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¿Cómo responderá Rusia al conflicto entre Israel e Irán?

Moscú, uno de los aliados clave de Irán, también mantiene vínculos con Israel, por lo que le espera un delicado equilibrio. El presidente ruso, Vladimir Putin, se presentó inmediatamente como mediador en las llamadas telefónicas con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente Donald Trump.

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reúne con militares en el Kremlin, el 12 de junio de 2025, como parte del programa "Tiempo de Héroes", cuyo objetivo es integrar a veteranos en altos cargos públicos. Foto: AFP SERGEI BULKIN

Apenas se desató el intercambio de fuego entre Irán e Israel, el presidente ruso, Vladimir Putin, se presentó inmediatamente como mediador en las llamadas telefónicas con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente Donald Trump. También habló con el mandatario iraní, Masoud Pezeshkian, ofreciendo ayuda para reducir el conflicto. En esa oportunidad, condenó los ataques israelíes y expresó sus condolencias. Señaló que Moscú ha presentado iniciativas específicas para resolver la situación en torno al programa nuclear de Teherán.

Cuando la guerra entre Israel e Irán ya se extiende en su quinto día, Rusia busca jugar un rol en el conflicto y no perder a uno de sus aliados, por lo que ha hecho llamados a que se llegue a una solución diplomática de la crisis.

Teherán, la capital iraní, tras un ataque israelí. Foto: Archivo ATTA KENARE

A su vez, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso emitió una enérgica declaración condenando los ataques israelíes como “categóricamente inaceptables” y advirtiendo que “todas las consecuencias de esta provocación recaerán sobre los líderes israelíes”. Instó a ambas partes a “actuar con moderación para evitar una mayor escalada de tensiones y evitar que la región se desvíe hacia una guerra a gran escala”.

Algunos miembros de la élite de Moscú vieron inicialmente el ataque como una oportunidad para Rusia. “Solo una cumbre entre Rusia y Estados Unidos, entre Putin y Trump, puede salvar al mundo de una catástrofe”, dijo el influyente magnate moscovita Konstantin Malofeyev, sugiriendo que el Kremlin podría usar su larga relación con Irán para llevarlo a la mesa de negociaciones para un acuerdo nuclear a cambio de que Estados Unidos retire su apoyo a Ucrania.

Los analistas rusos también predijeron que el nuevo conflicto distraería la atención mundial de la acción militar de Rusia contra Ucrania, y que el aumento resultante en los precios del petróleo ayudaría a las diezmadas arcas de Moscú.

Sin embargo, a medida que Israel expande sus ataques más profundamente en las ciudades y pueblos de Irán, apuntando a las instalaciones de producción de energía y de fabricación, crece el nerviosismo en Rusia de que los ataques israelíes puedan conducir a un cambio de régimen en la República Islámica y a la posible pérdida de uno de los aliados más importantes de Moscú en sus esfuerzos por crear una “alianza antioccidental”.

El presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, pronuncia un discurso en el aniversario de la muerte del exlíder supremo del país, el ayatolá Jomeini, en el mausoleo de este último en Teherán, el 3 de junio de 2025. Foto: AFP -

Pero más allá de la dura condena a las acciones de Israel, Moscú no ha emitido ninguna señal de que podría ofrecer algo más que apoyo político a Teherán, a pesar de un tratado de asociación entre los países.

“La situación se está desviando hacia una dirección peligrosa para Rusia”, declaró en Telegram Konstantin Zatulin, director del influyente Instituto CIS de Moscú, cercano a los servicios de seguridad rusos. El instituto celebrará este miércoles una conferencia con el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní sobre la “Cooperación ruso-iraní en un mundo cambiante”.

Un académico ruso cercano a diplomáticos rusos de alto rango dijo a The Washington Post que esperaba que los participantes rusos observaran de cerca a sus homólogos iraníes durante la conferencia para detectar cualquier señal sobre la fragilidad del régimen.

