Michel Wieviorka: “Los atentados de 2015 aceleraron el giro a la derecha de la sociedad francesa”
A 10 años de los ataques al club Bataclan y el Stade de France, el sociólogo francés y experto en terrorismo reflexiona alrededor del cambio que implicó para el país europeo un acontecimiento de tal magnitud. "Varias personas de la izquierda adoptaron posturas de derecha centradas en la seguridad", comenta Wieviorka a La Tercera.
“Fue el final de la inocencia francesa”, escribió entonces el diario Le Monde. Con 132 muertos y más de 350 heridos en París y Saint-Denis, los atentados al club Bataclan y el Stade de France, perpetrados el 13 de noviembre de 2015, marcaron uno de los días más mortíferos en la historia reciente de Francia. Los ataques, coordinados entre 10 terroristas, de entre los cuales solo uno sobrevive, impactaron profundamente en el país europeo, en medio de una década marcada por la amenaza del Estado Islámico.
A 10 años del zarpazo del terror yihadista, el sociólogo francés y experto en terrorismo Michel Wieviorka comenta a La Tercera las consecuencias sociales y políticas de esos ataques, en un país que, desde entonces, se ha “acostumbrado”, lamentablemente, a vivir con la amenaza terrorista. Con los atentados de 2015, según el autor de Sociétés et Terrorisme -lectura obligada para entender la revolución de los movimientos terroristas durante el siglo XX-, “el terrorismo entró con fuerza en la memoria colectiva de Francia por primera vez”.
Diez años después de los ataques en el Bataclan y el Stade de France, ¿cómo ha convivido el país con estos traumas y cómo ha intentado superarlos?
Es importante comprender que con estos atentados el terrorismo entró con fuerza en la memoria colectiva de Francia por primera vez. Hasta entonces se habían producido numerosos atentados terroristas, e incluso poco antes, los ya de por sí impactantes ataques contra Charlie Hebdo, por un lado, y el supermercado Hypercacher, por otro. Estos ataques habían provocado una enorme conmoción, pero permanecieron como incidentes aislados en la memoria colectiva: no formaban parte de un todo mayor, no justificaban un aparato conmemorativo tan extenso como el que se creó tras los atentados del Bataclan, el Stade de France y los barrios aledaños. Esa es la novedad. En otras palabras, la memoria del terrorismo se transformó considerablemente en esta ocasión.
Ahora se anunciará oficialmente en los próximos días que habrá un museo conmemorativo del terrorismo en París. Soy el presidente del consejo científico de este proyecto, así que puedo asegurarles que será un proyecto maravilloso, un proyecto importante: un museo memorial, es decir, un museo donde se podrán encontrar objetos y explicaciones, y un memorial donde habrá espacios para reflexionar y contemplar esta tragedia.
El Presidente de la República creó la Medalla a las Víctimas del Terrorismo. Hay muchos lugares donde, de una forma u otra, se evoca este recuerdo. Puede ser un monumento, una estela, un jardín, el nombre de una calle o una plaza; en toda Francia estas iniciativas que aún evocan su memoria se multiplican.
Eso es lo primero. Lo segundo es que marcó un punto de inflexión político en la sociedad francesa, y particularmente en la izquierda.
¿Durante los años del Presidente socialista François Hollande?
Ante un atentado terrorista de tal magnitud, la sociedad espera mucho del gobierno, de quienes ostentan el poder, quienes, además, suelen aprovechar la situación para implementar medidas excepcionales. En Estados Unidos se promulgó la “Patriot Act”. En Francia también se tomaron medidas excepcionales que, en esencia, negaban el Estado de Derecho tal como lo concibió Montesquieu, es decir, la separación de poderes.
El Jefe de Estado, François Hollande, convocó al Congreso, tanto a la Cámara de Diputados como al Senado, y propuso, entre otras cosas, lo que se denominó “el doble castigo”, es decir, la privación de la ciudadanía a los terroristas. Este asunto desató una enorme ola de indignación en la izquierda. Comprendimos, pues, que la izquierda estaba dividida entre un jefe de Estado y un gobierno que, en general, compartían una postura común, pero que adoptó una medida que no era de izquierda, sino de seguridad, propia de la derecha, y que además resultaba bastante inútil, porque un terrorista, antes de colocar una bomba, no se plantea si corre el riesgo de perder su ciudadanía, ¿entiendes?
Es una medida motivada por una “agenda de seguridad”. Y por la izquierda, inmediatamente dijeron que no, que esa no era la forma de reaccionar, hasta el punto de que la entonces ministra de Justicia, Christiane Taubira, insinuó inicialmente que dimitiría algún día, y finalmente lo hizo. Esto puso al gobierno ante una contradicción, un conflicto entre la lógica del gobierno y la opinión pública que exigían medidas de seguridad, aunque no fueran muy efectivas, por un lado, y el ideal de izquierda que, al fin y al cabo, había llevado a François Hollande al poder. Esto desencadenó, en la izquierda y, por ende, en la vida política francesa, un movimiento donde varias personas de la izquierda adoptaron posturas de derecha centradas en la seguridad. El ejemplo más llamativo es, sin duda, el de Manuel Valls, entonces primer ministro. Dicho de otro modo, este fenómeno aceleró el giro a la derecha de la sociedad francesa.
