención de las FF.AA. frente a un cuartel militar en Brasilia. Foto: AP

“Tuvo el poder en sus manos y no hizo nada”

De cualquier forma, la inauguración será un golpe para los simpatizantes de Bolsonaro, dijo el analista Mario Sérgio Lima, de la empresa de asesoría económica Medley Advisors.

“Debido a que sus partidarios están acostumbrados al radicalismo, esperan que haya una catarsis. Cuando vean a Lula ser juramentado, se sentirán traicionados; (una sensación de) que (Bolsonaro) tuvo el poder en sus manos y no hizo nada”, señaló Lima. “Para ellos es una señal de debilidad”.

Bolsonaro también enfrenta una espiral de amenazas jurídicas. El Supremo Tribunal Federal lo está investigando bajo sospecha de difundir mentiras ilegalmente acerca de temas que incluyen las vacunas contra el Covid-19 y los jueces del máximo tribunal, dar a conocer información confidencial de una investigación en curso e interferir indebidamente en la Policía Federal. El STF es el único organismo gubernamental que puede investigar a un presidente o un legislador federal en funciones.

A partir del 1 de enero, Bolsonaro ya no disfrutará de la inmunidad que tienen los gobernantes en funciones, y podría enfrentar nuevos cargos en tribunales inferiores. Después de que Lula fue declarado culpable de corrupción y lavado de dinero por tribunales inferiores en 2018, fue considerado inelegible para postularse en las elecciones presidenciales de ese año y pasó más de un año en la cárcel. Posteriormente se anularon sus sentencias condenatorias bajo el argumento de que fue juzgado en una corte que carecía de la jurisdicción adecuada.

“Pero Lula tenía un partido completo detrás de él para impulsarlo de nuevo (a la presidencia), y ese no es el caso de Bolsonaro”, declaró Lima, e hizo notar que a Bolsonaro le será difícil conservar a aliados que luchen por su causa.

Y cualquier posible declaración de culpabilidad podría poner en riesgo una posible postulación presidencial de Bolsonaro en 2026, además de todos los otros retos que enfrenta.

“El destino político de Bolsonaro y de la extrema derecha en Brasil enfrenta más obstáculos de lo que parece”, declaró Grin. “Habrá más dificultades que facilidad”.

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