Si bien Rusia puede simpatizar con Irán, no se debe exagerar el alcance de su relación, dijo a Al Jazeera el especialista independiente en Medio Oriente Ruslan Suleymanov, quien tiene su base en Bakú, Azerbaiyán.

Rusia ahora fabrica sus propios drones Shahed bajo licencia iraní, por lo que es poco probable que sus propias capacidades de combate se vean afectadas por el conflicto entre Irán e Israel, señaló el experto.

Rescatistas trabajan en un edificio dañado por un ataque iraní en la ciudad de Tel Aviv. Foto: Foto: Archivo MENAHEM KAHANA

Los iraníes, a su vez, esperaban más de Rusia. Confiaban en recibir una cantidad mucho mayor de tecnología aeronáutica, militar y espacial, por no hablar de la nuclear, añadió Suleymanov.

Alianza de larga data

Las relaciones entre Moscú y Teherán tienen una larga data. Durante la Guerra Fría tuvieron momentos tensos, por ejemplo, durante el período del sha Mohammad Reza Pahlavi, debido a que este era aliado de Estados Unidos. Luego, con la Revolución Islámica de 1979, el líder ayatolá Ruhollah Jomeini calificó a Estados Unidos como el “gran satán”, pero también atacó a la Unión Soviética como el “satán menor”.

Las relaciones entre Rusia e Irán se estrecharon rápidamente tras la desaparición de la URSS en 1991, cuando Moscú se convirtió en un importante socio comercial y proveedor de armas y tecnología para Teherán, que enfrentaba sanciones internacionales. Rusia construyó la primera central nuclear de Irán en el puerto de Bushehr, que entró en funcionamiento en 2013.

Rusia formó parte del acuerdo de 2015 entre Irán y seis potencias nucleares, que ofrecía un alivio de las sanciones a Teherán a cambio de frenar su programa atómico y abrirlo a un mayor escrutinio internacional. Ofreció apoyo político cuando Estados Unidos se retiró unilateralmente del acuerdo durante el primer mandato de Trump.

Tras el estallido de la guerra civil en Siria en 2011, Rusia –que posee una base militar en Tartus– e Irán aunaron esfuerzos para reforzar el gobierno de Bashar al-Assad y lo ayudaron a recuperar la mayor parte del país, pero no lograron evitar un rápido colapso de su gobierno en diciembre de 2024 tras una ofensiva relámpago de la oposición.

Un manifestante pasa junto a un retrato del primer ministro Benjamin Netanyahu durante una protesta antigubernamental que exige la liberación de los rehenes israelíes cautivos en Gaza. Foto: AFP JACK GUEZ

Desde el inicio de su invasión militar a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, Moscú se ha acercado cada vez más a Teherán. Dependía en gran medida del suministro constante de drones y misiles iraníes baratos para bombardear Kiev y otras ciudades ucranianas.

Moscú y Teherán firmaron en enero un acuerdo de asociación estratégica que formaliza sus estrechos vínculos. En abril, Rusia ratificó el pacto que incluye disposiciones para que ambos países contrarresten amenazas compartidas, pero fundamentalmente no crea ningún tipo de alianza militar.

A pesar de los estrechos vínculos de Moscú con Teherán, Putin ha demostrado repetidamente su disposición a tener en cuenta los intereses israelíes. Mantiene vínculos cálidos y personales con Netanyahu, quien viajaba con frecuencia a Rusia antes de la guerra en Ucrania.

Según Al Jazeera, Rusia se niega a incluir a Hamás en la lista negra como “organización terrorista”, aunque su apoyo a Palestina se ve compensado por su relación con Israel. Por su parte, este último se preocupa por la seguridad y la supervivencia de la comunidad judía rusa.

