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Felipe Botero: “Colombia parece incapaz de transformar una tragedia en un punto de inflexión”

Luego de la muerte del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, el politólogo colombiano comenta con La Tercera el impacto de este magnicidio en la escena política del país sudamericano, en miras al último año del gobierno de Gustavo Petro y la campaña presidencial de 2026.

Quién es “Chipi”, el delincuente y principal sospechoso de la muerte de Miguel Uribe Turbay. Foto: REUTERS.

Este miércoles tuvieron lugar los funerales del senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay, quien en junio sufrió un atentado en medio de lo que era su campaña de cara a las elecciones de 2026. En medio de la tragedia, su familia le pidió al presidente Gustavo Petro y al gobierno en general que, por favor, no aparecieran en la ceremonia. “No vamos porque no queramos, simplemente respetamos a la familia y evitamos que el sepelio del senador Miguel Uribe, sea tomado por los partidarios del odio”, respondió el mandatario izquierdista en X.

En entrevista con La Tercera, el politólogo colombiano y director del Departamento de Ciencia Política y Estudios Globales de la Universidad de los Andes en Bogotá, Felipe Botero Jaramillo, comentó el actual panorama político y las tensiones que este magnicidio ha despertado en el país.

¿Qué impacto tuvo el atentado y muerte de Miguel Uribe Turbay en la política colombiana? ¿Qué produjo en un primer momento, y cuál es la situación ahora?

El asesinato de Uribe Turbay pudo haber marcado un antes y un después en la política colombiana, pero en la práctica no lo fue. El impacto inicial estuvo dominado por la conmoción y el duelo, pero muy pronto dio paso a la retórica de siempre, una izquierda y una derecha más preocupadas por atacarse mutuamente que por reflexionar sobre cómo proteger la vida y dignificar la política.

Creo que ni el gobierno ni la oposición aprovecharon la oportunidad para bajar el tono y construir consensos mínimos. Y lo que tenemos hoy entonces es un ambiente más enrarecido, con una campaña presidencial muy larga y eso está funcionando como un catalizador de la polarización. La campaña se inicia oficialmente el año entrante, pero ya estamos en modo campaña.

Y este es un país que parece incapaz de transformar una tragedia en un punto de inflexión y que continúa atrapado en la misma dinámica de confrontación que nos ha desgastado durante años.

Gente enciende velas en medio de una protesta contra la violencia, en Medellín, tras el atentado contra Miguel Uribe Turbay. Foto: Archivo JAIME SALDARRIAGA

El mismo día del entierro de Uribe Turbay, se registró otro atentado a tiros contra un congresista opositor, quien resultó ileso. ¿Qué está pasando con la violencia política en Colombia? ¿Quiénes son los actores que intentan salir favorecidos con esto?

Colombia está viviendo un repunte preocupante de la violencia política que en cierta medida recuerda los años más crudos de las décadas de 1990 y 2000. O incluso también recuerda lo que sucedió en Ecuador con el asesinato del candidato Fernando Villavicencio durante la campaña presidencial anterior de ese país.

El acuerdo de paz con las FARC, lejos de cerrar el ciclo de violencia, dejó un vacío de poder que fue rápidamente ocupado por organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico. La política que utilizó el gobierno de Petro, la política llamada “paz total”, no ha dado los resultados esperados, en gran parte porque es muy distinto negociar con actores políticos armados que con redes puramente criminales. Estos grupos se fortalecen del clima de miedo e incertidumbre, que erosiona la confianza ciudadana y debilita la capacidad estatal, y además también cuentan con recursos económicos para influir la política como ya ha ocurrido en nuestro país.

A comienzos de mes, el expresidente Álvaro Uribe Vélez fue sentenciado a 12 años de prisión domiciliaria por los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal. ¿Cómo afecta esto a su sector político?

El caso de Álvaro Uribe ha generado polarización dentro de su sector político. Entre sus seguidores muchos ven el fallo como un juicio motivado políticamente, pero otros destacan que pese a las críticas, él está cumpliendo la prisión domiciliaria, lo que demuestra que el respeto por las instituciones aún tiene peso en Colombia.

Sin embargo, este es un proceso en desarrollo, la defensa de Uribe va a apelar y habrá que esperar el curso de las siguientes instancias. Mientras tanto, el uribismo está utilizando el caso como bandera para movilizar a su base y reforzar su entidad política. Es un episodio que más allá de su desenlace judicial, seguirá marcando el debate público y alimentando la narrativa de confrontación que lo ha caracterizado.

El expresidente colombiano Álvaro Uribe. Foto: Archivo Lina Gasca

Gustavo Petro acaba de iniciar su último año en la presidencia de Colombia. ¿Cuál es su evaluación del liderazgo del mandatario, y del legado que dejará? ¿Cómo quedan las fuerzas progresistas en miras a las elecciones del próximo año?

Yo creo que Petro ha sido un presidente complejo, que llegó de forma esperanzadora para un sector muy grande de la población y con una ambición de transformar el país. Ha impulsado reformas importantes, como la reforma a la salud, la reforma laboral, la reforma pensional, aunque sus detractores las cuestionen, y también ha tenido logros importantes en el sector agropecuario. Pero no ha sabido cómo comunicar estos logros de forma efectiva, ni ha sabido cómo construir consensos amplios alrededor de estas transformaciones que se han producido.

El estilo de liderazgo de Petro ha estado marcado por la confrontación, y él ha priorizado su figura por encima de la construcción de un movimiento más de largo plazo, un movimiento político sólido y duradero. Esto entonces deja a las fuerzas progresistas en una posición frágil de cara a las próximas elecciones. Están fragmentadas, no tienen una narrativa única y tienen dificultades para capitalizar los pocos logros del gobierno. La reducción de la pobreza por ejemplo es notable, pero esos resultados no han calado en la opinión pública. Entonces la oposición va a llegar no necesariamente más organizada, pero tal vez sí con un mayor margen de maniobra para explotar el desgaste del gobierno actual, y esto pues va a poner al progresismo en una situación de estar más a la defensiva.

El presidente colombiano Gustavo Petro durante su visita a La Moneda, en julio pasado. Foto: Mario Téllez/La Tercera MARIO TELLEZ

¿Cuáles son los nombres a los cuales hay que estar atento en las próximas presidenciales? ¿Por qué?

Aquí hay que hacer un poco de trabajo con bola de cristal, porque estamos a poco menos de un año de las elecciones, pero es una campaña muy larga que ya empezó de forma extraoficial, y hay muchísimos nombres. Las encuestas de opinión que se han publicado recientemente incluyen más de 50 candidatos, lo cual es una cifra desmesurada. Dicho esto, hay algunas figuras que concentran la atención.

En la derecha, lastimosamente tras la muerte de Miguel Uribe Turbay, sus contendoras han tomado un lugar importante. Están Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, que hacen parte del partido organizado de derecha (Centro Democrático), aunque también está Vicky Dávila, que es una figura importante de la derecha, pero que se va a presentar por firma, no se va a presentar con ningún movimiento.

En el centro, de nuevo con unas encuestas difíciles de interpretar con certeza, o con la capacidad de proyectarlas a ocho o nueve meses, figuran un poco Sergio Fajardo y Claudia López. Por el lado de la izquierda, los nombres que han logrado algo de puntaje en esas encuestas son Gustavo Bolívar y Daniel Quintero, pero este último es muy controversial. Exalcalde de Medellín, tiene múltiples procesos de corrupción y entonces lo hace una figura problemática.

Pero digamos que de estos nombres, ninguno se perfila como un líder indiscutible, no hay ningún candidato que escolle, y el panorama programático además sigue siendo difuso.

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