Quién es la ex “Abuela MAGA”: Atacó el Capitolio de EE.UU. en 2021 y ahora hace campaña contra Trump
De las más de 1.500 personas acusadas por el ataque a la sede del Congreso, Pamela Hemphill es la única que no aceptó el perdón legal del presidente republicano. Convertida ahora en detractora de Trump, ha asistido a reuniones del Partido Demócrata.
“Nos equivocamos ese día, violamos la ley; no debería haber indultos”. Ese fue el reconocimiento que hizo en enero pasado Pamela Hemphill, una de las otrora partidarias más acérrimas del Presidente estadounidense Donald Trump. Conocida como la “Abuela MAGA” (por el movimiento Make America Great Again), hoy es una de sus críticas más fervientes e incluso ha comparado sus días como MAGA con el adoctrinamiento en una secta.
Hemphill, de 72 años, fue condenada a 60 días de prisión por su participación en el asalto al Capitolio estadounidense del 6 de enero de 2021. Fue una de las más de 1.500 personas acusadas y 1.280 condenadas. Más de 100 policías resultaron heridos en el enfrentamiento. Cumplió su condena completa de 60 días en prisión en California y salió en libertad en septiembre de 2022.
Y aunque fue acusada en el mayor proceso penal en la historia de Estados Unidos, es la única imputada que rechazó la clemencia que le ofreció Trump cuando inició su mandato, cumpliendo una larga promesa de campaña en favor de sus seguidores. La ex “Abuela MAGA” dijo a la BBC en enero pasado que no debería haber indultos por los disturbios de 2021.
“Aceptar un indulto sólo sería un insulto a los agentes de policía del Capitolio, al Estado de derecho y, por supuesto, a nuestra nación”, dijo. “Me declaré culpable porque era culpable, y aceptar un indulto también contribuiría a su manipulación y a su narrativa falsa”.
La época MAGA de la Abuela
Hemphill supuestamente se interesó en la política después de jubilarse en 2011. Le dijo al Idaho Statesman que se conectó con la Red de Derechos del Pueblo de Ammon Bundy en línea y luego comenzó a hablar con Proud Boys, un grupo de extrema derecha que jugó un papel importante en el ataque al Capitolio.
En noviembre de 2020, Hemphill se sometió a una mastectomía por cáncer de mama, el mismo mes en que Trump perdió las elecciones presidenciales. El 6 de enero de 2021, Hemphill se estaba recuperando de la cirugía, pero viajó de Idaho a Washington para ver al entonces expresidente dirigirse a sus partidarios, tras su derrota elctoral ante el demócrata Joe Biden.
Según Hemphill, el día del ataque al Capitolio, la mayoría de los hombres -unos 30 o 40- eran miembros de los Proud Boys, militantes neofascistas conocidos por sus manifestaciones antigubernamentales y su violencia en Estados Unidos. “¿Vamos adentro?”, les preguntó Hemphill ante la cámara, refiriéndose a la sede del Congreso. “Quiero entrar”.
- A medida que el grupo se acercaba al Capitolio, empezaron a corear: “¿De quién son las calles? ¡Nuestras calles!”. Pronto se les unieron cientos de personas en un mar de banderas. De repente, una puerta se abre y la multitud entró en medio de cánticos de “¡EE.UU., EE.UU., EE.UU.!”.
Un hombre con un pañuelo blanco y barba larga le dijo a Hemphill: “Destrozaron la oficina de Pelosi”, refiriéndose a Nancy Pelosi, la entonces presidenta demócrata de la Cámara de Representantes. “¡Está destruida! ¡Es hermosa! Hay un montón de pinturas y esculturas elegantes; ¡entren, entren!”.
Y así lo hizo. Hemphill, quien ahora tiene 72 años, solo estuvo dentro del edificio unos 20 minutos, pero esos minutos cambiaron su vida. Siete meses después, agentes del FBI la arrestaron en su casa en Boise, Idaho, acusándola de participar en la insurrección del 6 de enero: entrar en un edificio restringido, conducta desordenada y disruptiva, y manifestarse, hacer piquetes o desfilar en el Capitolio.
La transformación en la cárcel
En junio de 2022, Hemphill ingresó a la institución correccional federal de Dublin, California, para que cumpliera su condena. Al principio se sentía vulnerable, pero fue acogida por su compañera de prisión, Michelle West, quien la protegió de posibles amenazas de otras internas. También fue protegida por una poderosa reclusa conocida como “el Padrino”.
“Un día me llevaron a conocerla. Había tres personas más allí: sus guardaespaldas. Deberías haber visto su habitación. Lo tenía todo: radio, iPad, zapatos bonitos. Era la reina de la casa. Y por suerte yo le caía bien”, contó Hemphill al diario británico The Times. Cuando Hemphill salió de prisión el 16 de septiembre de 2022, aún no le había vuelto a crecer el pelo tras la quimioterapia, que terminó justo antes de que la encarcelaran.