En cuanto a Siria, Rusia e Israel coincidieron en un entendimiento según el cual Moscú tácitamente ignoraba las operaciones israelíes contra su aliado, Hezbolá, respaldado por Irán. Israel, por su parte, evitó antagonizar o sancionar a Moscú y armar a Ucrania. Sin embargo, el colapso del régimen de Al-Assad ha cambiado esta perspectiva.

“Rusia e Israel, en general, tienen intereses diferentes en Siria”, dijo a Al Jazeera Alexey Malinin, fundador del Centro para la Interacción y la Cooperación Internacional con sede en Moscú y miembro del Club de Expertos de Digoria.

Si Rusia tenía como objetivo garantizar la seguridad de los ciudadanos sirios y la estabilidad del poder legítimo, Israel se fija el objetivo de protegerse al máximo de las posibles amenazas de Siria, sin prestar atención a la legalidad ni a la legitimidad de tales decisiones. Por lo tanto, Israel traspasó con calma la zona de amortiguación de los Altos del Golán y ocupó de facto el territorio sirio tras la caída del régimen de Bashar al-Assad.

Y aunque Rusia suministró a Irán sofisticados sistemas de misiles de defensa aérea S-300, que según Israel fueron desmantelados durante sus ataques del año pasado contra la República Islámica, Moscú ha demorado el suministro de otras armas en una aparente respuesta a las preocupaciones israelíes. En particular, Rusia ha retrasado el suministro de los avanzados aviones de combate Su-35 que Teherán desea para modernizar su anticuada flota.

Vista de drones iraníes Shahed-136. Foto: Archivo

Israel, a su vez, pareció tomar en cuenta los intereses de Moscú al mostrar poco entusiasmo en proporcionar armas a Ucrania en la guerra que ya dura tres años.

Ayuda desde Moscú

Antes de que Israel lanzara ataques contra la República Islámica, Rusia dijo la semana pasada que estaba lista para extraer uranio altamente enriquecido de Irán y convertirlo en combustible para reactores civiles como una posible forma de calmar la crisis.

“Esta propuesta sigue sobre la mesa y sigue vigente. Pero, por supuesto, con el estallido de las hostilidades, la situación se ha complicado gravemente”, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

Trump expresó el domingo su optimismo de que la paz llegaría pronto y citó la posibilidad de que el presidente ruso, Vladimir Putin, pudiera ayudar.

Rusia, dijo Peskov, sigue dispuesta a mediar si es necesario, pero señaló que es necesario abordar y eliminar las causas profundas del conflicto y que los ataques militares están agravando toda la crisis a niveles más allá de lo grave.

“La firma del tratado no significa el establecimiento de una alianza militar con Irán ni asistencia militar mutua”, afirmó entonces el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Andrei Rudenko, en un discurso ante la Duma Estatal.

Hanna Notte, experta en Rusia y Medio Oriente del Centro de Estudios de No Proliferación, escribió en X que probablemente Rusia intentaría involucrarse a través de organismos internacionales, como el Consejo de Seguridad de la ONU y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Notte también señaló que Rusia probablemente seguiría intentando desempeñar el papel de mediador en el conflicto, dado su deseo de seguir siendo un actor influyente en los asuntos regionales y globales. El viernes, Vladimir Putin propuso a Rusia como mediador en su llamada con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Uno de los beneficios inmediatos para Moscú con este conflicto, además del alto precio del petróleo, sería la necesidad de que Estados Unidos desvíe sistemas de defensa antimisiles a sus bases en Medio Oriente y a sus aliados allí, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. “Ucrania puede olvidarse de adquirir más sistemas de defensa aérea”, afirmó a The Washington Post Sergei Markov, analista político vinculado al Kremlin.

De hecho, al menos 14 personas, entre ellos un ciudadano estadounidense, murieron este martes en bombardeos rusos que alcanzaron Kiev, un ataque que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, calificó como uno de los “más horribles” que ha sufrido la capital.

“Pero estratégicamente, si hay un cambio de régimen (en Irán), entonces la coalición antioccidental será más pequeña”, advirtió Markov.

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