¿Cuáles fueron, a su parecer, los efectos de estos ataques a la mentalidad o a la sociedad francesa en su conjunto?
Creo que formó un cambio de comportamiento. La gente pensó: “No voy a ir de compras a las tiendas, voy a comprar por internet”. Eso reforzó el aspecto digital de nuestra vida colectiva. Creo que contribuyó, en cierta medida, a que la gente saliera menos. Sabemos que después llegaron el Covid y el confinamiento.
Realmente contribuyó a un cambio cultural, por así decirlo, en la sociedad francesa. Creo que eso es seguro. Y sí, también está la idea de que necesitamos aprender a protegernos más. Hoy en día, casi en toda Francia, no se organizan eventos deportivos, culturales, festivales, espectáculos, etc., de la misma manera que antes. La sociedad está preocupada. Y, como se sabe, la sociedad francesa está envejeciendo. Es una sociedad en crisis política. Así que el terrorismo forma parte de este panorama inquieto, atormentado e incluso, a veces, turbulento.
¿Aumentó la islamofobia tras este tipo de atentados, como ocurrió en Estados Unidos en 2001?
La gran mayoría de los musulmanes en Francia son hostiles al terrorismo. Pero la retórica de la extrema derecha, de un sector de la derecha, e incluso de todos aquellos que piensan en “términos de seguridad”, no siempre distinguen entre Islam e islamismo.
Así pues, obviamente, estos atentados han reforzado varias cosas. Han reforzado el racismo, por ejemplo, el antiárabe y el antimusulmán. También han reforzado el discurso sobre la inmigración, con la idea de que la inmigración de alguna manera trae consigo el terrorismo. Y, por lo tanto, que los terroristas provienen de familias inmigrantes. Existe, pues, un vínculo entre ambos fenómenos. Así que, obviamente, esto ha sido muy significativo.
Los musulmanes de Francia se han sentido profundamente dolidos, porque a menudo sentían que se les culpaba de un fenómeno con el que no tenían nada que ver. Y que, por el contrario, a escala mundial, las primeras víctimas del terrorismo islamista son los musulmanes.
Tras los atentados se implementaron medidas de seguridad, y cabe decir que, en los años posteriores, la sociedad francesa experimentó una constante sensación de amenaza. ¿Cuál es su análisis del trauma o de esta sensación de amenaza que siguió a 2015?
Bueno, esta sensación se ve reforzada por los acontecimientos. Porque después de 2015 hubo varios atentados, por no mencionar los que fueron frustrados o evitados. Hubo varios atentados, algunos de ellos brutales. Estuvo el atentado de 2016 en el Paseo de los Ingleses en Niza (86 muertos). También estuvo, y esto fue muy significativo, el asesinato de un sacerdote. Y luego, sobre todo, estuvieron los asesinatos de dos profesores que impartían clases en escuelas públicas. El asesinato de un profesor en una escuela pública francesa se vivió como un acto de terrorismo que atenta contra la esencia misma del ser colectivo: un fenómeno que pone en entredicho los valores más fundamentales del país, la República.
Hablamos de la continuidad de la República, la educación y la formación de las mentes jóvenes. Ha habido atentados terroristas de gran magnitud que han demostrado que no se trata solo de un problema que se remonta a 2015, ni siquiera una amenaza o un riesgo, sino un fenómeno real.
Y es implacable. Ahora mismo, mientras le hablo, hace apenas unos días, hubo alguien que quizá estuviera más inestable mentalmente que otra cosa, pero aun así, en la isla de Oléron, atropelló a cinco personas.
En 2015, la amenaza era el Estado Islámico, pero ahora es menos claro, hay diferentes casos. En ese sentido, ¿cuál le parece que es la principal amenaza hoy en día?
El atentado al club Bataclan representa la culminación de un período en el que, por un lado, existía la capacidad de organizarse a distancia, gracias a internet, las redes, etc. Se organizaban atentados a distancia, desde Siria, desde Irak, mediante redes internacionales. El atentado del Bataclan fue, en cierto modo, una operación franco-belga en términos de organización.
Creo que hoy en día las cosas han evolucionado: la capacidad de organización transfronteriza es menor, grandes operaciones como la del Bataclan son más difíciles de organizar para quienes desean cometer actos terroristas, y existen más iniciativas, por así decirlo, más limitadas en cuanto a su forma de organización, pero que pueden ser igualmente letales, incluso extremadamente letales.
¿Qué opina de todas las medidas de seguridad implementadas desde los atentados?
Bueno, creo que se ha avanzado muchísimo. La policía ha infiltrado redes, vigilancia, técnicas modernas, algoritmos, etc., para monitorear internet y demás, y el impacto ha sido significativo. Sin duda, ha dado lugar a un progreso considerable. Constantemente oímos hablar de atentados frustrados. Y a menudo no nos enteramos de nada, porque la policía es muy discreta.
Pero mientras le hablo, acabamos de enterarnos de que se estaba planeando un atentado con tres mujeres jóvenes, y que fue frustrado. Hemos sabido que la expareja del principal terrorista actualmente encarcelado, Salah Abdeslam, estaba planeando algo. Como ve, las tecnologías y los recursos utilizados para la vigilancia han avanzado enormemente, eso es seguro.
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