Toda su experiencia en prisión, sumada a la terapia, la ayudó a reconocer su propia responsabilidad en los sucesos del 6 de enero y alimentó su deseo de enmendar sus actos denunciando las mentiras que, según ella, la llevaron por mal camino. Su terapeuta le recordó que “no era una víctima”; que podría haberse ido de la multitud, abandonando el Capitolio ese día; que no tenía que entrar.
Lo que la impulsó a rechazar el indulto de Trump fue su enojo por lo que llegó a considerar mentiras de la derecha. “Trump les había estado diciendo a todos que el Departamento de Justicia (DOJ) estaba armado en su contra. Me molestó que Trump usara mi arresto para hacer que sus mentiras parecieran ciertas. El DOJ no estaba armado en mi contra; me declaré culpable porque era culpable, y luego decidí contraatacar a Trump y denunciarlo”, corrigió.
La “secta” MAGA
En 2023, Hemphill afirmó haber cambiado de opinión y haberse separado de MAGA. “Perdí el sentido crítico”, dijo, reflexionando sobre su participación en los disturbios y el movimiento “Detengan el Robo”.
“Ahora sé que era una secta, y que yo pertenecía a una secta”, dijo en enero pasado. Así, su decisión de abandonar el movimiento se produjo después de que los alborotadores la culparan al usar su video del ataque como prueba en su contra.
Hemphill afirmó a The Times tras salir de prisión: “Recuperé mi pensamiento crítico. Reconocí los hechos del 6 de enero: que Trump había mentido sobre el robo de las elecciones; que Nancy Pelosi no era responsable”. Eso, porque Trump había dicho que Pelosi “causó” la insurrección y posteriormente afirmó, falsamente, que era responsable de la seguridad inadecuada en el Capitolio.
Hemphill también se dio cuenta de que, contrariamente a lo que afirmaban algunos trumpistas, “la policía del Capitolio no les había abierto las puertas a los alborotadores... Reconocer toda la propaganda y las mentiras que se habían difundido fue un gran alivio: que la manipulación psicológica es tan perjudicial para el cerebro”.
Desde su liberación, Hemphill se ha involucrado en reuniones locales del Partido Demócrata. El año pasado, mostró su apoyo a la candidata demócrata Kamala Harris en Boise, Idaho, antes de las elecciones presidenciales. También podría testificar ante un nuevo comité de la Cámara de Representantes que investiga la insurrección del 6 de enero.
“Ese podría ser el final de mi camino: cuando comparta lo que sucedió ese día, diga que fue una insurrección. Entonces abrazaré a algunos de esos policías del Capitolio y les haré saber que son los héroes de ese día”, dijo al diario británico.
¿Se puede rechazar un indulto?
Su deseo de rechazar el indulto fue reportado previamente por The Idaho Statesman. Hemphill afirmó haber hablado con un abogado sobre la posibilidad de rechazar el perdon, pero no haber emprendido ninguna acción legal al respecto. No está claro si legalmente puede rechazar el indulto.
“Sería un acto novedoso presentar una demanda judicial para rechazar el indulto por un delito menor, en parte debido a lo poco que está en juego”, dijo Mark Osler, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de St. Thomas en Minneapolis, en una entrevista a The New York Times. Sin embargo, existen algunos precedentes legales que sugieren que cualquier solicitud de ese tipo podría enfrentar una batalla cuesta arriba.
En diciembre, dos presos federales cuyas condenas a muerte fueron conmutadas el año pasado por el presidente Biden solicitaron a un juez que bloqueara la reducción de sus condenas, argumentando que esto podría perjudicar sus apelaciones. El juez James R. Sweeney II, del Tribunal de Distrito de Estados Unidos para el Distrito Sur de Indiana, desestimó las solicitudes de los presos la semana pasada, dictaminando que no podían rechazar sus conmutaciones, incluso si no las habían solicitado ni deseado.
El juez Sweeney mencionó una sentencia de 1927 de la Corte Suprema de Estados Unidos que dictaminó que un preso condenado a muerte no podía rechazar una conmutación de la pena impuesta por el presidente William Howard Taft. (Taft, entonces presidente del Tribunal Supremo, no intervino en el caso).
El preso argumentó que la conmutación se había emitido sin su consentimiento. Sin embargo, el juez Oliver Wendell Holmes Jr. escribió que el presidente no necesitaba el consentimiento del preso para que la conmutación surtiera efecto.
“Así como el castigo original se impondría sin tener en cuenta el consentimiento del prisionero y en contra de su voluntad, le gustara o no, es el bienestar público, no su consentimiento, el que determina lo que se debe hacer”, escribió Holmes. El juez Sweeney escribió que la decisión, aunque tiene casi un siglo de antigüedad, “sigue siendo una buena ley”.
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